Cuaderno de venta

El Ibex 35, un problema que necesita una reflexión más que una revisión

Un panel que marca el Ibex 35, en el Palacio de la Bolsa.
Un panel que marca el Ibex 35, en el Palacio de la Bolsa.
Europa Press

Un índice de bolsa debe ser transparente, previsible y fácil de entender para poder usarlo como guía de inversión. Todo lo contrario a lo que es hoy en día el Ibex 35, la referencia del mercado español. La revisión en su composición anunciada esta semana es el síntoma de un problema que viene de lejos y que requiere de una urgente reflexión. Los inversores del siglo XXI tienen acceso a decenas de miles de acciones y bonos de empresas en cualquier lugar del mundo a golpe de clic gracias a internet. En este contexto, las plataformas de bolsa compiten unas con otras por captar a las mejores compañías cotizadas, pero a veces olvidan, caso del mercado español, en esforzarse por atraer a los mejores inversores y al mayor número de ellos.

Desde la filial española de Deutsche Bank alertaban que grandes gestoras de fondos han sacado de su radar a la bolsa española porque la ven como si "latinoamericana" (emergente y no desarrollada), además de su exceso de concentración en sectores regulados como energía, banca y telecomunicaciones que suponen dos tercios de su composición. El aviso caerá probablemente en saco roto como otros del pasado. Por ejemplo, firmas de gestión pasiva como Blackrock, Amundi o Vanguard lamentan la falta de liquidez bursátil de algunas acciones en las que invertirían más pero tiene poco free-float (porcentaje del capital que no está cautivo en manos de accionistas de control o estables en una empresa).

Los llamados índices de referencia, de bandera, que asocian un código a un país, juegan un rol clave en seducir al capital en ese escaparate mundial. La relevancia es cada vez mayor tanto para la economía, sus empresas y empleados. Marcan la diferencia entre tener una bolsa fuerte o débil. El Ibex 35 ejerce desde 1992 ese papel protagonista. Es un índice ponderado por la capitalización bursátil libre (free-float) de sus componentes y enfocada en la liquidez bursátil, es decir, el nivel de actividad liquidez en compraventas. En la teoría, los criterios de selección de las empresas que lo componen parecen claros, pero en la práctica no tanto como se ha demostrado una vez más.

La decisión de excluir a Viscofan, un referente internacional en el sector industrial y alimentario, llama la atención cuando se trata de una empresa de más de 2.500 millones de euros que cumple con el criterio de tamaño (mínimo del 0,3% de la capitalización libre del Ibex 35) que se exige para estar en el índice. Se trata de un valor estable, de calidad, con accionistas de prestigio como Corporación Alba (March), el fondo de pensiones holandés APG y firmas como Wellington, Marathon o Vanguard, entre otras. Todos ellos financieros, que dan a esta acción un coeficiente de free-float del 100%. Su relevo en el índice es Laboratorios Rovi y no hay nada que objetar. Es una farmacéutica de casi 4.000 millones de euros de valor en bolsa que se ha ganado con creces estar en el indicador, con una acción más líquida e inversores ancla igual de prestigiosos. A su favor, además, es una empresa familiar con el 60% de las acciones en manos de los López-Belmonte.

Lo que no cuadra para nada es el cambio de una buena acción por otra buena acción cuando hay títulos en el Ibex 35 que hace tiempo no dan la talla. Es un lujo para el mercado el sacrificio de sus mejores ‘jugadores’ que tienen la capacidad de atraer a más y mejores inversores. Por ejemplo, la situación de la hotelera Meliá o la farmacéutica Pharmamar que incumplen de forma reiterada y desde hace tiempo el requisito de capitalización mínima del 0,3% del valor total del Ibex 35. Sin embargo, seguirán dentro del indicador. 

Más allá de que no lo están haciendo bien en términos de rentabilidad, su permanencia supone una pérdida de oportunidad para incorporar empresas punteras con capacidad de dar otro aspecto al índice y, sobre todo, potencial de crecimiento. Haberlas, haylas. Ebro Foods (alimentación), Gestamp (automoción), CAF (industria), Amrest (hostelería) o Coca-Cola European Partners (bebidas) tienen la dimensión y la presencia internacional como dar otro aire al Ibex 35 fuera de los sectores habituales sota-caballo-rey de la energía, banca y telecomunicaciones. En 2021 todavía sorprende la falta de presencia del sector tecnológico, con la excepción de Amadeus, un gigante que podría cotizar en el Nasdaq con múltiplos todavía mayores.

En cambio, no parece que nada vaya a cambiar. El índice Ibex 35, una marca propiedad de BME-Six Group, está gestionado por un comité asesor formado por 9 ‘sabios’ del mundo académico financiero con vasta experiencia y un rango de edad elevado. Se encargan de definir quién entra o sale, cuál es el peso que debe tener una empresa en función del accionariado estable que tenga y de establecer un criterio sobre la calidad de la negociación en una empresa en función de los datos de volumen de contratación. Su criterio ya ni siquiera se discute porque cada vez más inversores y gestores españoles miran a otros mercados como demuestran las carteras de las firmas independientes que mejor van. Las voces críticas recuerdan como hasta el estallido de la pandemia del Covid-19 en febrero de 2020, el sector farmacéutico estaba infrarrepresentado con la sola presencia de Grifols, que es casi más una empresa de Wall Street que del Ibex. Desde entonces, el comité ha dado entrada a Almirall, Pharmamar y ahora Rovi. Nunca es tarde para enmendar los errores.  

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