Capital sin Reservas

Sánchez MasterChef, el chuletón crudo y la recuperación con burbujas

'Para perder elecciones ya me basto solo', debió pensar Sánchez mientras cocinaba su Gobierno. Ahora todo lo fía a la efervescencia económica y el reparto del chuletón presupuestario a cambio de un puñado de escaños.

Sánchez se ha mostrado implacable con sus antiguos máximos colaboradores del Gobierno. Lo de Carmen Calvo se presentía. Lo de José Luis Ábalos es todo un enigma
Sánchez se ha mostrado implacable con sus antiguos máximos colaboradores del Gobierno. Lo de Carmen Calvo se presentía. Lo de José Luis Ábalos es todo un enigma.
EP

Tras la carnicería con que Pedro Sánchez ha despachado a sus primeros espadas del Consejo de Ministro y del Gabinete monclovita, todas las apuestas políticas que se cruzan en este final de curso coinciden en un mismo denominador común. Al margen de los análisis motivados con que cada cual cuenta la feria como le fue en ella, la conclusión generalizada en los pequeños corrillos parlamentarios y en los grandes cenáculos de negocios subraya como principal y casi única certidumbre que el jefe del Ejecutivo por nada del mundo va a renunciar a pasear el palmito por las cancillerías de toda Europa como presidente de turno de la UE durante la segunda mitad de 2023. Una variable que equivale a un mandato largo y apurado hasta el último sorbo con unas elecciones legislativas que no se vislumbran en el horizonte hasta bien entrado 2024.

Sánchez va a afrontar los dos próximos años con un Gobierno al trantrán, mirando por el retrovisor de unas encuestas que empiezan a no serle favorables y más preocupado de no cometer errores que de impulsar una acción política orientada a resolver los grandes problemas del país. En esta segunda edición del manual de resistencia los trabajos de campo corren por cuenta de la ascendente vicepresidenta Nadia Calviño como interlocutora de Bruselas y encargada de recepcionar los fondos europeos. A partir de ahí serán las flamantes ministras llegadas desde las diferentes canteras municipales del partido las encargadas de interpretar la letra y música de los mensajes políticos que permitan al PSOE revalidar un eventual triunfo en las urnas. El índice temático tampoco ofrece mayor dificultad y se resume en ese himno progresista de la digitalización verde y feminista que canturrea a diario el líder socialista.

Bajo la batuta del muy aseado ministro de Presidencia, Félix Bolaños, los nuevos amanuenses de Palacio han sido emplazados para adaptar el ideario de la segunda mitad de legislatura a un oportunismo político que se presume efervescente a partir del 'efecto champagne' que ha de generar la recuperación económica en toda Europa. En justa reciprocidad a la mayor caída registrada durante la pandemia, España disfrutará previsiblemente hasta finales de año de un crecimiento superior a la media de la eurozona. Un escenario que dará alas a una etapa de falso optimismo y permitirá al presidente del Gobierno reforzar su llamamiento a ese lugar común de la gran concordia nacional, curiosamente la misma que daría nombre a la plaza parisina donde los revolucionarios franceses rindieron culto a la guillotina como estelar monumento de la época.

Iván Redondo y José Luis Ábalos han sido pasados por la quilla para reforzar el mando único y supremo del capitán de un barco que ahora espera superar la tormenta con la ayuda de los cielos

Antes de que nadie le quite lo bailao, Pedro Sánchez no ha dudado en lanzar las campanas al vuelo anunciando que España ha obtenido un crecimiento económico del 18% al cierre del segundo trimestre del año. Los datos oficiales no han confirmado ni desmentido todavía estas expectativas, que son esgrimidas como cortina de humo para esconder las penurias padecidas en los momentos más duros de la pandemia y ocultar unos desequilibrios estructurales nada reconfortantes de cara al futuro. Reducir el listón de exigencia al mero rebote económico derivado de la vacunación, sin reparar en los efectos de las nuevas variantes del coronavirus, equivale a caer en una euforia que puede debilitar las aspiraciones de la verdadera recuperación. No se trata únicamente de alcanzar los niveles de renta anteriores al gran confinamiento de hace un año, sino que además hay que reponer todo lo que se ha dejado de crecer desde entonces.

