En plenas turbulencias

El BCE aprieta a la banca para que optimice su estrategia verde antes del final de 2024

La entidad presidida por Lagarde ha marcado los plazos para que los bancos que supervisa consigan sus objetivos sostenibles. Además, asegura que seguirán de cerca a las instituciones y que de ser necesario aplicarán medidas. 

Frank Elderson, miembro del Comité Ejecutivo del BCE
Frank Elderson, miembro del Comité Ejecutivo del BCE
Europa Press

El giro verde del sector financiero sobre el cambio climático no se frena ni con la crisis del Credit Suisse y la inestabilidad alrededor del Deutsche Bank. El Banco Central Europeo (BCE) no levanta la presión sobre los pesos pesados del sector y ha colocado como límite finales de 2024 para que ajusten sus estrategias ‘verdes’ a las expectativas supervisoras del BCE. “Este plazo de implementación también garantiza la igualdad de condiciones para todos los bancos en la unión bancaria. Después de 2024, ya no se tolerará que se identifique un riesgo como material y que no se aborde adecuadamente”, ha apuntado el vicepresidente del consejo de supervisión del BCE, Frank Elderson, en un discurso en Amsterdam. 

Elderson ha vuelto a recordar este lunes a los bancos que les quedan meses para abordar esta transformación. “Me gustaría enfatizar que seguiremos de cerca el progreso de los bancos con respecto a los plazos y, si es necesario, utilizaremos todas las medidas en nuestro conjunto de herramientas para garantizar el cumplimiento de nuestras expectativas”, señaló Elderson. Además, para asegurarse de que se cumplan plazos, el BCE ha establecido una serie de metas volantes.

Así, para finales de este mes, todos los bancos deben contar con una evaluación sólida y completa de la materialidad y análisis del entorno empresarial. Para ello deben realizar un test del impacto de estos riesgos en sus actividades de acuerdo a los riesgos climáticos y medioambientales (C&E- climate-related and environmental por sus siglas en inglés). 

En julio, el BCE publicó los resultados de su primer test de estrés climático y los resultados pusieron de manifiesto que a las entidades les quedaba mucho camino por recorrer. Alrededor del 60% de las entidades no disponía entonces de un marco de pruebas de resistencia sobre el cambio climático ni tampoco lo incluía en sus modelos de riesgo de crédito. Por ejemplo, apenas el 20% de las entidades lo tenía en cuenta como una variable en el momento de conceder un préstamo.

Aunque en verano los resultados no conllevaban una penalización en lo cuantitativo, el BCE dejó la puerta abierta a que en el futuro los riesgos climáticos sí pudieran tener un impacto en los ratios de capital. De hecho, los test se publicaron de forma agregada para evitar que el mercado aplicara diferenciaciones significativas entre ellos. El BCE envió todas las exigencias a los bancos de forma global e individual y esperaba que se tomaran en cuenta las medidas indicadas. Es por esta misma razón que consideran que “2023 es un año crucial para traducir las ambiciones en prácticas internas sólidas, para lo cual se necesitan avances sustanciales", señala 

La institución presidida por Lagarde destaca que desde hace algunos años muchos bancos ya han tomado medidas al respecto. Y asegura que en relación a las regulaciones internacionales, como el Acuerdo de París, están comprometidos a seguir con el enfoque basado en riesgos climáticos y medioambientales. “Espero que la comunidad bancaria internacional levante la voz en los diversos foros internacionales (...) Lo que los bancos deben asegurarse ahora es que esta ambición también se traduzca en la práctica. Esta es la única forma de mantenerse sólido en un futuro de carbono neto cero”, finaliza.

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