EN MI MOLESTA OPINIÓN

Elecciones 28-M: Ven, capitán Trueno, haz que gane el bueno

Elecciones 28-M: Ven, capitán Trueno, haz que gane el bueno
Elecciones 28-M: Ven, capitán Trueno, haz que gane el bueno
Europa Press

Faltan apenas seis semanas para que llegue el domingo 28 de mayo y salgamos todos de dudas… o no, que diría el inefable Mariano Rajoy. Una de las grandes cuestiones, además del resultado en sí, está en discernir si lo que sucederá en las autonómicas y municipales del 28-M es un buen termómetro para equiparar lo que puede ocurrir siete meses después, es decir, a finales de 2023 con las elecciones generales, que disputarán principalmente Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo. Según algunos datos recientes como las elecciones de Aznar o Zapatero, los plebiscitos autonómicos eran un indicativo -aunque no determinante- de lo que iba a suceder en los siguientes comicios generales, si bien no en todas las votaciones se refleja con claridad esa equivalencia o correspondencia de votos, pero al menos se podía extrapolar la tendencia electoral de los resultados.

Quizá por ello, estos días hemos oído y visto a Núñez Feijóo ponerse la tirita antes de la herida: “Sánchez aguantará mejor el 28-M que en las generales”, sentenció este lunes ante la Junta Directiva Nacional del PP, el máximo órgano entre Congresos del partido. ¿Por qué lo hizo? Por varias razones. La primera es obvia, nadie diría lo contrario. La segunda, intenta frenar una posible euforia en el partido que a la postre se convierta en derrota si el PP no arrasa o no gana con una amplia ventaja, algo que evidentemente no hará por mucho que mejoren sus resultados en las autonomías en las que participa, y en las que salvo Madrid y Murcia el resto están en estos momentos en manos socialistas o de otros partidos. Conquistar ciertas plazas nuevas es una batalla ardua, aunque por poco que Feijóo lo consiga podrá valorar y extrapolar su futuro con un mayor optimismo de cara a las generales. Además, en Cataluña, Galicia, Andalucía, País Vasco o Castilla y León las elecciones no se celebran en estas fechas.

Feijóo no quiere lanzar campanas al vuelo, como buen gallego y hombre juicioso que conoce bien como funcionan los resortes de la política; y así evitar que ante un posible buen resultado sus rivales minimicen su éxito y lo conviertan en un resultado a la baja, que le reste alas de cara a las generales. El 28-M es la meta volante del objetivo final de la fecha que aún está por decidir. Las últimas tuvieron lugar el 10 de noviembre de 2019. El mandato queda fijado según la ley electoral, y finalizará de manera automática una vez que se cumplan los cuatro años desde las últimas votaciones. En este caso sería el 10 de noviembre de 2023, pero teniendo en cuenta que la disolución de las cámaras debe llevarse a cabo 25 días antes de la conclusión de ese periodo y otras circunstancias más, la fecha todavía está por determinar.

Mucho se ha hablado y más se hablará de los juegos malabares de Sánchez para convocar las elecciones generales y permanecer en el poder hasta el último minuto. El mes diciembre resultaría bastante controvertido a la hora de encajar fechas, principalmente por las festividades que contempla el calendario en esa época. Últimamente se ha instalado como probable el 3 de diciembre, pero hay que tener en cuenta el inconveniente de la presidencia rotatoria de la Unión Europea que corresponde a España y será durante el último semestre de 2023. Por si no hubiera bastantes contratiempos, se da la curiosidad de que la princesa Leonor cumplirá la mayoría de edad el próximo 31 de octubre. Ese día debe jurar la Constitución en las Cortes, y en esa fecha no pueden estar disueltas las cámaras, algo que se produciría en el caso de que se celebraran las elecciones en la fecha que correspondería legalmente, que sería el 10 de noviembre.

Volviendo al tema principal de la fecha del 28-M, Feijóo también dijo esta semana que se hacia “corresponsable” de los resultados que sucedan en las urnas. Una manera de apelar a la lógica electoral y de comprometer su liderazgo -algunas buenas encuestas bajo el brazo debe tener-, y que llegada la hora de los posibles resultados también pueda recoger con interés, de cara a su “combate” final y determinante con Sánchez. El jefe de la oposición sabe que deberá soportar un estilo agresivo por parte del Gobierno, que no pierde oportunidad alguna y no repara en descalificaciones de todo tipo, y que deberá mantener cierta calma evitando entrar en las provocaciones, pero señalando a la vez los múltiples errores del Ejecutivo: principalmente en las subidas de impuestos y en la inflación que no cesa, sin olvidar las leyes del “Solo sí es sí”, “el caso Tito Berni”, la división del feminismo, la Ley Trans, el desmantelamiento de algunas instituciones… y un largo etc.

Núñez Feijóo, por su parte, debe subir el listón de su actitud de oposición y ofrecer una mayor claridad en sus propuestas, principalmente económicas que son las que más duelen y molestan a los españoles. El modelo económico irlandés, por ejemplo, ha sido un éxito total en esta década, y debería servir de inspiración y reflejo para los proyectos de un posible futuro Gobierno, pero anunciando esos cambios como gran aliciente y garantía. Mientras tanto, Sánchez se apuntará los éxitos del turismo nacional e internacional como escaparate de su gestión, aunque luego él y todo el Gobierno se olviden de que seguimos siendo el país con más paro de Europa y nadie se acuerde de las interminables colas del hambre que cada día aumentan entre las familias de clase media.

Los populares saben que los votantes se guían por criterios algo distintos cuando tienen que depositar en la urna la papeleta municipal, autonómica o de las generales; principalmente en el voto a los alcaldes que suelen ser los más cercanos y reconocidos, y en los que no se vota tanto por la sigla de partido como por el nombre del candidato. Tal vez por ello algunos políticos esconden o minimizan las marcas o logotipos de su organización y centran el apoyo en su marca personal, ya que casi siempre las municipales reflejan el malestar que puede provocar el Gobierno central. También destaca el hecho de que las autonomías disfruten de una buena gestión fiscal y puedan propiciar con ello que el voto cambie de sentido, guiándose los votantes por esas ventajas o ayudas fiscales. De eso, de sus alicientes monetarios, sabe mucho Isabel Díaz Ayuso que acaba de anunciar una nueva batería de rebajas a través de deducciones en el IRPF.

Aunque sigamos instalados en esta precampaña perpetua que parece que nunca se termina, dentro de unas semanas tendremos una doble ración y se iniciará la otra, la campaña oficial del 28-M, y se incrementará aún más la presión y agitación política sobre los ciudadanos que cada día están más hartos de que baje su poder adquisitivo y no suba la inteligencia de sus políticos. Lo único que recibe el votante en estos tiempos son las actitudes de ciertos líderes que solo viven para la pelea política, y están más preocupados por sus intereses personalistas y de poder -Iglesias versus Yolanda Díaz- que por las necesidades reales de los ciudadanos. Son malos tiempos para casi todo, pero -insisto- la política y los políticos nos afectan demasiado en nuestras vidas y en nuestros bolsillos… y todos los días se meten hasta en la sopa. Ven, Capitán Trueno, haz que gane el bueno.

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