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Cortinas de humo, violencia y problemas reales en la crisis del Covid-19

Cortinas de humo y problemas reales, una batalla de 2021
Cortinas de humo y problemas reales, una batalla de 2021
HGF / Pixabay

Se acaba de cumplir un año desde que la tragedia del Covid-19 se instaló con toda su crudeza en Europa. La dimensión humana de la crisis no tiene referencias que podamos comprender salvo las de una guerra. En España ha muerto una persona cada ocho minutos por Covid, 183 al día, según los datos del Gobierno. La magnitud del golpe económico tiene sus propios números: 3.900 euros por segundo de incremento de la deuda pública, un nuevo parado por minuto, otro empleado en ERTE y cinco empresas destruidas por hora. Son las cuestiones urgentes e importantes, de vida o muerte, que deberían ocupar en este momento, por unanimidad, la agenda política de gobernantes y opositores. El objetivo debe ser aportar soluciones en lo sanitario, económico y administrativo en días en los que la inoperancia, inacción y ineficiencia en la gestión de la crisis supone más o menos muertos y contagiados; más o menos arruinados y empobrecidos.

Resulta incomprensible que, de un tiempo a esta parte, se esté discutiendo sobre si hay calidad democrática en España o la libertad de expresión a raíz del caso Pablo ‘Hasél’ Rivadulla, en la cárcel por enaltecimiento del terrorismo y reincidencia. Causa indignación que partidos como Podemos, ERC, EH Bildu, CUP o Junts hagan 'casus belli' con el rapero que soltaba barbaridades a diestro y siniestro. En una entrevista en 2014, Pablo Iglesias respondió entonces con sensatez ante uno de los ejercicios de libertad de discurso del rapero cuando le dio a elegir, en forma de pregunta, entre acabar con la vida del Rey, Aznar o Amancio Ortega: "Con esta gente ni que se acerque a mí… Sus problemas no son políticos, son de psiquiátrico". La Audiencia Nacional desarmó el alegato Hasél: “El discurso del odio no está amparado por la libertad de expresión”. Ya en mayo de 2019, la Fiscalía General del Estado de María José Segarra blindó zanjó este debate. 

Estos debates entre la 'alta política' española y catalana invitan a pensar que ha pasado página de la crisis pandémica. ¿O solo que está distrayéndose y distrayendo a los demás? Son cortinas de humo son inoportunas por lo que está en juego. Es como ponerse a discutir sobre la decoración cuando se está quemando la casa. Hay grandes males a la vuelta de la esquina que urge solucionar o mitigar. Por ejemplo, dentro de pocas semanas vencerá la moratoria crediticia que se instauró con motivo de la pandemia en 2020. Extenderla solo sirve para aplazar y agrandar un problema que llevará a miles de hogares, autónomos y empresas a un modo de quiebra si el Estado no lo remedia. ¿Qué pasará con los ERTEs de aquellas compañías que saben a ciencia cierta que no podrán mantener el empleo o van a cerrar?

El primer año del Covid-19 ha puesto de manifiesto que los gobiernos que adoptaron políticas enfocadas a las ayudas directas a sus ciudadanos y empresas han conseguido reducir la destrucción de sus economías y van a salir antes o más fuertes de la crisis. También parece indiscutible augurar que los países que han sido más rápidos y organizados con las vacunas pondrán remedio antes a la tragedia sanitaria y económica. La llegada de Mario Draghi al Gobierno de Italia puede marcar un punto de inflexión en la percepción social de los políticos en Europa. Un Ejecutivo como el italiano, compuesto por profesionales con mayúsculas de la sanidad, la economía y la organización, se ha marcado como prioridad acelerar su programa de vacunación por encima de todo, además de aplicar reformas fiscales y administrativas que eliminen cargas, tributos y obstáculos para la recuperación. Parece de buen juicio apostar por la ejecución frente a las ideas ante una situación de emergencia.

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