Durante la pandemia

Recuperación en K: los ganadores del mercado en 2020 aún tienen gasolina

La situación originada por el Covid-19 ha creado ganadores y perdedores dentro de los índices de gran capitalización. ¿Pueden seguir ganando en bolsa estas compañías que ya tanto han subido?

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Ana Bornay / Efe

La situación originada por el Covid-19 ha creado ganadores y perdedores dentro de los índices de gran capitalización. En Wall Street, esto se ha palpado con más claridad, con los compañías más digitalizadas con menores efectos adversos y con una mayor penalización para las firmas con exposición al ciclo económico. ¿Pueden seguir ganando en bolsa estas compañías que ya tanto han subido? Esa es la pregunta que la mayoría de los expertos se cuestionan en la actualidad.

En primer lugar, los grandes bancos centrales de todo el mundo están comprando una amplia gama de activos a una escala casi inabarcable. Se puede observar un nivel similar de amplificación del gasto en el plano fiscal, donde en algunos casos los crecientes déficits presupuestarios han compensado con creces el impacto de la recesión derivada de la crisis del coronavirus. Un ejemplo es la gran cantidad de desempleados estadounidenses que han visto cómo sus rentas aumentaban durante el confinamiento, superando lo que ganaban en su anterior trabajo.

En este sentido, cabe pensar qué puede pasar con los que ya han ganado mucho terreno en las bolsas, como las grandes tecnológicas estadounidenses capitaneadas por Amazon, Microsoft o Netflix. “A medida que los inversores se fijen en lo que hay debajo del barniz de la intervención fiscal y monetaria, las corrientes subyacentes se volverán mucho más acusadas”, destaca Romain Boscher, CIO Global de Renta Variable de Fidelity.

Las recesiones son potentes vectores de cambio, capaces de invertir tendencias. Antes de esta crisis, la digitalización ya era una fuerza notable, pero ahora ha cobrado impulso rápidamente. Hay empresas que están beneficiándose por dos vías de la digitalización: primero, por tener ya la infraestructura lista para absorber el aumento de la demanda (por ejemplo, empresas con acceso a almacenamiento en la nube, la cual puede modular la capacidad con facilidad); y segundo, por la reducción de los costes, como el descenso de los gastos de viaje y representación o los ahorros derivados de la optimización de espacios gracias al trabajo en remoto.

En el otro extremo del espectro se encuentran aquellas empresas con modelos de negocio diseñados para el “viejo mundo”: establecimientos comerciales tradicionales, empresas de combustibles fósiles y un largo etcétera. “Este elenco de empresas en fuera de juego explica por qué existe tal divergencia en las valoraciones bursátiles”, afirma Boscher. Es algo más que un mero debate entre crecimiento e infravaloración; es un salto generacional del viejo mundo al nuevo.

Discriminación en las valoraciones

En un entorno de crecimiento económico bajo y rendimientos en mínimos, el capital compite por el crecimiento y las rentas. Estas características son cada vez más escasas y probablemente siga siendo así, lo que empujará aún más a los inversores —de forma bastante racional. “Esto llevará a los inversores a buscar títulos que ofrezcan crecimiento y rentas, a veces con valoraciones desorbitadas”, comenta el experto de la gestora norteamericana.

A medida que el brote del virus va sacando a la luz las vulnerabilidades de las empresas y sectores, muchos de estos inversores ahora están aplicando un filtro de calidad a su selección de valores. Las empresas con elevadas calificaciones de sostenibilidad generalmente reúnen los requisitos. “Estas empresas se dedican a buscar un crecimiento sostenible, lo que puede reducirse de forma efectiva a una combinación de factores de calidad y crecimiento”, asegura.

De ahí a las dudas sobre si muchas de las que han sido ganadoras hasta ahora pueden ampliar su potencial en bolsa, ya que su gran problema es la valoración. “Estas compañías con crecimientos sostenibles presentan efectivamente perfiles financieros sólidos, pero los inversores las están comprando casi a cualquier precio”, describe Boscher.

A medida que empiece a reafirmarse el escenario de crecimiento, esta vez en las rentabilidades previstas, el experto ve que la discriminación de las valoraciones volverá al primer plano: “A corto plazo, la abundante liquidez hará oscilar a los mercados, pero los beneficios serán la vara con la que se medirá la evolución a largo plazo”.

Un escenario de recuperación en forma de K también vale para las acciones infravaloradas: empresas que cotizan con múltiplos bajos y en estos momentos muestran descuentos históricos frente a los títulos de crecimiento. “Están surgiendo dos grupos dentro del segmento de acciones infravaloradas: los que tendrán que luchar para sobrevivir y los que pueden prosperar”, apunta.

Siguiendo este esquema, la realidad es que las firmas de combustibles fósiles y los bancos con importantes redes de oficinas están perdiendo relevancia y se encuentran en declive. “Las empresas del sector industrial, los fabricantes de productos duraderos e incluso algunas aerolíneas de bajo coste podrían sorprender gratamente a los inversores con su recuperación, sobre todo a rebufo de las políticas fiscales y monetarias expansivas”, prevé Boscher. Por último, los estímulos fiscales podrían ayudar a reparar los daños económicos provocados por la pandemia, mientras que la relajación monetaria ayudaría al mercado a seguir subiendo sobre los niveles actuales.

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