Las claves de la investigación en Europa 

La sombra de la nacionalización acecha a Air Europa tras el 'aviso' de Bruselas

El préstamo participativo de la SEPI a la aerolínea de los Hidalgo abre la puerta al Ejecutivo. Los elevados compromisos de la Comisión Europea pueden llevar a IAG a dar marcha atrás en la operación.

Luis Gallego (IAG-Iberia) con Javier Hidalgo (Air Europa). Ambos se dieron la mano hace ahora un año pero la fusión está ahora en el aire.
Luis Gallego (IAG-Iberia) con Javier Hidalgo (Air Europa). Ambos se dieron la mano hace ahora un año pero la fusión está ahora en el aire.
Globalia

Air Europa vuelve sobre sus pasos y puede acabar bajo custodia del Estado si la intervención de Bruselas da al traste con la operación con Iberia. La Comisión Europea va a investigar a fondo la compra de la aerolínea de la familia Hidalgo por parte de International Airlines Group (IAG) ante los posibles riesgos que entraña a la competencia, mientras que el grupo hispano-británico teme que las imposiciones del Ejecutivo comunitario desincentiven la operación hasta hacerla inasumible, sobre todo teniendo en cuenta que la idea inicial -antes de que la pandemia hiciera mella en el negocio y dejara a la aerolínea al borde de la quiebra- era comprar Air Europa por 1.000 millones de euros

Con este nuevo escenario, la situación de la española está abocada a una intervención del Estado, que otorgó un préstamo participativo de más de 200 millones de euros a través de la SEPI, dependiente de Ministerio de Hacienda, y podría tener que convertirlo en acciones si la compañía se queda sin comprador y no puede hacer frente a sus obligaciones de pago.

Los temores se reavivaron este lunes. La vicepresidenta ejecutiva de la Comisión Europea, Margrethe Vestager, anunció en un comunicado que la compra de Air Europa por parte de IAG sería sometida a un examen en Fase 2, esto es, una investigación a fondo para determinar qué supondría su unión para el resto de competidores y para el bolsillo de los clientes. Como solución y a diferencia de la compra de Iberia por parte de British Airways (2010), Europa podrá imponer requisitos a la compra (remedies, en el argot administrativo), algo que ya ha hecho en otras recientes operaciones de calado como la fusión de Fiat o PSA o la compra de GrandVision por EssilorLuxottica, condicionada al cierre o venta de establecimientos. Los porqués de su preocupación de esta compra: IAG y Air Europa son la primera y la tercera compañía en el transporte aéreo de pasajeros en España, respectivamente, y su unión provocaría que ni siquiera la presión comercial de las aerolíneas europeas low cost tuviera impacto alguno sobre la entidad resultante.

La SEPI deberá convertir el préstamo participativo en acciones si Air Europa no responde a sus obligaciones

Pero los requisitos de Bruselas podrían desincentivar la compra hasta el punto de que IAG se la replanteara la operación y diera marcha atrás, teniendo en cuenta que la situación actual de Air Europa no es la misma que en el momento que cerraron el acuerdo. “Hay que volver a mirarlo todo”, afirmó en octubre de 2020 el consejero delegado de IAG, Luis Gallego, en relación con las condiciones de la adquisición. Su advertencia se fundamenta en que antes del coronavirus, cuando se cerró el acuerdo, Air Europa era una empresa saneada y estaba valorada en 1.000 millones de euros. Pero actualmente tiene 600 millones de deuda y su situación es crítica.

Y en este escenario la patata caliente pasa a manos del Gobierno, que podría convertir a Air Europa en una suerte de Alitalia. A los 140 millones concedidos a través del Instituto de Crédito Oficial (ICO), el Ejecutivo de Pedro Sánchez sumó otros 475 para garantizar la supervivencia de la aerolínea. Lo hizo a través de dos préstamos de la SEPI. Uno era ordinario, pero otro participativo, lo que abría la puerta a convertir la deuda en capital. O lo que es lo mismo, que el Estado dejara de ser acreedor y pasara de ser accionista de la empresa cuando esta no pueda responder al pago de sus obligaciones. Y es lo más probable ante la situación que viven las aerolíneas, porque todavía ven lejanas las previsiones de recuperación de tráfico aéreo. Las asociaciones internacionales como IATA y Eurocontrol esperan un volumen de pasajeros prepandemia para 2024, mientras que el gestor aeroportuario Aena lo sitúa en 2026.

No hay que olvidar que dentro del propio Gobierno han aparecido voces favorables a una intervención directa, incluso, antes del rescate de la SEPI. La letra pequeña de las ayudas públicas se tuvo que afinar al máximo entre varios ministerios para calmar las aguas que habían removido los ministros de Unidas Podemos. El balón de oxígeno se concedió garantizando al Estado la posibilidad de nombrar dos representantes en el consejo de administración de Air Europa para tener voz y voto en la alianza con IAG que hoy está en el aire.

Las condiciones de Bruselas determinarán el futuro de la operación. IAG ha sido consciente de que puede recibir requerimientos de Vestarger para obtener el visto bueno a la fusión, por lo que ya se ha anticipado y ha llegado a un acuerdo con Volotea y W2M (Grupo Iberostar) para la cesión de rutas de corto y largo radio. Ha firmado dos memorándums para ello, pero no los ha presentado ante la Comisión Europea porque quiere esperar a que sea el Ejecutivo comunitario quien avance en su investigación e identifique los problemas de competencia. Bruselas, de momento, ha señalado que le preocupa el solapamiento que tendría la fusión en 70 rutas en las que ahora mismo ambas compañías aéreas ofrecen servicios directos. En varias de ellas, señala la CE, "IAG y Air Europa son las dos únicas compañías aéreas que las explotan". La decisión final se puede retrasar hasta el próximo mes de noviembre.

El precedente de Air Canadá

La hemeroteca ha dejado recientemente un caso que parece calcado y no invita al optimismo: la compra de Transat por parte de Air Canadá por 190 millones de dólares, cuyo proceso empezó a gestarse en 2019 y finalizó sin éxito este mismo año. El acuerdo fue respaldado por los accionistas de ambas empresas, pero se topó con las condiciones de la Oficina de Competencia de Bruselas, que señaló que dicha alianza podría reducir significativamente la competencia en rutas entre Europa y Canadá, uno de los corredores más transitados.

La falta de soluciones de Bruselas llevó finalmente a una y otra compañía a anunciar que ponían fin a sus negociaciones. Air Canadá ofreció un paquete de soluciones mejorado, que fue más allá de los esfuerzos que habían sido aceptados históricamente por la Comisión Europea en anteriores fusiones entre aerolíneas. Sin embargo, “tras conversaciones recientes con la CE, se ha hecho evidente que la Comisión no aprobará la adquisición basándose en el paquete de medidas correctivas actualmente ofrecido”, explicaron las aerolíneas canadienses con sede en Montreal.

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