Sube un 32% en el año

El 'mago Son': Softbank recupera el karma ante los inversores con la IA y los chips

El grupo japones fundado por Masayoshi Son, que ha sorteado las consecuencias de la burbuja de Internet a principios de siglo y ha aguantado la caída de WeWork, busca ampliar su fortuna con la empresa de Arm

Softbank
El mago Son: Softbank recupera el karma ante los inversores con la IA y los chips.
Nerea de Bilbao (Infografía)

La de Softbank se puede leer como una historia de muerte y resurrección. Masayoshi Son, el dueño del gigante tecnológico nipón, a los ojos de los inversores ha sido un gran visionario. Supo ver el potencial del coloso chino Alibaba antes que nadie, cuando tan solo contaba con una treintena de trabajadores. Sin embargo, algo se rompió en estos últimos años, cuando el 'mago Son' en una jugada demasiado arriesgada, arrastró a su empresa a vivir su época más oscura. La caída de la inmobiliaria WeWork supuso un fiasco para su cartera de inversión, de la que todavía no se recupera. Ahora, sin embargo, podría encontrarse en un punto de inflexión. En su larga historia ha apostado por empresas desconocidas, todavía emergentes y con poca visibilidad que luego convertiría en un éxito a través de sus fondos Vision Fund 1 y 2. Esto es lo que está ocurriendo con Arm, cuyo éxito hace volar al grupo nipón en bolsa. 

Softbank tiene una larga trayectoria como inversor. Masayoshi Son la fundó en 1981 como empresa distribuidora de software. Unos años después, se lanzó al negocio editorial, como editor de revistas tecnológicas: la euforia fue tan grande que en 1994 tocó la campana y salió a bolsa. En ese momento, empezó la primera gran etapa de oro para la compañía. En una época en la que se empezaban a desarrollar dispositivos tecnológicos más avanzados y que pronto iba a asistir a la difusión de internet, Softbank apostó por hacer grandes inversiones en empresas del sector.

Una de ellas fue Yahoo con la que, en 1996, creó Yahoo! Japón. Sin embargo, estas inversiones llegaron en un momento en el que el mercado estaba distorsionado. Los valores ligados a internet se disparaban y las bolsas se inflaban, sostenidas por las expectativas de la “nueva economía”: tal y como está ocurriendo hoy con la fiebre por la Inteligencia Artificial. Sin embargo, en ese entonces la burbuja estalló, provocando quiebras de parte de estas compañías. La apuesta de Softbank por algunas de ellas la llevó a perder alrededor de 4.000 millones de euros, que provocó una caída del 70% de su cotización en bolsa.

SoftBank, sin embargo, pudo mantenerse a flote. Tras convertirse en un holding de empresas, realizó en 2000 una de sus inversiones más importantes: apostó por la multinacional Alibaba, que en ese entonces era una firma emergente. Esta vez el mago Son acertó y la salida a bolsa de la compañía china en 2014 engordó las ganancias del grupo. Si bien esa apuesta todavía se recuerda como la más acertada, Softbank ha ido progresivamente vendiendo sus participaciones en Alibaba, ante la debilidad de China, para limitar su exposición al país. Tras los máximos históricos alcanzados en octubre de 2020, cuando la pandemia impulsó las compras online, las acciones de Alibaba llegaron en 2022 a tocar mínimos de 2016 y cotizan un 76% por debajo de sus máximos. A día de hoy tiene una capitalización de más de 189.900 millones de dólares.

El éxito de esa apuesta recuerda a la de la tecnológica Arm, que Softbank adquirió en 2016 y que ahora está contribuyendo a multiplicar su valor en bolsa. Pero la visión del grupo no siempre fue acertada. Cuando en 2017 lanzaron su primer fondo venture capital, el Vision Fund 1, la compañía se lanzó en múltiples inversiones muy arriesgadas como la de WeWork.

La sombra de WeWork

SoftBank pagó cara su decisión de apostar por WeWork. La inmobiliaria, de hecho, pasó de ser un gran atractivo para los inversores a declarar la bancarrota en pocos años. Las primeras grietas se notaron en 2019, cuando la empresa que proporciona espacios de trabajo compartidos, apuntaba a una salida a bolsa exitosa. Sin embargo, el toque de campana fue aplazado por las dudas de los inversores sobre su modelo de negocio. En ese momento la empresa valía 47.000 millones de dólares. 

