Por la presión de la subyacente

El alivio de la inflación no disipa el temor a un segundo semestre con más tensiones

El sector servicios resiste por la recuperación de la demanda mundial y el fuerte empuje del turismo, en un contexto de desajuste significativo entre la oferta y la demanda de trabajadores que presiona al alza los salarios

Hostelería
El alivio de la inflación no disipa el temor a un segundo semestre con más tensiones
Europa Press

España se ha convertido esta semana en el primer país de la Eurozona en el que la inflación ha vuelto a situarse en línea con el objetivo del 2% que persigue el Banco Central Europeo (BCE). La tasa anual se moderó en junio al 1,9%, su nivel más bajo desde abril de 2021, poco antes de que empezasen a notarse las primeras presiones de los precios de la energía. La subyacente, que excluye de su cálculo la energía y los alimentos frescos y apunta a tensiones más estructurales, se mantuvo elevada, en el 5,9%. Es uno de los factores que por el que muchas voces advierten de que la lucha contra la inflación aún no ha terminado y que esta podría volver a tensionarse en el segundo tramo del año. 

Otro tiene que ver con los motivos que más han contribuido a esta moderación de los precios hasta la fecha. En los últimos meses han sido sobre todo los conocidos como efectos de base relacionados con la energía. Unos efectos que, en principio, desaparecerían este verano. Se producen al hacer la comparación interanual con meses en los que la electricidad, los combustibles o el gas -que ya venían registrando tiranteces previas- subieron con mucha fuerza a causa del estallido de la guerra en Ucrania. Sin embargo, no parece que vaya a suceder lo mismo con las presiones que alimentan el IPC subyacente. 

El sector servicios sigue resistiendo, como consecuencia de la recuperación de la demanda mundial y del turismo, uno de los principales motores de la economía nacional, lo que sigue impulsando la demanda de mano de obra. En un contexto de desajuste significativo entre la oferta y la demanda de trabajadores en sectores como el terciario (tanto en España como en el resto de Europa), "el crecimiento salarial debería mantenerse mecánicamente por encima de su nivel anterior a la crisis y seguir alimentando la inflación subyacente a través de efectos de segunda ronda", advierten Mabrouk Chetouane y Nicolas Malagardis, estrategas globales de mercados de Natixis. 

Estas expectativas coinciden en el caso español con una temporada turística para la que se esperan cifras récord. "La recuperación en 2021 y 2022 vino impulsada por el turismo interno. Sin embargo, en 2023 la demanda exterior ha crecido un 10,2% y está siendo el motor", enfatizaba el vicepresidente ejecutivo de Exceltur, José Luis Zoreda, esta misma semana. Las buenas perspectivas han permitido que los afiliados a la Seguridad Social vinculados a estas actividades alcanzasen en mayo los 2,75 millones, el mejor dato de toda la serie histórica, tras aumentar un 5,5% en relación al mismo mes del año pasado según datos de Turespaña. Hostelería, servicios de comidas y bebidas, alojamientos o agencias de viajes están ya detrás del 13,3% del total de los cotizantes. 

Los bancos centrales no cantan victoria

La propia presidenta del BCE, Christine Lagarde, dejó claro en la última reunión del consejo de gobierno del emisor que el mercado laboral desempeña un papel clave en la rigidez de la inflación. "Es probable que este efecto también se deje sentir en la actual temporada turística, con subidas de precios", sostiene Ulrike Kastens, economista para Europa de la firma germana DWS. Es por este motivo que los expertos de Natixis prevén que la tasa subyacente española se mantenga muy por encima del objetivo de la entidad en el segundo semestre y que pueda, incluso, "retroalimentar la inflación general", algo que sucede ya, y contra todo pronóstico, en Alemania. 

No es de extrañar que los banqueros centrales reunidos esta semana en la ciudad portuguesa de Sintra hayan hecho hincapié en que es demasiado pronto para cantar victoria. Ha ocurrido en España y ha sucedido también en el conjunto de la Eurozona, donde un primer indicio de desinflación en la lectura subyacente se considera insuficiente para determinar una relajación del ciclo de endurecimiento de la política monetaria. Entre los países que comparten el euro la tasa general de IPC ha frenado seis décimas hasta el 5,5% en junio, su menor nivel desde principios de año, pero la subyacente ha repuntado al 5,4%.

Lo anterior ha venido motivado por el abaratamiento de la energía y la moderación en el alza de los alimentos (siguen subiendo al 9%). Sebastian Vismara, economista senior de BNY Mellon IM estima que la inflación más estructural se mantendrá "resistente" el resto del verano, por lo que se decanta por dos subidas más de tipos del BCE, en julio y en septiembre. El problema de estas alzas de tipos, que encarecen los costes de financiación, es que coinciden en el tiempo con un frenazo del crecimiento en Europa -con la Eurozona en general y Alemania en particular en recesión en el primer trimestre- y con una presión creciente sobre los estados y sobre las empresas que están muy endeudadas.

 "Es probable que las tasas de inflación disminuyan gradualmente algo más este año desde los niveles más altos de las últimas décadas", avanzan los analistas de la agencia de calificación europea Scope Ratings. Sin embargo, consideran que sigue existiendo un riesgo importante de que se produzcan nuevos retrasos en la convergencia con los objetivos de los bancos centrales al ampliarse las presiones sobre los precios. En su último informe advierten de que la tasa anual de IPC se mantendrá alta durante más tiempo. "La inflación en la eurozona no resuelve el puzle del BCE", aseveran desde Monex Europe.

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