Tribunal global

El problema del contagio: el BCE necesita pensárselo dos veces

Lagarde y Guindos, durante la conferencia de prensa.
Lagarde y Guindos, durante la conferencia de prensa.
EMILY_PIWOWAR/ECB

Lo que está haciendo la Reserva Federal (Fed) es perfectamente comprensible desde el punto de vista de la economía estadounidense, pero los efectos indirectos en el resto del mundo son cada día más problemáticos. En esta línea, Maurice Obstfeld, ex economista jefe del FMI, destacó que la participación de los bancos centrales en una carrera para frenar la inflación terminará en un endurecimiento agregado excesivo

Las reacciones en los mercado europeo a los anuncios de la Fed la semana pasada son un buen ejemplo, ya que la trayectoria anticipada -sobre los tipos de interés- para el Banco Central Europeo (BCE) se disparó nuevamente después de las señales agresivas emitidas desde Estados Unidos. 

Aunque bien puede ser que los participantes del mercado hayan aumentado el peso de las consideraciones sobre el tipo de cambio en su comprensión de la función de reacción del BCE y consideren que cualquier mejora en la trayectoria de la Reserva Federal debe ser igualada por su contraparte europea para proteger la moneda y frenar la inflación importada.

Para ser justos, el discurso del BCE ha generado mucho debate desde la última reunión del Consejo de Gobierno para que el mercado espere una política monetaria aún más agresiva en Europa. Christine Lagarde, en un discurso la semana pasada, reafirmó lo que había declarado en Sintra de que el banco central se inclinaría a tratar un shock energético persistente como un shock negativo permanente en la oferta, lo que lógicamente exigiría una acción más enérgica sobre la demanda para controlar la inflación. 

A eso hay que sumarle que, dado que la primera parte de su discurso estuvo dedicada a mostrar que el choque energético tendría consecuencias más duraderas que las anteriores, no hay duda de que el BCE ya ha llegado a esa conclusión. La presidenta del BCE también expresó sus dudas sobre si la recesión que se avecina podrá frenar significativamente la inflación, ya que la raíz de dicha recesión estaría en el lado de la oferta.

En cualquier caso, más allá del mensaje del BCE, el mercado de bonos europeo se vería afectado, como es habitual, por los cambios en los tipos de interés a largo plazo estadounidenses, y las rentabilidades ya se han disparado la semana pasada en la Eurozona. Hasta el viernes, los tipos de los bonos italianos a 10 años habían llegado al 4,34%. 

Esto puede actuar como un recordatorio para la nueva administración en Roma de que su margen de maniobra fiscal será limitado. Pero, igualmente, estos desarrollos en el mercado de bonos europeos deberían hacer que el BCE piense dos veces antes de recurrir rápidamente al ajuste cuantitativo: al igual que en Estados Unidos, debemos tener una visión holística de las condiciones financieras.

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