Agitación en los mercados

El nuevo termómetro de la crisis Covid: ¿está justificado el miedo a la inflación?

Los estímulos billonarios de bancos centrales y gobiernos, la liquidez barata, el precio de las materias primas revalorizándose y la vacunación en marcha hacen temer un repunte del consumo en modo 'rally'

El nuevo termómetro de la crisis: ¿está justificado el miedo a la inflación?
El nuevo termómetro de la crisis: ¿está justificado el miedo a la inflación?
Pixabay

Nueve letras: inflación. El fantasma al que los bancos centrales no quieren ver ni en pintura se ha colado en las últimas semanas en las advertencias de los organismos internacionales y gestoras. El miedo a que una subida acelerada y repentina de los precios pueda comprometer la salida de una recesión sin precedentes está agitando el panorama en los mercados. Tanto, que ya tiene efectos visibles en la renta fija, donde el interés de los bonos de referencia en Estados Unidos y Europa empieza a despertar de su letargo. Si la atonía de los precios se había convertido en la tónica general tras la pasada crisis financiera, ahora preocupa que las economías sobrerreaccionen a los estímulos billonarios -tanto monetarios como fiscales- con un aumento masivo del consumo que acabe disparando los precios por encima incluso de lo previsto. Pero ¿Están del todo justificados estos temores?

La inflación en Europa aumentó bruscamente en enero al pasar la tasa interanual del -0,7% de diciembre al 1,6% el mes pasado. Este movimiento se ha debido sobre todo a que Alemania ya ha dado marcha atrás en la reducción de los tipos del IVA que aprobó de manera temporal en julio pasado para hacer frente a la crisis. Si bien, de momento parece descartarse la opción de que hayan empezado a producirse las primeras tensiones reales sobre los precios o los salarios, ese temor está calando en los mercados. Sobre todo ante el chorro de liquidez masiva y barata inyectado por el Banco Central Europeo y su apoyo contundente a través de su programa de compra de deuda, que ha disparado su balance hasta los 6,98 billones de euros con datos a 31 de diciembre pasado. También, cuando los países están cada vez más cerca de empezar a recibir parte de los fondos del plan de recuperación 'Next Generation' que les corresponden. 

En el caso de EEUU, el alza del IPC se mantuvo el mes pasado en el 1,4% y ha sido el dato de ventas minoristas el que ha descolocado a propios y extraños. Las ventas al pormenor se dispararon un 5,3% cuando los principales consensos no preveían que lo hicieran más allá del 1,1%. Cabe recordar que sólo unos días antes, a finales de diciembre, demócratas y republicanos lograron ponerse de acuerdo en un paquete de ayudas directas de 900.000 millones de dólares destinados a las familias y a las empresas. Dinero fresco. El Gobierno federal lleva aprobados 3 billones de dólares en estímulos a la economía y la nueva Administración Biden tiene previsto aprobar ahora otro plan de 1,9 billones que se suman a las compras masivas de deuda por parte de la Reserva Federal -su balance se ha visto catapultado un 78,4% hasta los 7,44 billones de dólares de febrero de 2020 hasta hoy-.

El 'superciclo' de las materias primas

En medio de esta coyuntura ha entrado en juego otro factor. Es lo que algunos analistas han dado en llamar un nuevo 'superciclo' de las materias primas. El aumento de la demanda por parte de gigantes como China, cuya economía crece ya en términos trimestrales por encima de como lo hacía antes de que estallase la pandemia (6,5% en el cuarto trimestre frente al 6% del mismo periodo un año antes), ha despertado el precio de metales industriales como el aluminio, el cobre o el hierro... pero también el del petróleo. En el caso del 'oro negro' el impacto es evidente, puesto que el barril de Brent acumula un alza del 24,9% desde enero hasta el entorno de los 64,7 dólares en los que se mueve esta semana y la revalorización es aún mayor para el estadounidense West Texas Intermediate (WTI), del 26,9% hasta los 61,5 dólares. 

Estímulos masivos, liquidez barata, el precio de las materias primas revalorizándose y la vacunación en marcha y aumentando... De ahí que estos días se haya apreciado un ligero aumento de los costes de financiación para las principales economías en el mercado secundario. La rentabilidad del bono español a diez años ha llegado a superar el 0,3%, su nivel más alto desde el pasado mes de septiembre. En Estados Unidos ha sido el alza del 'treasury' por encima del 1,3% en algunos momentos de esta semana -por primera vez desde febrero de 2020- la que ha hecho saltar algunas alarmas. El motivo es que los rendimientos de la deuda (que se comportan en sentido inverso al precio) tienden a aumentar cuando lo hacen las expectativas de un movimiento al alza de la inflación. 

Si los precios suben o está previsto que lo hagan, los bancos centrales pueden empezar a plantearse reducir las compras de activos y el resto de estímulos y acercar el horizonte de una subida de tipos. Esta posibilidad, provoca un trasvase del ahorro desde la renta variable hacia la renta fija. El peor de los escenarios sería que los emisores se precipitasen y encareciesen la financiación a la economía demasiado pronto, algo que en principio y teniendo en cuenta las últimas declaraciones tanto de Jerome Powell como de Christine Lagarde, parece en principio poco probable. 

El periodo de debilidad de los precios va tocando a su fin

En el caso concreto de la primera economía del mundo, las expectativas de inflación se encuentran actualmente en su nivel más alto de la última década. "Esperamos un fuerte crecimiento en Europa y -debido al apoyo fiscal masivo- un crecimiento aún mayor en Estados Unidos en 2021", explica Jan Viebig y Laurent Denize, de la gestora Oddo BHF. Ambos explican que durante la pandemia, los particulares se vieron obligados a ahorrar y que este dinero volverá a fluir en la economía cuando se levanten las restricciones. Por ello ven ya "los primeros indicios de que el largo periodo de inflación extremadamente baja llegará a su fin y que la inflación aumentará moderadamente, más fuerte en EEUU y menos en Europa".

El comportamiento de los precios pasará a convertirse por tanto en un termómetro de la confianza de los mercados financieros tan importante como lo han venido siendo las vacunas contra la Covid-19 desde el pasado mes de noviembre. "Creemos que, a partir de ahora, la inflación será la variable más seguida por los inversores, que actuarán en función de su evolución, siempre tras analizar en detalle los factores que están condicionando su comportamiento para determinar si estos son de tipo coyuntural o estructural", apuntan desde Link Securities.

Otros activos pueden verse afectados en adelante. Históricamente, los inversores tienden a comprar oro para protegerse de la inflación, por lo que "podríamos esperar flujos adicionales en el metal precioso este año", explica Giles Seurat, Gestor de multiactivos de La Francaise AM. Ese movimiento debilitaría, a su vez, al dólar. Sin embargo, Aitor Méndez, bróker de IG, entiende que si el primer pensamiento del mercado es que el recalentamiento de la economía por los ingentes estímulos acabará por provocar un alza de los precios que obligará a la Reserva Federal (Fed) a subir los tipos de interés en contra de su propia voluntad, esto ya no gustará nada a los inversores que se posicionan alcistas en el metal precioso.

 

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