En mi molesta opinión

Los PGE de Sánchez y la teoría del cisne negro

Pedro Sánchez
Los PGE de Sánchez y la teoría del cisne negro.
Europa Press

Lo de Pedro Sánchez no se corresponde tanto a la buena suerte de los políticos que nacen con una flor entre sus nalgas. Lo de Pedro Sánchez es algo más trabajado, más peleado, y todo ello con una estrategia elemental que se caracteriza por no tener escrúpulos a la hora de pactar, a pesar de las denuncias de la oposición. Digámoslo claro: El Gobierno de coalición ya puede aprobar los Presupuestos de 2022. PSOE y UP han cerrado un acuerdo con ERC que garantiza, junto a los votos de Bildu y PNV, una mayoría absoluta de más de 177 votos. Todos los PGE son fundamentales para la supervivencia política, pero estos más ya que van ligados a la multimillonaria inyección económica de Europa.

Este acuerdo afianza el futuro de Pedro Sánchez. No digo que lo garantice pero sí que le da un alegre respiro que posibilita las condiciones necesarias para alargar la legislatura hasta el final. Y todo ello aceptando sin taparse la nariz el apoyo -siempre artero y rupturista- de los independentistas catalanes y vascos, a cambio de mucho dinero y de algunas concesiones, no demasiadas, porque ya no queda mucho por transferir. La vaca española está muy ordeñada y poco cebada.

Aunque Sánchez no tenga un florido jardín en sus posaderas sí tiene los vientos a favor. Justo cuando la economía va peor de lo que se preveía y las movilizaciones y protestas callejeras aumentan: agricultores, ganaderos, policías, pensionistas, funcionarios de prisiones, camioneros, etc., va el Partido Popular y se monta una tangana de egos políticos que lo único que evidencia es que a la derecha le falta algo de madurez e inteligencia para aprovechar las encuestas favorables y los líos y tropiezos del Gobierno. Lavar lo trapos sucios en público siempre está mal visto, y en política muy penalizado.

Otro viento favorable para Sánchez es el que sopla en Cataluña. El “tripartito” separatista que gobierna -ERC, JxCAT y la CUP- ha decidido apuñalarse entre sí con gran pasión, facilitando que Pere Aragonès sea el bastión independentista que controla la Generalitat. La negativa de la CUP a aprobar los Presupuestos catalanes otorga a ERC una posición más cómoda y favorable, ya que no le faltan “ruedas” de recambio. El rápido apoyo de los ‘Comuns’ de Ada Colau facilita las cosas, sobre todo propicia un relativa normalidad en las instituciones. Que se aprueben los Presupuestos con los votos de Colau también sirve para que el “procés” se diluya aún más. Ahora falta ver qué hace un JxCAT desorientado -con su líder Puigdemont fuera de juego-, y cada día más debilitado por el predominio de Esquerra.

Estos balones de oxígeno le permiten a Sánchez soñar con una reelección que sigue siendo complicada pero no imposible, dados los apoyos obtenidos para aprobar los PGE, la incipiente paz social que se fragua lentamente en Cataluña y la escasa firmeza del PP a la hora de hacer oposición. Aunque el marcador demoscópico señale en la mayoría de los casos un resultado contrario a Sánchez, todavía hay tiempo para cambiar las tendencias de voto. Sánchez ha demostrado en varias ocasiones que se mueve mejor cuando parece que va perdiendo. Su habilidad para aprovechar a su favor los líos políticos que él mismo crea está más que demostrada. Ahora mismo hay un nuevo repunte de Covid, y el presidente del Gobierno ha conseguido de nuevo zafarse de la responsabilidad de tomar decisiones y se la ha endosado a las Autonomías, y todo ello sin inmutarse lo más mínimo ni mostrar una ligera incomodidad por la evidente dejación de funciones.

Viendo el panorama político y social tan cambiante y poco estable, hacer muchos planes de futuro resulta una temeridad. Sin embargo, Pablo Casado debería ir preparando nuevas estrategias para 2022 y algún plan sólido que conquiste al electorado si quiere que el próximo tren de Moncloa no pase de largo. Los variopintos socios del Gobierno -separatistas, extrema izquierda, Bildu- pueden ser “incómodos” y estar mal vistos por una buena parte de la sociedad, pero para Sánchez son de lo más útiles y rentables, y después de pactar con ellos en repetidas ocasiones la excepción puede acabar siendo una costumbre aceptada.

A pesar de sus múltiples frentes abiertos, Pedro Sánchez tiene bastante controlado el futuro político y, con los PGE aprobados, también el económico. Da la sensación de que a este presidente, hoy por hoy, sólo le puede echar de Moncloa un “cisne negro”. Según la teoría del mismo nombre ideada por el filósofo Nassim Taleb, esta se basa en la aparición de un suceso inesperado y que provoca un gran impacto socioeconómico. En su libro titulado “El cisne negro”, Taleb explica que los grandes cambios en nuestro mundo vienen casi siempre determinados por la aparición de un “cisne negro”, un suceso que nadie ha sabido prever y que a la postre es el que determina los cambios en la Historia y en el destino de las naciones. Y si no, que se lo pregunten a Rajoy que no vio venir su “cisne negro”, el del gobierno de coalición.

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