Dos formas antagónicas de gestión pública

Madrid se bate en un 'duelo' económico con impacto en toda la política nacional

La implicación de Pedro Sánchez y Pablo Casado en los comicios a la Comunidad de Madrid ponen en juego gran parte de su credibilidad a la hora de aplicar una estrategia de izquierdas o el neoliberalismo de Ayuso.

El presidente del PP, Pablo Casado y la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, se abrazan durante un acto electoral.
Madrid se bate en un 'duelo' económico con impacto en toda la política nacional.
Europa Press

Las elecciones autonómicas de este martes en la Comunidad de Madrid van a ser una gran prueba de fuego sobre el modelo económico que contraponen la izquierda y la derecha en todo el país, de forma que el resultado final en las urnas va a ser un terremoto, del lado de la socialdemocracia de Sánchez  o del lado neoliberal de Casado, cuyas réplicas se dejarán sentir a medio y largo plazo en la política nacional. La implicación de los dos máximos líderes de PSOE y PP, los dos partidos que son alternativa de Gobierno en España, han convertido los comicios madrileños en un duelo en el que se contraponen unas políticas de izquierdas con subidas de impuestos, intervención publica en sectores estratégicos y limitaciones a cualquier tipo de gestión privada en sanidad o educación, a un modelo liberal en el que se postula la tributación mínima sobre la iniciativa privada y modelos mixtos de gestión en los servicios públicos en busca de una mayor eficacia y ahorro de gasto.

Más allá de los postulados técnicos de uno u otro modelo de gestión pública, esa contraposición de estrategias servirá para medir las fuerzas de un Gobierno de izquierdas entre PSOE y Unidas Podemos, que se quiere trasladar a la comunidad capitalina, frente a un Partido Popular en plena reconversión estratégica interna cuyo líder necesita el espaldarazo de un triunfo claro en Madrid para consolidar su credibilidad en el modelo conservador que postula tras el fracaso de las elecciones catalanas y el acecho de la extrema derecha de Vox. La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, llega a pie de urna tras una campaña en la que la mayor parte de sus críticas, sobre todo en el ámbito económico, se han centrado en el Ejecutivo de Pedro Sánchez, sobre todo a la hora de analizar la estructura de los impuestos o la gestión privada de la Educación y la Sanidad.

El PP madrileño ha defendido a capa y espada su capacidad para bonificar casi en su totalidad los Impuestos de Patrimonio y Sucesiones, con lo que eso supone de atracción para las grandes fortunas del país, algo que los tres partidos del frente de izquierdas -PSOE. Más Madrid y UP- están decididos a erradicar si logran una mayoría entre los tres capaz de desbancar el empuje de Días Ayuso y los suyos. 

Más allá de la pelea electoral en materia fiscal, en la que el candidato socialista no se ha querido meter, la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, elevaba las diferencias en temas de impuestos a un problema nacional, al anunciar una armonización en todas las CCAA de esos dos impuestos sobre la riqueza, para acaba cuanto antes con las bonificaciones de Madrid y otras comunidades y el agravio comparativo que se puede generar con ello. Lejos de ser una cuestión fácil, todos los expertos consultados advierten que esa batalla llevada hasta el final puede acabar en el Tribunal Constitucional, que avala las ventajas madrileñas en virtud a la autonomía financiera que se le garantiza.

Pero más allá de esa batalla fiscal, centrada en la tributación de las personas físicas, Madrid presenta unos datos económicos difíciles de rebatir por la oposición y que son el reflejo de su política incentivadora de la inversión y que ha sabido aprovechar la atracción administrativa de ser la capital de España. Al final, la Comunidad de Madrid crecía a finales de 2020 a un ritmo del 4,4%, el doble que la media estatal y era capaz de atraer a las tres cuartas partes de la inversión extranjera directa de todo el país, a pesar de la situación crítica en la que le ha situado la pandemia. 

La comunidad se ha mantenido por segundo año consecutivo como la primera en aportar al PIB español, con un 19,2%, un trono que le quito a Cataluña hace dos años, y se ha llevado la mayor parte de las empresas que cambiaron de sede en aquella autonomía tras el conflicto del procés. Desde finales de 2017 han llegado a Madrid algo más de 3.000 empresas y apenas han salido unas 900, justo lo contrario de lo que ocurría en plena intentona independentista catalana. La gestión de Díaz Ayuso y de su consejero de Economía, Javier Fernández-Lasquetty, pasa por facilitar al máximo la burocracia administrativa a la llegada de nuevas empresas o a la creación de sociedades (casi 18.000 nuevas en el último año), con las máximas ventajas fiscales que pueden establecerse en los impuestos cedidos y la parte que les corresponde de los grandes tributos. Pese a ello, la capital no ha reducido su recaudación y es una delas de mayor renta media estatal (más de 30.000

Incluso en la gestión de la pandemia ha buscado Díaz Ayuso desmarcarse de la estrategia nacional dentro de lo posible una vez que pasaron los peores meses de la crisis sanitaria, hace ahora un año. Su modelo de control por zonas y no por ciudades y la creación del hospital de emergencias Isabel Zendal le han dado un respaldo en la opinión pública capitalina que no tenía cuando inició su mandato sobre el difícil equilibrio de un pacto con Ciudadanos y el apoyo en la sombra de Vox. Pero desde el punto de vista económica, su mayor cruzada ha sido mantener abiertos los bares y restaurantes de la comunidad el máximo tiempo posible y a pesar de los malos datos de la tercera ola, frente a la fuerte limitación de horarios de oras comunidades. Madrid es también la comunidad autónoma que se resiste a aplicar en su estructura educativa las limitaciones a los colegios concertados aprobados con la llamada Ley Celaá.

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