Un segundo semestre débil

El temor a la inflación alta sin crecimiento regresa a Europa en plena cruzada del BCE

Los cálculos apuntan a un segundo semestre débil en términos de actividad-el área ya entró en recesión técnica entre enero y marzo- en el que el IPC subyacente seguirá elevado, manteniendo la presión sobre el banco central

Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, y Christine Lagarde, presidenta del BCE
Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, y Christine Lagarde, presidenta del BCE
DPA vía Europa Press

Hay términos económicos que provocan urticaria en banqueros centrales y dirigentes políticos con solo escucharlos. La inflación -y el empobrecimiento que conlleva- es uno de ellos, si bien es su versión amplificada, la estanflación, la que genera verdadera inquietud allí donde han de tomarse las decisiones de política económica o monetaria. El término, que hace referencia a un periodo sostenido donde los precios suben con fuerza mientras la economía apenas crece o se estanca, ha vuelto a aparecer en los análisis que las gestoras y expertos publican sobre las perspectivas a corto y medio plazo de la Eurozona. 

Los cálculos apuntan a un segundo semestre débil en términos de actividad-el área ya entró en recesión técnica entre enero y marzo- en plena cruzada del Banco Central Europeo (BCE) contra un IPC, que sigue presionando a familias y empresas. La política agresiva del emisor buscaba provocar ese enfriamiento de la actividad para poner coto a una inflación que, pese a haberse moderado desde el máximo histórico del 10,6% que alcanzó en octubre pasado, sigue mostrando tensiones preocupantes.

Estas vienen sobre todo por el lado de la subyacente, que excluye de su cálculo los elementos más volátiles como energía y alimentos frescos, y que por ello tiende a reflejar problemas más estructurales. En junio esta tasa se moderó por primera vez desde el pasado verano, para el conjunto de países que comparten el euro, si bien se mantiene en niveles muy elevados, en el 5,6%. El escenario de debilidad y alza de precios no es homogéneo en la región que, desde hace unos meses, está registrando una recuperación a doble velocidad que beneficia a los países más dependientes del sector servicios, como España, y trae de cabeza a Alemania y otras grandes economías industriales. 

La construcción y la industria están en recesión

"Es probable que las diferencias persistan a corto plazo, ya que la demanda reprimida de servicios turísticos sigue siendo fuerte", apunta Karsten Junius, economista jefe de la gestora J. Safra Sarasin Sustainable AM. En la firma prevén que el sector terciario siga creciendo los próximos meses (en España el sector prevé un verano de cifras récord para el turismo), mientras que los sectores de la construcción y la industria están claramente en contracción. Es uno de los motivos que ha llevado a Alemania a la recesión técnica entre enero y marzo. 

A medida que vaya transcurriendo el año la economía real percibirá un impacto mayor de las subidas de tipos, que el BCE ha venido aplicando desde julio pasado (puesto que sus efectos tardan varios trimestres en trasladarse), por lo que prácticamente descartan un repunte de la actividad en un futuro próximo. Dado que la inflación subyacente sigue siendo rígida, "el BCE no tiene más remedio que mantener unas condiciones financieras restrictivas en un futuro previsible", incide el experto. Es probable que la actividad manufacturera haya disminuido en el segundo trimestre en la Eurozona y la caída de los pedidos indica que probablemente esto no cambiará a medio plazo. 

Las empresas optan por reducir jornada y buscan evitar despidos

En términos generales, las empresas de la región no han recurrido al despido pese a las dificultades (aumento de costes de los insumos y de la mano de obra, debilidad del consumo, financiación más cara...) y no parece probable que vayan a tirar de este recurso de forma masiva en un futuro. Más bien podrían optar por reducir la jornada laboral. "Esto moderaría los efectos negativos acumulativos que las recesiones suelen tener en la renta de los hogares y en la demanda agregada. Lo que, sin embargo, provocaría una mayor caída de los beneficios a corto plazo", añade Karsten Junius.

En el mismo sentido, desde Crédito y Caución ponen en valor cómo la flexibilidad de las empresas europeas ha amortiguado los ajustes frente al impacto de los precios energéticos y de las sanciones comerciales vinculadas a la invasión rusa de Ucrania. En su 'Economic Outlook' la compañía de seguros de crédito sostiene que la persistencia de una inflación elevada, sobre todo en el caso de la subyacente, unida a una política monetaria que seguirá siendo estricta presionan las perspectivas tanto para este como para el próximo año. 

Aunque descartan que la inflación general regrese a la normalidad hasta bien entrado 2024, sostienen que las agresivas subidas de tipos sitúan a la Eurozona cerca del final del endurecimiento monetario. "Los débiles resultados de los PMI, especialmente en el sector manufacturero, han desatado algunos temores de recesión en los mercados", reconocen desde Bank of America (BofA). En la entidad consideran que, si bien la economía sigue débil, el riesgo de que se produzcan nuevas contracciones es relativamente bajo y hablan de un panorama general más resistente de lo que sugieren los indicadores. 

Explican, además, que los datos mensuales sobre manufacturas, consumo, producción industrial y ventas al por menor parecen contradictorios. Por un lado, la demanda sigue siendo débil (los últimos datos de Contabilidad Nacional en España reflejan que la demanda de los hogares cayó un 1,3% y el gasto público bajó un 1,6% en el primer trimestre). Por otro, la resistencia de la actividad de los servicios y el buen impulso de la temporada turística deberían mantener la economía en terreno ligeramente positivo. "En conjunto, creemos que esto sigue siendo coherente con un débil crecimiento intertrimestral del PIB, en torno al 0,1%" en la Eurozona, sostiene Rubén Segura-Cayuela, su economista jefe para Europa.

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