Personajes a contracorriente (VI)

De héroe de Francia a traidor: la historia de Renault y sus coches revolucionarios

Sus compatriotas nunca le perdonarían que fabricase armamento para Alemania. El hombre que recibió la Legión de Honor por su papel trascendental en la Gran Guerra murió en su celda en 1944.

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Louis Renault, a la izquierda de Adolf Hitler, en una imagen que le supuso enemistarse con Francia.

Poco después de que los alemanes ocuparan Bélgica y Luxemburgo en los primeros meses de 1914, los franceses temían que el siguiente objetivo fuera ocupar París. Pero la ofensiva fracasó porque los germanos se encontraron con una oposición mayor de la esperada cerca del río Marne. Tropas francesas y británicas consiguieron detener a los ejércitos alemanes y hacerlos retroceder. En aquella dura batalla se hicieron famosos los taxis de París. Miles de estos vehículos rojos fueron requisados por el ejército francés para llevar tropas al frente y traer heridos, o mujeres y niños.

Los taxis de París tuvieron un enorme efecto moral en las tropas francesas pues los soldados los consideraban un símbolo de que París podía ser salvado. Los vehículos se desplazaban a 25 kilómetros por hora, tenían ocho caballos de vapor y eran de color rojo. Eran de la marca Renault. Su gesta se denominó "los taxis del Marne".

Al finalizar la guerra, en 1918, el empresario automovilístico Louis Renault fue considerado un héroe de guerra y se hizo famoso en todo el mundo. Casi 25 años después, en la Segunda Guerra Mundial, sería considerado un traidor.

Pero vayamos al principio. Louis Renault era uno de los cuatro hijos del comerciante de tejidos Alfred Renault y de Louise Berthe Magnien, que procedía de una rica familia de comerciantes. Había nacido en París en 1877 y con 14 años ya descubrió su pasión por la mecánica. Logró instalar un taller en la segunda residencia familiar, desde donde diseñó y hasta mejoró otros motores, hasta que en 1899 produjo su primer vehículo al que llamó Renault Tipo A.

Por aquellos años, había una carrera desenfrenada para inventar y producir coches, los primeros de la historia. Uno de los precursores fue un motor de gasolina de un cilindro, fabricado por el alemán Karl Benz en 1886, y que recorrió 80 kilómetros. Tenía tres ruedas y lo condujo su mujer Bertha. Ahí empezó la producción a lo grande.

El sistema de trasmisión que le hizo rico

Louis Renault fue el primero en 'hackear' un motor y construir su propio vehículo. A la edad de 21 años, en 1898, tomó un triciclo De Dion Bouton, le añadió una rueda más, una transmisión, una caja de cambios de tres marchas y marcha atrás, y se embaló a la velocidad de 45 kilómetros por hora. Lo más original era la caja de cambios y el sistema de transmisión del coche, cuya patente le hizo realmente rico. Al año siguiente, en 1899, sus hermanos fundaron Hermanos Renault, y le asignaron un salario. Con 60 empleados, a finales de ese año ya habían vendido 76 vehículos.

Se empezaron a crear competiciones de coches de largas distancias por toda Francia, donde los fabricantes probaban sus modelos. Louis y su hermano Marcel, al volante de sus modelos, ganaban todas las carreras. Fue en 1905 cuando la sociedad recibió uno de sus mayores impulsos: 250 coches para ser usados como taxis. En poco tiempo, los Renault se conviertieron en los taxis preferidos en Francia y en Gran Bretaña.

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Una fábrica de Renault tomada en 1936.

Tras la muerte de Marcel en un accidente de coche, y el fallecimiento de otro hermano por una enfermedad, Louis se convirtió en el propietario único de la empresa de coches a la que llamó Sociedad de Automóviles Louis Renault.

