9 billones de euros

Desempleo, insolvencia... El despertar del mercado tras la anestesia monetaria

Los bancos centrales han puesto en marcha los mayores planes de estímulo de su historia para hacer frente a la crisis de la Covid-19 para evitar que la actual recesión económica desemboque en depresión.

Lagarde y Powell, en primera línea de la crisis económica.
Lagarde y Powell, en primera línea de la crisis económica.
L. I.

Gobiernos y bancos centrales han reaccionado como nunca antes con gigantescos planes de estímulo fiscales y monetarios, pero no parece que haya sido suficiente. La foto de la destrucción económica de la pandemia Covid-19 ha llevado a multiplicar el desempleo en las principales economías del mundo y la recesión del PIB es la mayor en tiempos de paz. El G-6 de los bancos centrales (EEUU, Europa, Canadá, Reino Unido, Canadá y Australia) ha multiplicado su balance en cada área económica hasta sumar un estímulo conjunto de 6,5 billones de euros que se elevará a 9,4 billones a final de 2020. Esta anestesia monetaria ha amortiguado el dolor de financiarse en la crisis desde febrero hasta hoy, sobre todo, para estados y empresas.

En EEUU, la tasa de paro ha pasado del 3,5% en febrero al 14,7% en abril y el 13,3% en mayo. En Australia ha saltado del 5,1% al 7,4% en estos cinco meses de crisis; del 5,6% al 12,3% en Canadá, mientras que en la economía española saltará por encima del 20% en el segundo trimestre, según las previsiones del Banco de España. El cierre de empresas comienza a ser masivo pero preocupa también la ola de morosidad que afrontarán los bancos sobre los créditos dispuestos hasta la fecha y los que están por venir. Solo los cinco mayores bancos de Wall Street (Bank of America, Goldman, JPMorgan, Morgan Stanley y Citi) acumulan provisiones por valor de 50.000 millones de dólares por riesgo de crédito.

Desde hace cinco meses, los mayores bancos centrales del mundo (Fed, BCE, Inglaterra, Japón, Australia, Canadá) han sacado toda la artillería monetaria que tenían disponible y aquella que no se sabía que tenían. No solo con súbitas bajadas de tipos de interés a cero en aquellos países que tenían margen con el precio del dinero, sino que bruscos aumentos de su balance fruto de los programas de compra de activos e inyecciones de liquidez a los bancos para que presten. Por ejemplo, la Reserva Federal estadounidense que dirige Jay Powell superará los 3,6 billones de euros con cargo a su balance, que ha pasado al 38% del PIB de EEUU desde el 19% en que cerró 2019.

Por el mismo camino ha ido la zona euro. El Banco Central Europeo (BCE) ha realizado ya 2,1 billones de euros en estímulos y se espera que alcance los 3,2 billones a final de año con una respuesta algo más gradual pero no menos contundente. El balance de la autoridad monetaria crecerá hasta suponer el 66% del PIB de la zona euro desde el 39% anterior. El Banco de Inglaterra (0,6 billones), Japón (1,3 billones), Australia (91.000 millones) o Canadá (434.000 millones) completan la inyección que ha servido para sostener a sus economías, pero que ha sembrado a la vez un clima entre los inversores de euforia financiera totalmente desconectado con la realidad económica subyacente en la mayoría de países.

El mercado subestima la crisis

Harry Richards, gestor de fondos de renta fija de Jupiter AM, tiene claro que esto tarde o temprano tendrá consecuencias en la trayectoria de las bolsas. "El mercado, en general, está subestimando el impacto a largo plazo de la crisis, ya que la relajación monetaria y fiscal ha actuado como un anestésico, adormeciendo a los mercados financieros ante la verdadera gravedad de la situación actual que ha llevado a que la economía esté experimentando tensiones que superan de sobra las vistas en la última crisis financiera".

En este sentido, Richards considera que los próximos doce meses abarcan la fase de insolvencia de la crisis, es decir, el periodo en el que el cierre de empresas, quiebras e impagos minarán la confianza económica. Todo ello con la mayor parte de estímulos monetarios ya realizados y que obligará a tomar nuevas medidas y a recomponer las carteras de los inversores para afrontar la nueva etapa. “La oportunidad se encuentra en los negocios acíclicos: productos farmacéuticos, alimentos y bebidas, telecomunicaciones y productos básicos de consumo. El riesgo de bancarrota se localiza en el sector de los automóviles, venta minorista, consumo discrecional e industrial. Preveemos un aumento considerable en los incumplimientos corporativos", explica el experto de Jupite AM.

Richards advierte que las tasas de desempleo seguirán siendo "obstinadamente altas", lo que, advierte, "pesará en el gasto del consumidor en el futuro". En términos de la evolución de precios, el experto dibuja una "perspectiva muy tibia para el crecimiento y la inflación" con presiones deflacionistas a corto plazo que pueden cambiar a inflacionistas a medio plazo si los bancos centrales refuerzan sus estímulos. “Podríamos ver más medidas no convencionales como el control de la curva de rendimiento, las políticas de tipos de de interés negativas o el dinero del helicóptero", advierte.

Edoardo Fusco, analista de eToro, prevé una divergencia en el crecimiento de EEUU y Europa tras las reuniones del BCE y la cumbre de líderes de la UE. “Los inversores esperaban un "no-show" de Christine Lagarde y no es sorprendente que ella básicamente le pasó la pelota al Consejo Europeo, pidiendo apoyo fiscal para hacer frente a la recesión. La economía europea se está beneficiando ahora de un rebote en los indicadores principales, como los PMI's locales, y de tasas de interés más bajas. Sin embargo, el Fondo de Recuperación sigue siendo una idea vaga y, si comparamos este proyecto con las medidas fiscales, ya en vigor en EEUU, es razonable esperar una recuperación de dos velocidades entre EEUU y Europa”, argumenta.

En este sentido, los economistas de Mapfre Economics prevén una contracción de entre el 10% y el 11,1% este año en la zona euro, mientras que la caída del PIB estadounidense podría situarse en un rango de entre el 8% y el 9,4%. “Los riesgos para la economía de la eurozona son los de una recesión más profunda y duradera, en la medida que esta crisis va a dejar cicatrices tanto en el nivel de empleo como en la quiebra de compañías. Todos los países de la UE terminarán con déficits y deudas más elevadas, y también más endeudado el sector privado, por lo que será necesaria una cuidadosa gestión para evitar problemas de solvencia de los países y en el sector financiero”, advierten. Desde Mapfre Economics añaden otro aviso sobre una cuestión de debate que está sobre la mesa ante la ola de rebrotes actual: “Las economías no se pueden permitir nuevos cierres totales".

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