A partir del 24 de marzo en España

Streaming wars: Disney+ y Netflix sacan ya ventaja en la locura por invertir en TV

  • El 'agujero negro' de Netflix
  • Las cinco grandes de contenido digital se gastaron 27.000 millones en producción propia en 2019 para preparar la llegada de los de Mickey Mouse.
Baby Yoda en The Mandalorian
Baby Yoda en The Mandalorian
Disney

Las ‘streaming wars’ hace años que rompieron todas las fronteras y balances posibles. Sirva como ejemplo abrumador el supuesto coste (nunca hay cifras completas de lo que se gastan realmente) que destinaron las cinco grandes plataformas (Netflix, Amazon, HBO, Disney -con Hulu ya- y Apple) en producciones originales para sus servicios digitales durante el año 2019: alrededor de 27.000 millones de dólares… que es la misma cantidad que todas las empresas de Wall Street declararon en beneficios en el último año completo, según las estimaciones de la LA Film Comission.

Todo ello, con el desembarco del indudable gigante del espectáculo del siglo XX todavía en fase inicial. Disney va ahora a por el resto del mundo y toma posiciones, como si fuera la flota imperial en las inmediaciones de un planeta acosado. Pronto, muy pronto, el próximo 24 de marzo, desembarcará en España. Y en Alemania, Reino Unido, Francia, Italia… Si usted ha pecado de curioso y ha puesto durante estos días en su buscador la palabra Disney ahora le aparecerán de forma continua anuncios promocionados de la plataforma en Facebook, Twitter, Instagram, Youtube…

Que por falta de promoción no sea. A un precio aparentemente competitivo (de 59,90 euros al año si se aprovecha la oferta hasta el 23; de 69,90 a partir de entonces) viene con una artillería difícilmente batible si la artillería en la televisión a demanda se midiera solo por el catálogo (que no es poco): todo el universo Disney (incluyendo Pixar), Marvel, Star Wars, los Simpsons (y lo que decidan ofrecer de un estudio clásico como Fox), National Geographic...

Según la propia web, más de 1.000 películas y la promesa de series exclusivas de sus mundos imaginarios, es decir, de 'vengadores' y mundos próximos a la saga galáctica. Y 'The Mandalorian', con su Baby Yoda bajo el brazo, incluida. Aparentemente competitivo es el precio también, porque si se acepta el descuento en esta recta final se firma por un año y no por meses, como sí permite la plataforma una vez pasada la promoción.

Como es lógico, Disney quiere asegurarse la base de clientes más allá de un par de meses. En cualquier caso, el precio más alto mensual es menor al de HBO (de 8,99 euros al mes una vez pasan unas dos primeras semanas gratis), parecido al Netflix básico de una sola pantalla con calidad mínima (7,99 euros) y mucho más económico del Netflix Premium a 15,99 euros que permite las cuatro pantallas y la máxima calidad de reproducción (Disney oferta ese número de dispositivos pero no garantiza todo su catálogo en Ultra HD o 4K Ultra HD).

A todo esto, el estreno europeo viene con la ventaja de haber probado el éxito en casa. De nuevo, aparentemente. Porque en los primeros días emn Estados Unidos hubo problemas técnicos más que llamativos en las reproducciones. Quitando ese gran pero cuando se habla de un servicio de streaming, casi todo lo demás ha salido como podían soñarlo en la sala de estrategas más optimistas si se miran los números.

A principios de febrero, cuando Disney presentó sus resultados hasta el último trimestre del año 2019 (primer periodo que recoge el lanzamiento de Disney+ en Estados Unidos, Canadá, Australia, Países Bajos y Nueva Zelanda desde mediados noviembre), también desveló que había superado los 28,6 millones de suscriptores en poco más de dos meses y medio de funcionamiento.

Netflix no alcanzó una base similar, también en el mercado americano, hasta finales de 2012, justo en el momento en que ya empezaba a crearse un nombre y anticipar sus primeras grandes superproducciones: 'House of cards', 'Orange is the new black' o la primera serie del universo Marvel: 'Daredevil'. No es del todo una paradoja que creciera gracias a los dominios de Disney, sino una apuesta empresarial: en sus comienzos, Netflix ganó clientes a base de talonario para meter en su catálogo a superhéroes, galaxias y dibujos animados.

Eso se le fue acabando según se acercaba el advenimiento de Disney+ y por ello tiró de deuda (el gran punto débil de Netflix para los inversores) para crear con un diluvio de millones sus propios éxitos y construir así una oferta propia y exclusiva. Ahora, Netflix se aproxima a los 200 millones de suscriptores en todo el mundo (167 en el último recuento y una previsión de 175 para este marzo, tras acumular aumentos del 20% desde hace varios trimestres), con una estrategia de expansión global que también animará la sala de estrategia de su sede, en Los Gatos.

Solo hay que mirar la evolución de la acción en los últimos meses. Ahora mismo, incluso en plena convulsión a cuenta del coronavirus, Netflix no está muy lejos de sus máximos históricos, a unos 370 dólares la participación (el tope lo alcanzó en julio de 2018, cuando sobrepasó los 410 dólares). Tras el bache sufrido durante el verano de 2019, que le empujó hasta los 250 dólares a finales de septiembre, y ciertas dudas renovadas cuando Disney aprovechó el Thanksgiving para meterse en las pantallas de medio Estados Unidos, ha recuperado fuelle semana a semana en el último trimestre.

