Oportunidad regulatoria

La legislación sobre sostenibilidad pone en jaque a las grandes empresas de moda

La normativa se cocina a fuego lento mientras el tiempo corre para alcanzar los objetivos climáticos fijados en 2030. Gigantes del sector, como Inditex o H&M, ya han comenzado a moverse hacia la moda sostenible. 

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Nerea de Bilbao (Infografía)

Las empresas de moda miran con recelo a Bruselas. El gran legislador europeo está definiendo nuevas regulaciones, como la directiva de ecodiseño o la de greenwashing, que prometen impactar de lleno en el negocio de la moda.

La legislación verde es la espada de Damocles de la moda. El reloj sigue avanzando hacia 2030 y las leyes para alcanzar una moda sostenible se siguen cocinando con calma desde Bruselas. Las empresas se apresuran a ponerse al día y adaptar desde su cadena de suministro al diseño de producto o sus campañas de publicidad las exigencias de sostenibilidad de a la nueva legislación de la Unión Europea bajo la estrategia para la circularidad y sostenibilidad de los productos textiles. Más de quince nuevas leyes afectarán a la moda hasta 2030.

Hace apenas un par de semanas, el gigante de la distribución de moda Inditex firmó un acuerdo con la compañía estadounidense Ambercycle mediante el cual se compromete a comprar, al menos, setenta millones de euros de su poliéster reciclado. El acuerdo tiene la intención de hacer avanzar al grupo en su objetivo de sostenibilidad y que el cien por cien de su oferta sea producido con materiales “preferentes”, es decir, con menor impacto ambiental en 2030.

El acuerdo con productores no es la única estrategia que usan las empresas del sector para volverse un poco más verdes. El segundo en el podio de la distribución de moda global, H&M, emitió en octubre bonos vinculados a objetivos sostenibles con el objetivo de recaudar 500 millones de euros, que se utilizarán para financiar proyectos que incluyan el uso de materiales reciclados, energía renovable y una regulación del uso de agua.

Todo ello les acerca alinearse con la estrategia de la Unión Europea para textiles sostenibles y circulares que se despliega en legislaciones como el Green Deal Europeo, el Plan de Acción para la Economía Circular o la Estrategia Industrial Europea. Con la nueva batería de medidas, Bruselas promete crear un sector más verde, competitivo y resistente a los shocks en la cadena de suministro. Para 2030, la UE quiere que todos los productos textiles en el mercado de la UE sean “duraderos, reparables y reciclables, en gran medida fabricados con fibras recicladas, libres de sustancias peligrosas, producidos respetando los derechos sociales y el medio ambiente”.

Para ello, las empresas han de desplegar servicios de reutilización y reparación y hacerse responsables de sus productos a lo largo de toda la cadena de valor, según apunta la propia Comisión Europea. Con la moda en el punto de mira, la UE tiene ante ella la oportunidad de poder volver a repetir el 'efecto Bruselas', acuñado por la profesora Anu Bradford de Columbia Law School y nombrado según el similar 'efecto California', por el cual la legislación aprobada por la UE tiene capacidad para crear un marco regulador global, ya que las cadenas de suministro globales se adaptan para entrar en el mercado común europeo.

El despliegue de estos objetivos deja al sector en una carrera contrarreloj para adaptarse a la nueva legislación que apenas tardará en llegar seis años más. Sólo en España, un 13% de las empresas reconocen no estar nada preparadas para la legislación sostenible, mientras que un 67% aseguran estar “parcialmente preparadas” y un 20% totalmente preparadas, según la decimotercera edición del Barómetro Veepee-Modaes de Empresas de Moda en España. Además de no demasiado tiempo, el reto de la sostenibilidad se presenta complejo y aborda toda la cadena de valor de la moda, desde el producto hasta el reporting.

