Por debajo de los 100 dólares

El petróleo frenará la inflación a largo plazo pese a la tensión actual de precios

La electrificación de la economía y la imparable transición hacia fuentes energéticas limpias terminará eliminando demanda y dejará un sector sujeto a la sobreproducción de crudo pese a las fricciones actuales en el mercado.

El petróleo podría ser muy desinflacionista a largo plazo.
El petróleo podría ser muy desinflacionista a largo plazo.
Repsol vía L. I.

En las últimas semanas el precio del petróleo se acercó a los 100 euros el barril de Brent, un nivel no visto desde el pasado noviembre, aunque en los últimos días se ha desplomado hasta el nivel de los 84 dólares. A la vez, la inflación de septiembre de la zona del euro cayó al 4,3% interanual, la más baja desde octubre de 2021. ¿Hasta qué punto es peligroso el repunte del precio del petróleo para una mayor desinflación? Sobre la base de los precios a plazo, los precios del petróleo volverían a contribuir ligeramente a la inflación a partir de diciembre, según algunos expertos.

“Hemos asistido a un increíble aumento de los rendimientos y del dólar, lo que ha suscitado preocupación por la demanda en el futuro de petróleo y esto acelera las presiones inflacionistas”, declara Phil Flynn, analista de Price Futures Group, en declaraciones que recoge la Agencia Reuters. Unos tipos de interés más altos y un dólar más fuerte encarecen el oro negro para los tenedores de otras divisas, lo que podría frenar la demanda de crudo.

Por lo pronto, los inversores siguen atentos a cualquier actualización de la oferta tras la decisión adoptada el mes pasado por Arabia Saudí y Rusia de prorrogar los recortes de producción hasta finales de año. Los dos países pertenecen a la OPEP+, la Organización de Países Exportadores de Petróleo, y son aliados.

¿Esto puede perjudicar al comportamiento de la inflación? La presión sobre la inflación subyacente se está atenuando, como indican la caída de los precios de producción (-2,7% interanual en julio) y el retroceso de la presión sobre los precios de producción, según las encuestas empresariales.

“Dado que la economía atraviesa un periodo de debilidad, la presión cíclica sobre los precios seguirá siendo moderada”, comenta Martin Wolburg, economista senior de Generali Investments. “Además, el estrangulamiento de los productos intermedios que provocó la subida de precios durante la pandemia se ha disipado y el exceso de demanda de servicios tras la pandemia ha seguido su curso”, añade.

Teniendo todo esto en cuenta, el experto de la gestora italiana prevé que la última subida del precio del petróleo provoque algunas oscilaciones en los datos de inflación. “El desmantelamiento de las medidas gubernamentales para controlar la inflación vendrá por añadidura”, analiza.

No obstante, matiza que al final ve la senda de desinflación intacta y la inflación cayendo hacia el 3% interanual a finales de año, de modo que no surja la necesidad de una nueva subida de los tipos de interés oficiales del BCE. Es importante mencionar que el año pasado se fijó el objetivo de llenar el almacenamiento de gas al 90% de su capacidad para el 1 de noviembre de 2023. El nivel actual es del 95% en la UE y supera el umbral del 90% en todas las economías de la zona euro. De esta manera, los efectos más nocivos tienen cierto límite.

Agenda 2030

La percepción de escasez de oferta alimenta el ánimo alcista del mercado y eleva los precios del petróleo cerca de los 100 dólares por barril. Algo menos notoria, la Agencia Internacional de la Energía presentó una actualización de su informe "Net Zero Roadmap", en el que analiza en profundidad cómo avanza la transición energética. El informe ofrece valiosas perspectivas sobre el statu quo y la dinámica actual. En comparación con el análisis realizado hace dos años, surgen varios aspectos destacados.

En general, la transición se ha acelerado sustancialmente en todo el mundo debido, entre otros factores, al crecimiento de las soluciones ofrecidas, la ampliación de la oferta y la fuerte demanda de alternativas provocada por las crisis energéticas inducidas por los combustibles fósiles.

Al menos la parte energética del reto de las emisiones mundiales parece estar más o menos en vías de alcanzar el objetivo de cero emisiones netas, a diferencia de otras partes significativas, como la alimentación y la agricultura. “La aceleración es más notable en el sector de las energías limpias, donde la energía solar se ha convertido en un mercado de masas mundial y donde el almacenamiento en red mediante baterías muestra actualmente una de las mayores dinámicas de crecimiento”, concreta Norbert Rücker, economista jefe de Julius Baer.

El negocio de la energía solar es un negocio básico con escasas barreras de entrada y una competencia feroz. Dadas las enormes inversiones en fabricación, sobre todo en China, las capacidades casi alcanzan, o potencialmente ya superan, los niveles necesarios para contribuir al objetivo de cero emisiones netas, estimadas en unos 800-1000 gigavatios al año. "Esta dinámica se traduce en precios y márgenes bajos, razón fundamental de nuestra opinión neutral", apunta.

En cuanto a la movilidad eléctrica, la dinámica ha repuntado y las tendencias actuales superan las estimaciones anteriores. Es por esto por lo que desde el banco de inversión sostienen la opinión de que la transición energética se perfila como una tendencia estructural deflacionista y de aumento de la productividad que dominará la próxima década hasta 2035 y más allá. “Sin embargo, las perspectivas a más corto plazo son de consolidación y enfriamiento tras el auge, que es el elemento clave que deben tener en cuenta los inversores”, concluye.

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