En aquellos años se hablaba de que, en EEUU, un joven llamado Henry Ford había inventado un método para fabricar coches en masa: se llamaba trabajo en cadena y producción en serie, y había logrado inundar ese país con el modelo T, el cual era muy asequible gracias a ese sistema. Renault fue a EEUU a conocer la 'técnica', y volvió a Francia para implantarlo en su fábrica, junto con las revolucionarias técnicas tayloristas de gestión, especialización y cronometraje de la producción. Un obrero de Renault aprendía en pocos días lo que antes aprendía en años.

Ese método requería un cambio en los modos de producción y los obreros se rebelaron en 1913 y declararon una huelga. A pesar de su disgusto, Renault reconoció que no podía ir contra sus trabajadores. Todo lo contrario: fue de los primeros empresarios en admitir representación sindical y en aprobar beneficios especiales como medidas higiénicas en las fábricas, salarios más altos y economatos.

Renault y sus "tanques de la victoria"

Al estallar la Primera Guerra Mundial, Louis Renault puso todas sus fábricas a producir armamento: desde obuses, hasta motores para la incipiente aviación, tractores, camiones, fusiles y cañones. El propio Renault fue movilizado como zapador. Llegó a construir los primeros carros de combate con tracción de oruga, ametralladora y torreta pivotante, los FT-17, que fueron considerados los mejores carros de combate de la Primera Guerra Mundial. Se les denominó "los blindados de la Victoria".

Esa disposición para ayudar en la guerra a los aliados, más la leyenda de "los taxis del Marne", le dieron tanta fama que su nombre dio la vuelta al mundo. Francia le concedió la Legión de Honor, la más alta condecoración del país, creada en 1805 por Napoleón. Sus fábricas también se beneficiaron pues la fuerza laboral se incrementó hasta los 22.000 trabajadores. La plantilla se benefició de los planes sociales promovidos por Renault como facilidades para adquirir casas, comisiones formadas por patronos y obreros, ciudades jardín y fácil acceso al transporte público.

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Los FT-17, considerados los mejores carros de combate de la Primera Guerra Mundial.

A finales de los años 20, los vehículos Renault surcaban las carreteras de unos 50 países. Eran coches tan baratos, duros y fiables que conquistaron incluso el mercado de Estados Unidos. Antes de que terminase esa década, Renault entró en el capital de Air France, adquirió la fábrica de aviones francesa Caudron y creó una línea aérea postal.

En 1935, mientras se celebraba el salón del automóvil de Berlín, Hitler se acercó con su comitiva a ver los coches de Renault y este le mostró sus modelos. Esa foto sería luego su condena. Luego, consiguió que la arreglasen un encuentro con Hitler y se entrevistó con él durante dos horas. Renault, como si fuera un visionario, dejó caer la idea de crear una alianza franco-alemana para asegurar la paz, cosa que, desgraciadamente sucedería después de la Segunda Guerra Mundial, cuando las dos naciones quedaron destruidas por la contienda y no tuvieron más remedio que fundar el Mercado Común.

Al estallar la Segunda Guerra Mundial, Alemania y Francia se convirtieron en enemigos. En 1940, las tropas alemanas hicieron lo que no pudieron hacer 25 años antes: entrar en París. Los alemanes dividieron Francia en dos partes: el norte estaría controlado por el Reich, y el sur tendría cierta libertad. Incluso eligieron como gobernante al célebre militar de la Primera Guerra Mundial, el mariscal Pétain. Era el régimen de Vichy.

Puesto que las fábricas de Renault fueron requisadas y puestas al servicio de la maquinaria de guerra alemana, sufrieron bombardeos aliados, uno de los cuales causó más de 500 muertos y 2.000 heridos. Renault se prometió reconstruir la fábrica, y decidió seguir fabricando material bélico para los alemanes, hacer el mantenimiento de los carros de combate, y proseguir la actividad. Los franceses nunca se lo perdonarían.

