El verano del planeta rojo

La supervivencia económica es posible en Marte... pero con una alianza global

Tres misiones con un mismo destino y habrían sido cuatro de no ser porque la pandemia obligó a aplazar el lanzamiento de ExoMars hasta dentro de dos años.  

El aterrizaje de ExoMars mañana en Marte tiene "un nivel alto de éxito pero muchas incógnitas", según expertos
La supervivencia económica es posible pero se requiere una alianza global. 
EUROPA PRESS

La conversación empieza con una pregunta directa. ¿Por qué ir a Marte cuando hay tantos problemas en la Tierra por el coronavirus?. “¡Y por qué no!”, exclama Jan Wöner, director general de la Agencia Espacial Europea, eliminando cualquier margen de duda, “hacer lo contrario sería un error y una reacción estúpida”. Ese mismo día Emiratos Árabes Unidos lanzaba su sonda no tripulada Hope hacia el planeta rojo. Le siguió China con la Tianwen-1 y este miércoles se abre la ventana para Perseverance de la NASA.

Tres misiones con un mismo destino y habrían sido cuatro de no ser porque la pandemia obligó a aplazar el lanzamiento de ExoMars hasta dentro de dos años, cuando Marte y la Tierra roten otra vez juntas en torno al sol. “Hacemos esto para entender el planeta”, explica Wöner en el marco de los eventos de la feria aeroespacial en Farnborough, que en esta edición fue virtual. “Tuvo un sistema muy similar al de la Tierra, tanto en temperatura como en atmósfera”, subraya.

Es también por una cuestión tecnológica, ya que muchas de las innovaciones más valiosas en la vida cotidiana son resultado de la exploración espacial. Aunque quizás la razón más importante, opina, es la curiosidad que hace progresar al ser humano. Will Whitehorn, uno de los miembros fundadores de Virgin Galatic, es muy claro en este sentido. “Ir a Marte no es cien por cien necesario”, admite, “pero la humanidad se basa en eso, en soñar con ir más lejos”.

“La fascinación por lo que hacemos en el espacio es algo positivo”, añade Jan Wöner, “esa fascinación inspira y la inspiración motiva hacer cosas juntos. Por eso Marte es especial. Te despierta”. El ser humano está desde los años 1960 en una carrera por empujar las fronteras en el espacio. Andrew Stanniland, desde Thales Alenia, incorpora un factor adicional, el de la colaboración que se crea con competidores naturales para avanzar en una misión y un propósito común.

La ciencia ficción contribuyó a poner Marte en lo más alto de la lista de prioridades. No es casualidad que la novela “La Guerra de los Mundos” del autor británico H. G. Wells fuera una invasión desde el planeta rojo o que “El Planeta Prohibido” fuera la primera película moderna de ciencia ficción en color que estuvo enteramente ambientada tan lejos de la Tierra. Pero lo que entra en juego con las nuevas generaciones de exploradores es que se entiende el beneficio económico.

Compañías privadas como SpaceX, Virgin Galactic y Blue Origin están demostrando que el espacio puede ser un negocio comercial viable. “Elon Musk construye incluso un cohete para llevar a humanos a Marte y eso está provocando que la ciencia sea aún más interesante para el público”, explica Whitehorn, “y ahora hay una gran expectación hacia que estos robots exploradores detecten la más mínima evidencia de la existencia de microorganismos o de agua”.

Hay múltiples evaluaciones de los beneficios económicos de estas misiones. Se calcula que en términos generales cada dólar de inversión genera un retorno de seis dólares. El directo es de dos dólares. Pero Wöner considera que el dinero no debería ser la cuestión. “La gente lo que busca es una visión positiva para el ser humano”, añade. Whitehorn cuestiona a los burócratas y cree incluso que como efecto de la pandemia, durante los próximos cinco años se acelerará el proceso de industrialización del espacio.

El lanzamiento de la sonda espacial china es una muestra de esa ambición y del progreso tecnológico alcanzado por la potencia asiática durante los últimos diez años. Su vehículo explorador está diseñado para buscar señales de presencia de agua y hielo. La nave de Emiratos Árabes Unidos, por su parte, estudiará la atmósfera. Mientras que el nuevo robot de la NASA contará con nuevos avances, como un helicóptero autónomo. Si todo va bien, las sondas deberían llegar a Marte en febrero de 2021. 

Integrar al hombre en las futuras misiones a Marte es un reto tecnológico muy diferente. “Eleva el nivel de responsabilidad”, señala Stanniland. Pero al mismo tiempo es necesario para que la exploración espacial siga inspirando a futuras generaciones. Las primeras imágenes de la Tierra que tomaron los astronautas de la misión Apollo fueron el germen del movimiento medioambiental. “La foto hecha por un satélite artificial es impresionante”, valora Wöner, “pero hecha por un humano se siente”.

La gente lo que busca es una visión positiva para el ser humano”

Estas tres misiones estarán a medio camino de Marte cuando se celebrará en noviembre 20 años de ocupación humana continuada de la Estación Espacial Internacional, que está a un paso de ser explotada comercialmente. Y en paralelo toma cuerpo el interés de las empresas privadas por volver a la Luna. Los terrícolas se aburrieron del satélite tras ser visitado por 12 astronautas. “Puede ser la puerta para ir juntos a Marte”, dice Stanniland, “será clave para resolver algunos aspectos técnicos similares”.

La Luna, coinciden los expertos, representa por eso una oportunidad gloriosa para aprender lo que se puede hacer en Marte antes de que el ser humano emprenda el viaje de millones de kilómetros al planeta rojo. “Es el espacio y no es fácil”, explica Stanniland, que señala en este sentido la importancia de replicar la colaboración de la Estación Espacial Internacional. Es el modelo último de entendimiento entre naciones, donde las diferencias geopolíticas desaparecen.

La supervivencia del ser humano en Marte es, por tanto, posible en términos económicos. Pero requerirá movilizar cientos de millones de dólares antes de empezar a colonizarlo, algo que no puede soportar un único presupuesto nacional. Esa escala, por tanto, obligará a que múltiples países se combinen con múltiples empresas en una misión de expedición para la humanidad. Y esto debe hacerse, además, evitando que el espacio se convierta en una plataforma comercial reservada para los superricos o las compañías más poderosas.

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