Convencido de su potencial, Softbank, a través de su Vision Fund, decidió invertir unos 7.200 millones de dólares en WeWork, para rescatarla de sus problemas financieros, llegando a controlar hasta el 80% del capital. Dos años después de su intento fallido, la inmobiliaria salió a bolsa mediante la fusión con una SPAC, es decir, una sociedad que tiene el objetivo de recaudar capital para la fusión o adquisición de una futura empresa, con una valoración de tan solo 9.000 millones de dólares. Desde su debut sus acciones caen un 99,9%. 

Las caídas de WeWork dejaron a Softbank en números rojos. La compañía nipona cerró 2021 con pérdidas de 11.345,994 millones de dólares. En 2022, alcanzaron los 6.441,16 millones de dólares. Los fondos Vision también acabaron en números rojos, con pérdidas de más de 24.000 millones de dólares en 2021, y de 35.400 millones el año siguiente, según los datos de la compañía. En la presentación de sus resultados semestrales el pasado noviembre, la compañía admitió que WeWork ha supuesto una perdida total, hasta ese momento, de 3.620 millones de dólares. 

El éxito de Arm

Se dice que recordar el pasado ayuda a no cometer los mismos errores. En este momento, la difusión de la inteligencia artificial recuerda mucho a la burbuja de internet y los analistas se preguntan si y cuando va a estallar. Amadeo Alentorn, gestor de inversiones del área de renta variable sistemática de Jupiter AM, explica que la historia enseña que los repuntes procedentes de un conjunto muy reducido de valores pueden dar lugar a una burbuja. Esta fiebre por las Siete Magnificas y la IA representa, según el analista, "comportamiento impulsivo del inversor y si entra en juego el FOMO (fear of missing out -miedo a perdérselo-), acaba habiendo mucho dinero invertido en unos pocos nombres, lo que provoca un impulso y crecimiento en el peso de esos nombres en un índice", explica.

Sin embargo, sigue siendo la principal apuesta de los inversores y, entre ellos, de Son. El grupo nipón, adelantándose respecto a otros inversores, compró el 5 de septiembre de 2016 la empresa de chips Arm. En agosto del año pasado, llegó a un acuerdo para adquirir la participación del 25% que no controlaba directamente en la empresa, y que estaba en poder de Vision Fund, en el que también participa Arabia Saudí, según informo el diario Financial Times. En septiembre del año pasado la compañía llevo a Arm a cotizar, en la mayor IPO mundial del año, pero sigue siendo su principal dueño con el 90% de participaciones.

La apuesta por la tecnológica está siendo crucial. La empresa de chips sube un 77,9% en el año, un 162% desde su salida a bolsa hace cinco meses y alcanza un valor de más de 137.200 millones de euros. Softbank, mientras, recoge sus frutos. Desde enero repunta más de un 32% y desde los resultados de la tecnológica, que firmaron aumentos “impresionantes” según los analistas, se revaloriza un 25%, con la vista puesta en sus máximos históricos de 2021, que todavía no consigue alcanzar. De hecho, el fracaso de WeWork es todavía una herida abierta para los inversores.

En los resultados anunciados el pasado 8 de febrero, Softbank informó que entre abril y diciembre de 2023 redujo en un 49,7% los números rojos contabilizados por la firma en el mismo periodo de 2022. Y ha informado que entre octubre y diciembre ha logrado su primer beneficio trimestral en un año. Desde la empresa detallaron que la mayor parte de las pérdidas por inversiones se concentran en las empresas holding del grupo, mientras que las posiciones en empresas tecnológicas a través de los fondos Vision acumularon minusvalías de 326 millones de euros, muy por debajo de las pérdidas del año anterior.

En un informe los analistas de Citi explican que SoftBank se ha convertido en una empresa de gestión de activos centrada en la revolución de la inteligencia artificial, con el Softbank Vision Fund en su núcleo. Sin embargo, a la luz de la incertidumbre actual en los mercados de capitales y el impacto significativo relacionado con las ganancias de Softbank, la firma de analistas le asigna una calificación de alto riesgo. Entre los desafíos a los que podría enfrentarse la empresa destacan las tendencias macroeconómicas, como las tasas de interés, la dependencia de las valoraciones patrimoniales de las empresas cotizadas en bolsa que representan la mayoría del valor de las acciones del Grupo SoftBank, y la evolución de la reestructuración del negocio de WeWork. 

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