Producto

Sobre la mesa de la Comisión está el nuevo reglamento de Ecodiseño para Productos Sostenibles publicada el pasado 30 de marzo. La legislación se basa en la actual directiva de ecodiseño, que actualmente sólo abarca productos relacionados con la energía, y establece un marco para fijar requisitos de ecodiseño para productos, incluyendo textiles. Además, incluirá la obligatoriedad de un “pasaporte” que detalle aspectos como el impacto medioambiental y la reciclabilidad de los productos de moda.

La medida ya está implementada en Francia, y está suponiendo un quebradero de cabeza para los retailers de moda, un sector con una larga y fragmentada cadena de valor. El mayor desafío no es sólo la trazabilidad, sino la integración tecnológica entre centenares de proveedores que trabajan a su vez con multitud de retailers distintos.

Otra de las normativas que atañe al producto es la Normativa de Sustancias Peligrosas (Reach), que se ocupa de que todas las sustancias químicas que se usan en la ropa se sometan a un control. La regulación exige a las empresas notificar a la Agencia Europea de Sustancias y Mezclas Químicas de los tipos de productos que usan y su tratamiento y su renovación, que promete un alcance más amplio de la medida, se ha aplazado a principios del próximo año.

Cadena de valor

Además de abordar el tipo de producto que llega a las tiendas, la UE está lanzando regulación sobre la propia cadena de valor del producto. Una de ellas es la propuesta de directiva de Debida Diligencia. Esta nueva directiva persigue evitar impactos adversos potenciales o reales sobre los derechos humanos y el medio ambiente, provocados por actividades empresariales. Además, establece la obligación de adoptar un plan que asegure que su modelo de negocio y estrategia es compatible con la transición hacia una economía sostenible y con el límite del calentamiento global de 1,5 grados centígrados, en línea con los cuerdos de París.

Bajo este mismo paraguas se encuentran el reglamento contra los trabajos forzosos y el reglamento relativo a la deforestación en las cadenas de suministro, que apuntan a medidas más específicas para cada uno de estos aspectos.

Comunicación y transparencia

Otro de los grandes caballos de batalla de la UE para acabar con el 'fast fashion' es acabar con el 'greenwashing'. La propuesta de directiva añade dos grandes novedades frente a la regulación existente. La primera de ellas es que, si bien la ley de competencia desleal ya obligaba a que cuando se hace una declaración el fabricante “debe estar en disposición de probarlo”, ahora la novedad es que no sólo debe estar en disposición de hacerlo, sino que tiene que hacerlo proactivamente. La segunda de ellas es que prohíbe las etiquetas “autocertificadas” (las que cada marca usaba para identificar sus colecciones más sostenibles). Por su parte, la regulación del 'textile labelling' fija que cada producto debe llevar una etiqueta o marca que indique su composición de fibras cada vez que se comercialice en la UE.

Reporting y finanzas sostenibles

La directiva de la UE sobre información corporativa en materia de sostenibilidad aprobada en 2022 obliga a las empresas a informar regularmente sobre el efecto de su actividad en las personas y el medio ambiente. El objetivo de esta medida para por equiparar la información sobre sostenibilidad con la información financiera, permitiendo el acceso a datos fiables y comparables. Para ello, la Comisión ha previsto también un reglamento de taxonomía, que sea capaz de crear una clasificación amplia de las actividades sostenibles.

Circularidad

Otro punto clave para impulsar la sostenibilidad en el sector es la circularidad de sus materiales. Por ello, la Comisión esta preparando una enmienda a la directiva marco sobre residuos para añadir el tratamiento del textil y dibujar una hoja de ruta sobre cómo se ha de gestionar la Responsabilidad Ampliada del Productor (RAP). Bajo esta nueva legislación, los productores o retailers que coloquen un producto en el mercado tendrán que cubrir los costes de gestión de los residuos textiles, por lo que desde Bruselas apuntan que “incentivará la reducción del gasto y aumentará la circularidad de la producción textil, diseñando mejores productos desde el inicio”.

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