Hoy, Netflix vuelve a volar, con un valor de capitalización bursátil que supera los 165.000 millones y hasta 'se atreve' a dar por primera vez cifras regionalizadas en sus resultados. Lo hizo en los del último trimestre y en ellos se pudo ver que la división de Europa, Oriente Medio y África aportó unos 1.500 millones de dólares de ingresos con 51 millones de suscriptores, algo así como un 50% de recaudación más de lo que sumaba a finales de 2018. Por comparar, el mercado norteamericano les aporta 2.600 millones y 68 millones de usuarios, con aumentos anuales en torno al 20%. 

Disney también ha pasado su propio cinturón de turbulencias. En particular, después de que hace apenas unos días se conociera la marcha de Bob Iger como consejero delegado después de 15 años en los que ha llevado a Disney las franquicias de Pixar, Marvel y Star Wars. "Creo que este es el momento óptimo para una transición a un nuevo consejero delegado", señaló el propio Iger en el comunicado oficial antes justo de puntualizar que se iba tras comprobar el éxito del servicio de streaming y de avanzar en la integración de Twenty-First Century Fox en el grupo.

Desde entonces, la acción ha sufrido las dudas de unos inversoras que, hasta ahora, habían apoyado la estrategia de Disney para su irrupción en las 'streaming wars'. Por razones muy distintas a Netflix y su agresivo apalancamiento, Disney contaba con el beneplácito del mercado gracias a una prudencia poco común en esta guerra entre gigantes. El gigante del entretenimiento fue a lo seguro, que es su potencia de fuego, y no le pudo la ansiedad de estrenarse con una larga lista de series exclusivas. Les bastó con 'The Mandalorian'.

Y poco más excepto su propia capacidad de atracción; los primeros superhéroes y otras galaxias lejanas e institutos cercanos (por su querencia a las comedias juveniles de nicho) vendrán ya este mismo año. Su conquista será por cansancio del rival. Tal y como recoge el informe de la LA Comission, Disney apenas gastó 500 millones de dólares en producir contenido propio para su plataforma el año pasado y, según las propias cuentas de Disney, sus ingresos atribuibles a la nueva plataforma se dispararon en casi 3.000 millones durante el último trimestre de 2019 (en el que solo hubo apenas un mes de streaming y también tras digerir a Hulu). Netflix, por su parte, se acercó a los 15.000 millones de gasto en producción exclusiva durante el año pasado, incluyendo películas de 160 millones cada una como 'El irlandés' y '6 en la sombra'.

Si Disney ha logrado nada menos que 30 millones de suscriptores en tres meses sobre una población total de 410 millones de personas (la suma de Estados Unidos, Canadá, Australia, Países Bajos y Nueva Zelanda), ahora que amplían el foco a otros 350 millones de europeos (Alemania, Austria, España, Francia, Irlanda, Italia, Reino Unido y Suiza, que son los países que se conectarán al streaming de Disney el 24) las apuestas se redoblan. Solo que el rival se ha ido a la otra parte del cuadrilátero.

Porque a la empresa de Reed Hastings se le elogia por su acertada política de expansión internacional (a la que le resta todavía la verdadera conquista de Asia), basada igualmente en apostar por producciones locales que, como ha ocurrido con las españolas 'La Casa de Papel' o 'Elite', han sido bombazos internacionales. India, Alemania, Francia... en cualquier país se puede esconder el próximo gran éxito de la plataforma. Y no dejan de buscarlo.  

¿Y el resto? Sin salir de los cinco grandes, HBO ha resistido casi todos los embates que les han lanzado en la batalla de las series televisivas en la última década. Lo ha hecho contra Netflix y contra cualquiera. Con 'Juego de tronos' y sin ella. La plataforma de Warner, adquirida hace año y medio por el gigante de las comunicaciones AT&T, espera coger viento de cola precisamente de su nuevo dueño, que cuenta con más de 150 millones de clientes telefónicos en Estados Unidos que podrían sumarse en parte al streaming si ahora se les ofrece un paquete que vendrá con el nombre de HBO Max (en el resto del mundo no habrá mucho cambio en esta plataforma).

Casos muy distintos a los anteriores y entre sí lo conforman Apple y Amazon. La empresa de la manzana irrumpió en el paisaje del streaming en 2019 con una serie de bombazos muy caros y plagados de estrellas (con media docena de series gastó tanto como todo HBO) y algo llamó la atención, con nominaciones a premios. Pero tampoco ha roto el mercado. Aun así, tanto para ella como para Amazon los inversores aplican la misma fórmula: el negocio del streaming apenas es una gota en las cuentas de resultados de empresas que ganan miles y miles de millones en sus principales áreas. 

Aun así, Amazon se guarda un as en la manga que puede cambiar el escenario a medio plazo. Tras una dura pugna con Netflix, la empresa de Jeff Bezos puso sobre la mesa hasta 250 millones por hacerse con los derechos de la nueva serie (o series) ambientadas en 'El Señor de los anillos'. En una empresa que no gasta poco en sus series (alrededor de 5.000 millones en 2019), ahora toca ambientar el mundo de Tolkien y hacerlo a lo grande, con unas especulaciones que apuntan a un coste de 1.000 millones solo para la primera temporada. Pero esa guerra será otra y tardará todavía en llegar a las pantallas de todo el mundo. Por ahora, Netflix y Disney miran muy de lejos a sus rivales en cuanto a impacto mundial y económico. Es su gran guerra. 

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