Marca de agua

Los apóstoles del derecho a decidir pactan con Sánchez aplicar el 155 fiscal a Madrid

Pedro Sánchez y Gabriel Rufián
Pedro Sánchez y Gabriel Rufián antes de un encuentro en Moncloa
EFE

No es fácil explicarlo sin violentar la lógica o parecer idiota, pero el desafuero es de tal calibre que merece el esfuerzo. Vamos allá: ERC, partido separatista que gobierna Cataluña y cuyo líder está encarcelado por los delitos de sedición y malversación, ha pactado con el Gobierno de España la aplicación de un 155 fiscal al gobierno regional de Madrid, que no es separatista ni sedicioso ni exige una Hacienda propia. El motivo que les impulsa a confabularse contra la autonomía madrileña es de suma gravedad: "poner fin al paraíso fiscal de Madrid". Gracias al Rufián, el madrileño Pedro Sánchez ha descubierto que bajo el inocente "De Madrid al cielo" se oculta un tenebroso paraíso de siete millones de delincuentes fiscales. De hecho, la Puerta del Sol cae en Islas Caimán. Esto sí que es un golpe a la legalidad y no el de Junqueras.

Según parece, los independentistas no solo ambicionan leyes fiscales propias, además quieren dictar las ajenas y les mortifica especialmente que Madrid goce de una modesta libertad para regular los pocos tributos de competencia autonómica. Es el caso de los impuestos de sucesiones y de patrimonio, reducidos desde hace años a niveles soportables para contento del contribuyente madrileño.

En realidad, lo que atormenta a los apóstoles del derecho a decidir es que Madrid decida bajar los impuestos, en vez de subirlos como hacen ellos con fervor confiscatorio. Solo quienes hacen de su tierra un infierno fiscal necesitan inventarse paraísos ajenos. Además, con cierto desdén e incluso desprecio, no les inquieta que otras comunidades, desde Canarias hasta Cantabria, también bonifiquen dichos tributos, como si fueran paraísos fiscales de segunda que no merecen su indignación.

Aunque suene a coña marinera que la Republiqueta decida los impuestos de la Villa y Corte, si Pedro Sánchez anda de por medio, no hay duda y encima tendrán recargo. En su desesperado afán de aprobar los Presupuestos, Moncloa se ha embarcado en un “black friday” frenético, una especie de piñata con los Frankenstein llenándose los bolsillos a dos manos. A nadie se le niega nada, desde cierre de cuarteles militares (PNV) y acercamiento de terroristas (Bildu) hasta indultos encubiertos a los golpistas, maltrato al español en la escuela y leña fiscal a los madrileños. 

Por qué Madrid se permite bajar los impuestos no es un misterio insondable ni ganas de chinchar al sufrido contribuyente catalán, menos aún de seducirle para que traslade su residencia fuera del edén soberanista. Madrid se lo puede permitir porque no malversa el dinero público en 'procés' sediciosos ni en embajadas, que eso es una pasta gansa, y porque a menos presión fiscal más recaudación. Los datos de 2019 son concluyentes: a pesar de ampliar aún más las bonificaciones, el gobierno de Díaz Ayuso cerró el año con un aumento de los ingresos fiscales del 3,9%, lo que suponen casi 150 millones de euros. En los últimos 16 años, los madrileños se han ahorrado 48.000 millones en impuestos, mientras los catalanes han sido esquilmados con sadismo por los redentores de la estelada.

Más a más, Madrid aporta a la caja común que paga la Sanidad y la Educación nada menos que 4.400 millones de euros al año, el 69% del total, y encabeza la contribución fiscal con 16.000 millones de euros anuales, el doble que Cataluña.

En vista de todo lo cual, los sanchistas pactan con Otegi que Bildu desembarque en Madrid en misión democratizadora y con Rufián para que imparta justicia tributaria. Les está bien empleado a los madrileños por no tener otegis ni rufianes propios con los que extorsionar. Tienen a Simancas, pero ha salido un poco sansirolé, y a Sánchez, que se ha pasado al enemigo, si es que alguna vez estuvo de su lado. Entre los dos están convirtiendo a Isabel Díaz Ayuso en una Juana de Arco digna de devoción.

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