Antes de que terminase la guerra, tras la liberación de París, su abogado le convenció para que se entregase. Inmediatamente fue detenido y acusado de colaboracionista por el nuevo gobierno provisional francés, bajo el mando de De Gaulle. En prisión, fue sometido a vejaciones, y a un duro régimen de comidas y casi sin agua. Enfermó y el 24 de septiembre de 1944 murió en su celda. La familia reclamó que había muerto por malos tratos, y algunos historiadores insinúan que tenía contusiones craneoencefálicas, aunque otros historiadores afirman que ya estaba enfermo antes de ser encarcelado.

Su empresa fue nacionalizada en 1945. Hoy en día, el Estado francés solo tiene el 15% de este consorcio industrial, que sigue siendo uno de los mayores fabricantes del mundo. Renault tiene el 43% de Nissan Japón, y forma parte de la alianza mundial Renault-Nissan-Mitsubishi. Además, es propietaria de Dacia (Rumania), de VAZ (Rusia), y fabrica motores para Daimler-Benz. Renault ha sido una de las grandes escuderías de la Fórmula 1, y sus grandes victorias las logró con el piloto español Fernando Alonso en 2005 y 2006.

Desde el mismo momento de la muerte de Louis Renault, a los 67 años, se desató una polémica que ha continuado hasta nuestros días. ¿Fue Renault un traidor a su patria o solamente trató de salvar su creación industrial? El problema, según algunos historiadores, era que Louis Renault se había ganado el odio de muchos franceses, especialmente de la izquierda.

Aparte del encuentro con Hitler, durante mayo y junio de 1936, cuando el Frente Popular gobernaba Francia y el país no había salido de la gran crisis de 1929, un millón de trabajadores iniciaron huelgas y ocuparon de las principales fábricas del país. Se le llamó "la revolución truncada" porque la idea era tomar los medios de producción, según el deseo del Partido Comunista Francés. La fábrica más castigada por las huelgas fue la de Renault en París. Hubo robos, saqueos y destrozos.

Sin embargo, los patronos respondieron concediendo la semana de 40 horas, las vacaciones pagadas, y la dispensa de no trabajar los sábados y domingos. Renault incluso implantó el salario mínimo. Pero para muchos miembros del Partido Comunista, aquello solo aumentaba su recelo ante Renault.

Según el historiador Emmanuel Chadeau, el patrón francés fue una víctima expiatoria de los comunistas y de los gaullistas. La página web louisrenault.com, que trata de restaurar su memoria, culpa directamente al Partido Comunista Francés de la muerte de Renault. Según este portal, uno de los objetivos del PCF era "eliminar a las grandes empresas y, en la medida de lo posible, a los ejecutivos de la industria francesa". En 1938, Pierre Semard, dirigente del Partico Comunista, declaró en un congreso de la CGT: "¡Las doscientas familias, sus sobrinos y sus primos no me interesan! Sé muy bien cómo se saldará su cuenta cuando hayamos saldado la cuenta del fascismo". En febrero de 1942, el partido anunció "la expropiación de los grandes medios de producción debe hacerse sin compensación. La nación ya ha pagado, no una vez, sino cien veces el valor de estas empresas".

Cuando las tropas aliadas tomaron París en agosto de 1944, el diario 'L’Humanité', del PCF, atacaba directamente a Renault. "Los dirigentes de Renault tendrán que pagar por los soldados que han muerto; por su afán voluntario de equipar el enemigo…".

Era cuestión de tiempo que buscaran la revancha sobre los colaboracionistas. A las mujeres que habían convivido con alemanes, se les rapó el pelo al cero, se las desnudó y se las denigró públicamente. A Louis Renault se le encarceló, y poco después murió en prisión. Sus fábricas, que habían sido reconstruidas por Renault tras los terribles ataques aliados, empezaron a reparar en diciembre de 1944 los carros de combate norteamericanos. Tras la guerra, las fábricas volvieron a fabricar coches para Francia y para el mundo, y nunca se borró el nombre Renault de la marca.

Por eso Francia, a día de hoy, todavía no sabe qué pensar sobre el mayor patrón de su historia.

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