Viraje en el templo de la ortodoxia

El Banco de España baja al terreno y da un giro inédito en sus recetas anticrisis

La pandemia fuerza un cambio de rumbo en las recomendaciones en política económica, fiscal y laboral. Apuesta por respuestas focalizadas y temporales en los hogares, sectores y empresas más vulnerables.

Pablo Hernández de Cos, Banco de España
El Banco de España baja al terreno y da un giro inédito en sus recetas anticrisis
Agencia EFE

El Banco de España ha dado un giro inédito en sus recetas anticrisis. El supervisor ha pasado en cuestión de meses de defender la necesidad de reestructuración de sectores completos para evitar una apocalipsis zombi empresarial a apostar por un pacto de rentas entre patronal y sindicatos que incorpore la obligatoriedad para las empresas de proteger el empleo a cambio de subidas de sueldos moderadas para los trabajadores. Un complejo juego de equilibrios que el propio presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha asumido como necesario para hacer frente a las consecuencias económicas de la guerra en Ucrania. El contexto ha cambiado respecto a hace tan solo dos años -y en comparación con hace apenas dos meses- y Pablo Hernández de Cos, gobernador del banco central patrio, no solo ha sabido verlo, sino que se ha adelantado a los acontecimientos con unas recomendaciones que distan notablemente de las que emitía la que es ahora su casa hace quince años y posiciona al organismo como un referente en materia de política económica anticrisis.

Hernández de Cos es doctor en Ciencias Económicas por la Universidad Complutense de Madrid, licenciado en Ciencias Económicas y Empresariales por CUNEF y en Derecho por la UNED. Antes de su actual cargo fue director general de Economía y Estadística del BdE y jefe de la división de Análisis de Políticas Económicas en el Servicio de Estudios del banco, así como asesor del Comité Ejecutivo del Banco Central Europeo. Su trayectoria le avala. Lo que no imaginó cuando se licenció en 1993 es que tres décadas después le tocaría vivir varias de las peores y más complejas crisis económicas de la historia. Afronta esta etapa con la seguridad de quien acumula lecciones aprendidas y con la gratitud de haber sido influyente en Frankfurt y en Madrid, con recetas pioneras que con el paso del tiempo se han convertido en vademécum. Y también con la inevitable preocupación que genera un contexto de incertidumbre tan volátil como el actual. Con las manos atadas, pero con la convicción de que sus recomendaciones no caen en saco roto.

Desde que ascendió a gobernador, el Banco de España ha dado un viraje que ha roto el mantra ultraliberal que históricamente ha pesado sobre el organismo. Dos años después de sustituir a Luis Linde se le echó encima una pandemia mundial y otros dos años más tarde, una guerra en suelo europeo y una peligrosa crisis de precios energéticos y de ruptura en las cadenas de suministros con graves consecuencias para España. En distintos círculos económicos se percibe un cambio claro de la institución a la hora de abordar las recetas contra las crisis. Sea por lo aprendido del crack financiero de 2008, cuando el papel que desempeñó el BdE fue más que cuestionable por no haber sido capaz de pinchar a tiempo la burbuja inmobiliaria y de crédito, sea por las lecciones pandémicas asumidas en tiempo récord, atrás quedan las recetas propias del templo de la ortodoxia. El Banco de España ahora baja al barro, pisa el terreno y tiene otras sensibilidades más cercanas a las necesidades reales del tejido productivo y de los propios trabajadores.

Así lo perciben incluso los sindicatos. De Cos mantiene una excelente relación tanto con el secretario general de CCOO, Unai Sordo, como con el líder de UGT, Pepe Álvarez. Una fuente con más de tres décadas de experiencia en una de las grandes organizaciones sindicales del país apunta a que "con De Cos ha habido un antes y un después" respecto a la visión económica del BdE. "Antes era el templo de la ortodoxia mainstream, pero tras la pérdida reputacional que acarreó su aproximación a la burbuja inmobiliaria se ha producido un giro y una apertura clara a cuidar otros ámbitos, como el mercado laboral", indica este dirigente sindical. Los servicios de estudios del banco están más conectados que nunca con los de los sindicatos, hasta tal punto que el último informe del BdE sobre el salario mínimo interprofesional, mucho más benevolente que anteriores enfoques al respecto del impacto de las subidas sobre la creación de empleo, toma como referencia un estudio de Comisiones Obreras.

La sustancia del análisis no ha cambiado, pero ahora se intenta equilibrar el mensaje desde una forma de comunicar que pretender ser más eficaz. El Banco de España admite que las subidas del SMI reducen la desigualdad, pero también advierte del coste de oportunidad en términos de creación de puestos de trabajo estables. "Ahora tratan a los ciudadanos como adultos, siguen diciendo que los Reyes no existen, pero dan el contrapunto positivo a todos sus análisis". Así resume un analista el viraje del organismo. El SMI es solo un ejemplo de cómo hoy se abordan asuntos sensibles sin generar la animadversión del pasado. Sucede lo mismo con la cuestión del despido. Si al principio de la pandemia el banco central pedía al Gobierno que permitiera los ajustes sectoriales necesarios para evitar la zombificación de buena parte del tejido productivo, ahora el mensaje es otro. Con la lección del Covid aprendida, el BdE se alinea ahora con la vicepresidenta segunda del Gobierno, Yolanda Díaz, en demandar a las empresas que adquieran compromisos de mantenimiento del empleo.

El mensaje, en cualquier caso, tiene un contexto. En un escenario de escalada de la inflación, el Banco de España apuesta por un pacto de rentas nacional en el que los costes del aumento de los precios energéticos se reparta lo más equitativamente posible entre empresarios y trabajadores. Para ello, los primeros tendrán que sacrificar parte de sus márgenes y los segundos, aceptar subidas salariales moderadas. La idea es de De Cos, aunque haya sido asumida como propia por Pedro Sánchez. El gobernador se pronunció por primera vez en este sentido en octubre de 2021 y la recomendación tomó fuerza a principios de este año, cuando el IPC empezó a escalar a niveles no vistos desde los años 80. Tras el estallido de la guerra en Ucrania, a principios de marzo de este año, el presidente del Gobierno tomó nota de la recomendación del Banco de España y promovió un gran pacto de rentas con los agentes sociales que, un mes después, aún no se ha logrado.

El Banco de España lleva dos años adelantándose a las decisiones gubernamentales. Al principio de la pandemia, fueron los primeros en advertir de que la política fiscal tenía que actuar de manera contundente, a pesar del deterioro del déficit y la deuda, porque, de lo contrario, serían peores las consecuencias. Había que salvar a las empresas y mantener la renta de los hogares. De Cos lo entendió pronto, pero el Gobierno tardó más tiempo en reaccionar. En política monetaria, el banco central español también ha sido muy influyente en las decisiones del BCE y es algo de lo que el gobernador se siente especialmente orgulloso. Su diagnóstico ha sido correcto, ha logrado romper reticencias en Frankfurt e incluso dentro del propio Gobierno de coalición, aquí en España. Y ahora afronta la nueva crisis con el mismo espíritu de anticipación y con el objetivo de que el Ejecutivo tome nota de sus recetas y las traslade con premura al Boletín Oficial del Estado (BOE). ¿Las claves? Adoptar respuestas focalizadas en los hogares, sectores y empresas más vulnerables, temporales y selectivas, que eviten las cláusulas de indexación automática en las partidas de gasto y vayan acompañadas de un programa de consolidación a medio plazo.

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