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Hileras donde antes hubo decenas de bicicletas en exposición completamente vacías. Con suerte, un modelo o quizá dos del tamaño de bici que buscaban. Niño que mira a sus padres con cara incrédula -"pero si dijiste que habría"- y padres que devuelven la mirada a los dependientes con gesto de súplica esperando un milagro que llegue en volandas desde las profundidades del almacén. La explosión de la demanda de bicicletas durante la crisis de la Covid-19 ha dejado en los huesos el stock de muchos distribuidores pocos meses antes de que en agosto concluyera la temporada. Y los fabricantes se han encontrado con el cierre de algunos de sus principales centros de producción en Asia, Europa o América a causa del confinamiento global en un momento de ventas récord.

Sólo en nuestro país, la demanda de bicicletas ha aumentado hasta un 400% al levantarse las restricciones, de acuerdo con los datos que maneja AMBE, la Asociación de Marcas y Bicicletas de España. Su Secretario General, Carlos Núñez, reconoce que en el sector esperaban un rebote de las ventas con el desconfinamiento, pero que nadie  pensaba que iba a haber una reactivación tan fuerte ni de las compras ni de las reparaciones. "Ha sido una reactivación fortísima, en ‘V’ perfecta. De hecho las tiendas nos cuentan que se ha incrementado la demanda un 300 o un 400%, y en las bicicletas de primer precio, las más económicas, incluso se han llegado a agotar existencias en todos los canales de venta, ya sean tiendas pequeñas, grandes superficies, cadenas multideporte, incluso plataformas online", explica a este diario.

Según los cálculos de AMBE, el sector movió en nuestro país alrededor de 1.871 millones de euros el año pasado, lo que lo convierte en la primera práctica deportiva en facturación con un 24,62% del volumen de negocio de todos los deportes, y actualmente da empleo a 22.000 personas. El año pasado se vendieron más de 1,26 millones de unidades. Una cifra notable, pero modesta si tenemos en cuenta que la producción mundial de bicicletas ronda los 50 millones en un solo ejercicio.

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Un 7% de todas ellas las produce la taiwanesa Giant Bikes, primer fabricante a nivel mundial. La compañía, fundada en 1972, está presidida por una mujer, Bonnie Tu, que fue ciclista profesional y ha creado su propia marca de bicicletas y equipamiento para mujeres (Liv). Su ascenso meteórico en bolsa desde el 'crash' que la crisis del coronavirus generó a mediados de marzo en los mercados de todo el mundo da buena idea de hasta qué punto el sector está recibiendo un espaldarazo. Sus títulos han esprintado desde entonces un 158% a zona de máximos históricos y su capitalización alcanza los 114.580 millones de nuevos dólares taiwaneses (3.400 millones de euros).   

José Casla, Director General de Giant Bikes Ibérica desde hace 25 años explica a 'La Información' que es ahora cuando empieza a notarse en sus mercados el efecto de la paralización de la actividad en Asia a lo largo del primer trimestre. Esto es así porque las bicicletas tardan en fabricarse entre 20 y 25 semanas desde que se prepara un pedido. Giant cuenta con nueve centros de producción, siete en Asia (sobre todo en China y Taiwán) y dos en Europa. "Se ha producido un diferimiento muy importante entre este 'boom' de demanda y la escasa oferta que estamos sufriendo en todos los mercados no solamente aquí en España", puesto que se ha percibido también en el resto de Europa y en Estados Unidos.

De la pájara de los 90 al auge en plena crisis financiera

La del coronavirus no es la primera crisis que golpea a la bicicleta. A comienzos de los noventa el sector vivía su propia época dorada gracias a la aparición de la 'mountain bike' solo unos años antes en Estados Unidos, que pronto se popularizó en el resto del mundo. La explosión de ventas se vio truncada entonces por el tsunami que desencadenó a nivel global el estallido de la burbuja inmobiliaria en Japón y el efecto de la guerra del Golfo sobre los precios del petróleo. "Sufrimos mucho todos. Nos costó mucho recuperarnos. Habían nacido multitud de empresas alrededor de este sector que tuvieron que cerrar", explica Casla.

Con la crisis financiera tras la caída de Lehman Brothers la evolución de los fabricantes y distribuidores de bicicletas fue contraria a la de la economía y los ejercicios de 2010 a 2013, en plena recesión, fueron prósperos para ellos. "Ahora se han mezclado las dos cosas porque ha sido algo terrible que nos ha paralizado totalmente pero, sin embargo, nuestro mercado ha reaccionado en sentido opuesto y de una manera tremenda", apunta el responsable para España y Portugal de Giant, que prefiere no hacer perspectivas sobre cómo le puede ir al sector a corto o medio plazo. 

"A corto plazo no me atrevo a hacer unas previsiones optimistas para nuestro mercado"

"Para mí el corto plazo en este momento con esta situación de incertidumbre es mañana (...) Ayer hablé con Taiwán y estamos muy preocupados con lo que está ocurriendo. Hablé para temas de patrocinio, que estás pensando en un plazo medio o largo, y esta incertidumbre, estos cambios diarios que están ocurriendo, estos brotes, esta situación de miedo, nos lleva a que el corto plazo es un día, ya no es menos de un año", asegura. 

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Todo parece indicar que a corto plazo la bicicleta va a seguir teniendo una fuerte demanda, tanto en uso deportivo -que es básicamente del que vive el mercado español- como en el uso de movilidad o de transporte, donde nos llevan mucha más ventaja Alemania, Francia o Inglaterra. "Si esta crisis es una crisis tan terrible, pues nos afectará a nosotros también y en ese corto plazo que estamos diciendo, en menos de un año, por lo que no me atrevo a hacer realmente unas previsiones optimistas para nuestro mercado", zanja José Casla.

Ya sea pedaleando de pie o sentados, el mercado a nivel mundial se mueve a buen ritmo, tanto que podría llegar a superar los 75.400 millones de dólares en 2025. Son las perspectivas que incluye un informe publicado por la firma de consultoría de negocios Grand View Research meses antes de que estallase la pandemia. La paulatina descarbonización de la economía supondrá, con toda probabilidad, un empuje extra para la bicicleta eléctrica por los cambios en la movilidad que están impulsando las ciudades.