Los empeños de la coalición de gobierno no parecen conducirse por ahora hacia cotas tan elevadas. Sánchez se ha sentido escaldado después de la fracasada moción de censura en Murcia y el consiguiente derrumbe socialista en las elecciones de Madrid, dos varapalos que han provocado una sensación de descontrol interno, donde las fricciones habituales entre el PSOE y Podemos se han conjugado con una desafección cada vez más notoria entre Ferraz y Moncloa. Una vez sofocado el conflicto del cambio de Gobierno con los aliados preferentes de legislatura, a los que no se ha atrevido a tocar ni un pelo, el líder socialista se ha lamido las heridas con el castigo de los responsables directos del 4-M. Los dos grandes rivales cortesanos, Iván Redondo y José Luis Ábalos, han sido pasados por la quilla para reforzar el mando único y supremo del capitán de un barco claramente a la deriva y que ahora espera superar la tormenta con la única y exclusiva ayuda de los cielos.

Sánchez fía su suerte a los mejores e inmediatos tiempos que se suponen están por venir, lo que podría entenderse como una cataplasma económica preparada para garantizar una sensación curativa duradera. De ahí la obsesión en concentrar la llegada de los fondos europeos durante los tres próximos años, lo que explica el ascenso efectivo, ahora sí, de Nadia Calviño como la principal ama de llaves encargada de custodiar la caja de caudales del Estado. La vicepresidenta ha sido elevada a los altares de Sánchez no tanto por su conducta tecnocrática sino más bien por su conocimiento de la burocracia comunitaria y de ella va a depender que las edulcoradas encuestas del profesor Tezanos puedan encontrar un buen recambio en la estadística sazonada de la contabilidad nacional. Una mutación del marketing político que pretende socorrer con ayuda de la ciencia el ilusionismo de una magia agotada de tantos trucos fallidos.

El chuletón presupuestario regado con los abundantes caldos procedentes de Bruselas es el menú de la casa con el que Sánchez quiere apurar hasta el último sorbo de la legislatura

La prueba de fuego con la que Sánchez quiere revalidar urgentemente su acción de gobierno reside en la aprobación de los Presupuestos para 2022 que, en su caso, serían los primeros que el líder socialista consigue enviar al Congreso de los Diputados dentro del ciclo natural que termina el 1 de octubre. Desde que llegó al poder, el actual presidente del Gobierno se ha topado de bruces con la tramitación parlamentaria de las cuentas públicas que, no se olvide, fue la razón que motivó la convocatoria de las fallidas elecciones en la primavera de 2019. La presentación en fecha del proyecto de ley constituye ahora un hito indispensable para trasladar un mensaje de confianza a la comunidad financiera internacional y restregarlo después en la cara del Partido Popular con el argumento de la estabilidad económica por bandera.

Una vez maniatada la principal fuerza de la oposición el resto de la tarea no tiene mayor misterio y se sustancia en la singular capacidad negociadora acreditada una y otra vez en los últimos tiempos por el PSOE para entregar la cuchara a cambio de un buen puñado de escaños. Con los Presupuestos Generales del Estado (PGE) bien regados a partir de los abundantes caldos procedentes de la Unión Europea el jefe de filas socialista parece decidido a convertirse en el cocinero mayor del Reino. La reciente crisis de Gobierno ha servido para afilar los cuchillos largos. A partir de ahora la cuestión estriba en preparar un buen chuletón que a Sánchez le gusta al punto, aunque es más probable que sus socios de legislatura prefieran llevárselo crudo.

Mostrar comentarios