Riesgos de tener dinero 'bajo el colchón'

Los problemas de guardar dinero en casa: inflación y explicarlo a Hacienda

Mover el dinero a productos financieros, en cambio, permite beneficiarse del interés compuesto y evitar el creciente control de Hacienda al dinero en efectivo.

Billetes de euro.
Billetes de euro.
Lukasz Radziejewski de Pexels.

La crisis financiera de 2008 llevó a capas amplias de la población a desconfiar de las entidades bancarias. Desde entonces colea una sensación de desconfianza. Muchas personas recelan del banco de cabecera y dudan en dejar allí sus ahorros. La técnica de “guardar el dinero bajo el colchón” viene de muy atrás, y los tipos de interés por los suelos de los últimos años no han ayudado a que algunos particulares opten por algún producto financiero para canalizar su capital. Tenerlo en casa, sin intermediarios, se antoja para muchos como la mejor forma de preservar el patrimonio personal.

Las últimas semanas han aparecido nuevos ingredientes que desaconsejan dejar el dinero quieto en casa. El primero de ellos, la subida de la inflación. El índice de precios de consumo (IPC) se encuentra en España en su cota más alta desde 2017. Y esto no es bueno para el bolsillo del ahorrador ultraconservador, cuyo dinero fuera del banco está perdiendo valor de forma continuada.

La siguiente amenaza para esta política de finanzas personales se encuentra en el creciente control de Hacienda. Para salir de la crisis de 2008, las autoridades financieras bajaron los tipos de interés al mínimo, por momentos hasta terreno negativo, para estimular la recuperación. Los bancos dejaron de pagar intereses por productos tan habituales para la gente como los depósitos. Después, incluso cobraban por ellos. Aquel movimiento desencadenó otro: almacenar los ahorros en casa. Una opción legal pero que Hacienda tiene en el punto de mira, con inspecciones que ponen en peligro a quienes guardan el dinero en casa.

Más aún desde hace unos días, con el anuncio del Ministerio de Hacienda, que apretará las tuercas para controlar el fraude fiscal. Una de las formas con las que el fisco detecta el fraude es a partir de gastos muy altos en efectivo, la vía más común por la que se mueve el dinero negro y la economía sumergida (que no declara impuestos). El Gobierno notificó recientemente que los pagos superiores a 1.000 euros no podrán hacerse en efectivo. Una medida que modifica la de 2012, que permitía el efectivo para desembolsos de hasta 2.500 euros.

Por ello, mantener bajo llave los ahorros tiene cada vez más limitaciones y peligros. Aunque Hacienda no llegue a sancionar a quienes guardan el dinero en efectivo, es probable enfrentarse a grandes papeleos para justificar esa forma de custodiar el dinero, y además en plazos bastante reducidos.

Por ello, quienes desconfían de los bancos y sus productos habituales, cuentan con otras opciones de ahorro-inversión que permiten que crezca nuestro patrimonio. En Finect es posible consultar a un asesor financiero para tomar la decisión más acertada.

Aprovechar el interés compuesto

Tomar el camino contrario al colchón de casa ofrece sus frutos. El dinero aportado a un producto financiero genera rendimientos con el paso del tiempo, siempre que prevalezca la paciencia y se evite retirar antes de tiempo la inversión.

El interés compuesto es la tecla con la que el inversor genera riqueza a largo plazo. Su forma de funcionar es la siguiente: el interés se suma al capital inicial, sobre el que se generan nuevos intereses. El capital de una persona crece al final de cada periodo al que se le aplica el interés, de forma que cada nuevo interés se fija sobre una base de dinero cada vez más grande.

Para beneficiarse de esta fórmula no es necesario contratar productos complejos y arriesgados. Un producto conservador, como una cuenta o un depósito, permite disfrutar de él. Desde Fortuna SFP, entidad presente en Finect, destacan la llamada regla del 72, “una cuenta para obtener una orientación de los años necesarios para que una inversión con interés compuesto doble su valor”. De acuerdo con esta regla, un depósito con un tipo de interés compuesto del 6% doblará la cantidad aportada en 12 años.

El interés compuesto también es un aliado para los pequeños ahorradores que optan por aportar pequeñas cantidades. Ingresar 1.000 euros en una cuenta que ofrece un tipo de interés del 2% y reinvertir esa aportación 10 años seguidos supone que, para entonces, el dinero habrá crecido hasta los 1.219 euros.

Junto con los productos de ahorros, el particular puede aprovechar el interés compuesto a través de una cartera de valores a largo plazo que invierta en empresas que entreguen dividendos. Las compañías con negocios estables y competitivos suelen emitir una parte de su beneficio en forma de dividendo, para premiar a los accionistas. Éstos pueden optar por reinvertirlo y comprar más acciones, para acumular una inversión cada vez mayor.

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