Previsiones de otoño

El FMI prevé que el PIB español eche el freno en 2024 y que la inflación siga alta

Reduce tres décimas, al 1,7%, el avance de la economía española el año que viene en relación a lo que preveía en julio, eleva siete décimas la inflación hasta el 3,9% y advierte sobre los efectos de una rebaja de tipos prematura

Kristalina Georgieva, FMI
Kristalina Georgieva, FMI
Agencia EFE

El Fondo Monetario Internacional (FMI) anticipa un frenazo más intenso de la economía española el año que viene, en un contexto en el que la inflación seguirá elevada. Los precios subirán más de lo que el organismo había estimado hasta ahora debido al encarecimiento del petróleo provocado por las tensiones geopolíticas (Israel, Ucrania...) y por el fuerte recorte de la oferta que están aplicando los países productores. El Fondo prevé que el PIB nacional avance un 1,7% en 2024, tres décimas menos de lo que calculaba en julio, en un contexto de enfriamiento generalizado de sus principales socios comerciales -ha empeorado también las perspectivas para Alemania, Francia e Italia- y en el que, pese a todo, España será la economía avanzada que más crezca tanto este año (2,5%) como el próximo. 

El impacto de la crisis energética es tal que la inflación se situará de media en el 3,9% el próximo ejercicio, siete décimas por encima de lo que el FMI preveía en julio. Esta revisión al alza implica que el aumento del coste de la vida será también mayor al que el organismo, capitaneado por Kristalina Georgieva, prevé para el conjunto de este año (3,5%). A un crecimiento más débil y una inflación más tensionada se sumará una tasa de paro que, si bien se reduce de forma notable en relación a lo que se contemplaba hace solo unos meses -baja ocho décimas este año hasta el 11,8% y más de un punto el próximo al 11,3%- seguirá estando entre las más elevadas de la Unión Europea.

El escenario que dibuja el FMI apunta a una desaceleración del consumo de los hogares, desde el 2% al que crecerá este año al 1,4% el próximo; por un ajuste aún mayor en el gasto de las Administraciones Públicas, que apenas aumentará un 1,3% el año que viene frente al 3% que lo hará este año; y por el dinamismo de la inversión productiva a golpe de fondos europeos Next Generation EU, de modo que la inversión bruta de capital fijo se incrementará un 2,4% este ejercicio y un 3,8% de cara al que viene. Fuentes del Ministerio de Asuntos Económicos destacan cómo estos cálculos son incluso mejores que los del Gobierno y triplican el crecimiento estimado para la zona euro.

En sus previsiones de otoño, que ha hecho públicas este martes, el FMI pone de manifiesto la resiliencia que la economía nacional ha mostrado hasta la fecha, gracias al impulso del turismo y del sector servicios y apunta a que las proyecciones fiscales asumen medidas de apoyo a la energía que ascienden al 1% del PIB en 2023 y que hasta 2026 se ven marcadas por los desembolsos en el marco del Mecanismo de recuperación de la UE. El organismo sitúa el déficit en el 4,5% este ejercicio -frente al 4,8% al que despidió 2022- y lo mantiene en el 3,5% el año próximo, cuando Bruselas recuperará la vigencia de las reglas fiscales y España debería situar ese desequilibrio en el 3% para ceñirse a las mismas. 

La economía global frena, pero no se estanca

El Fondo constata que la economía mundial sigue recuperándose lentamente de los golpes de la pandemia, la invasión rusa de Ucrania y la crisis del coste de la vida, y cómo, a pesar de la perturbación de los mercados de la energía y los alimentos, y del "endurecimiento sin precedentes" de las condiciones monetarias mundiales, el PIB global se ha ralentizado, pero no se ha estancado. Según sus últimas proyecciones, el crecimiento mundial se ralentizará del 3,5% en 2022 al 3% este año y al 2,9% el próximo, lo que supone una rebaja de una décima porcentual para 2024 con respecto a lo que había estimado en julio, un nivel que se mantiene "muy por debajo de la media histórica". La inflación general sigue desacelerándose, pasando del 9,2% en 2022 al 5,9% este año y al 4,8% en 2024.

Este escenario responde a que la recuperación del sector servicios de los coletazos de la pandemia es casi total, pero también a que una buena parte de la ralentización se debe al endurecimiento de la política monetaria necesario para reducir la inflación. "Esta política está empezando a surtir efecto, pero la transmisión es desigual entre países", sostiene el FMI, que apunta a que el endurecimiento de las condiciones crediticias está afectando a los mercados de la vivienda, la inversión y la actividad, sobre todo en los países con una mayor proporción de hipotecas a tipo variable o en los que los hogares tienen menos capacidad de recurrir a sus ahorros.

El riesgo de bajar demasiado pronto los tipos

Además y, aunque la inflación y la actividad están condicionadas por la incidencia de la crisis de los precios de las materias primas del año pasado, hasta ahora apenas hay indicios de una "espiral salarios-precios", y los salarios reales siguen por debajo de los niveles prepandémicos. Pese a ello, el Fondo Monetario cita como uno de los principales riesgos a corto plazo la relajación prematura de la política monetaria por parte de los bancos centrales, dado que dilapidaría los avances logrados en los últimos 18 meses. Junto a este riesgo, el Fondo sitúa un eventual agravamiento de la crisis inmobiliaria en China, así como las mayores tensiones de los precios de las materias primas y de los alimentos por las perturbaciones geopolíticas y los riesgos que entraña el cambio climático.

Entre los temas a vigilar el organismo sitúa también la inflación general y la subyacente que, si bien han disminuido, "siguen siendo incómodamente altas". Las expectativas de inflación a corto plazo han aumentado notablemente por encima del objetivo, a la vez que los márgenes fiscales se han erosionado en muchos países "con elevados niveles de deuda, crecientes costes de financiación, ralentización del crecimiento y un desajuste cada vez mayor entre las demandas al Estado y los recursos fiscales disponibles. Por ello, el Fondo recalca que, en términos generales, los países deberían apostar por eliminar las subvenciones a la energía que se fueron aprobando los últimos años para hacer frente a los coletazos de la pandemia y a la escalada de los precios. 

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