El foco, en la subyacente

Bruselas apunta a una inflación más persistente que presionará aún en 2024

Muchas de las medidas que se han adoptado en España para mitigar el impacto del alza de precios los últimos meses reducen los síntomas inflacionarios pero "no solucionan el problema subyacente"

La tormenta perfecta de inflación y tipos sobre el consumo
Bruselas apunta a una inflación más persistente que presionará aún en 2024
Europa Press

En sus previsiones de invierno, la Comisión Europea ha colocado a España como la economía que más crecerá este año de entre las mayores de la Eurozona (1,4%) y ha rebajado su perspectiva previa de inflación para el país cuatro décimas hasta el 4,4%. Pese a esta mejora de perspectivas, Bruselas advierte de que la transmisión de los altos precios de la energía a otras rúbricas de la cesta de la compra se ha acelerado considerablemente, lo que llevará la inflación subyacente (aquella que excluye de su cómputo los elementos más volátiles, como la propia energía y los alimentos frescos) a niveles elevados tanto este año como el que viene

La Comisión estima que la presión "persistente" de los precios de los alimentos y de los servicios se hará sentir sobre todo en la primera mitad de este año. La vicepresidenta primera y ministra de Asuntos Económicos, Nadia Calviño, ha manifestado en varias ocasiones que el Gobierno prevé que la inflación subyacente toque techo a lo largo de este primer trimestre para después empezar a remitir. De acuerdo con el dato avanzado por el Instituto Nacional de Estadística (INE), en enero la tasa se habría situado en el 7,5% -frente al 5,8% la general- tras la retirada de la bonificación generalizada a los carburantes y pese a la rebaja del IVA a los alimentos. 

Muchas de las medidas que se han adoptado en España para mitigar el impacto del alza de precios a lo largo de los últimos meses (y en particular las subvenciones, rebajas impositivas y el mecanismo de desacople o tope del gas) reducen los síntomas inflacionarios pero "no solucionan el problema subyacente", según un informe publicado el lunes por Fedea. En la Fundación de Estudios de Economía Aplicada ponen como ejemplo la electricidad, cuyo tipo impositivo efectivo se ha reducido en torno a 30 puntos en poco más de un año. Apuntan que una vez se revierta esta medida, la tarifa eléctrica subirá alrededor de un tercio. Esto provocará un fuerte shock inflacionario, a menos que coincida con una corrección a la baja de los precios energéticos tras el fin de la guerra de Ucrania. Es el mismo efecto que se ha producido en enero tras expirar la bonificación de los carburantes.

Dado que buena parte de la inflación subyacente viene condicionada por los precios energéticos y estos se están moderando, cabe esperar que el impacto de los efectos indirectos en los productos más expuestos a estos costes no siga escalando. Sin embargo, existe un desfase temporal en la transmisión de los incrementos de costes de producción a los precios de venta, que se produce de forma gradual, por lo que es previsible "que los elevados niveles de inflación alcanzados actualmente en los componentes núcleo muestren persistencia durante 2023", apunta Javier Ibáñez de Aldecoa Fuster, economista de CaixaBank Research en su último informe mensual.

En el servicio de estudios de la entidad también han revisado a la baja su estimación de IPC para este año del 4,5% al 4,2%, debido al impacto de los menores precios de la energía. No obstante, los niveles de la inflación núcleo (suma de servicios y productos industriales) y de la inflación de alimentos se mantendrán aún muy elevados. En este último caso, no solo está siendo determinante el impacto de la factura energética, sino también el fuerte incremento de los costes al que están teniendo que hacer frente los productores, como los de los fertilizantes o los de los aceites, que son esenciales en la fabricación de alimentos. 

El temor a los efectos de segunda ronda no se disipa

Entre los economistas persiste el temor a los llamados efectos de segunda ronda, esto es, que las subidas de los precios de la cesta de la compra se vayan transmitiendo a los salarios, iniciándose así una espiral inflacionista que tendería a retroalimentarse y a convertir un escalón de precios en un proceso inflacionario persistente. Al menos hasta la fecha, "no hay indicaciones claras de que esto esté sucediendo, pero los datos disponibles son de limitada utilidad de cara a anticipar lo que podría suceder incluso en un futuro cercano", añaden desde Fedea.

Es una posibilidad que preocupa y ocupa al Banco Central Europeo. La presidenta del emisor, Christine Lagarde, dejó claro en su comparecencia tras la última reunión del consejo de gobierno de la entidad que la presión sobre la inflación subyacente y las negociaciones sobre los salarios garantizaban la subida de los tipos oficiales en otros 50 puntos básicos en marzo. El banco central ha situado el precio del dinero en el 3% en febrero y adelanta nuevas alzas los próximos meses. La subida de los precios, que se habría moderado hasta el 8,5% según Eurostat, sigue excediendo con mucho el objetivo de la entidad en un momento en el que el mercado de trabajo refleja una fortaleza inusitada para el grado de incertidumbre económica que existe: la tasa de paro despidió diciembre en zona de mínimos en el 6,1%.

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