Econopatías

Un giro de 360 grados

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Un giro de 360 grados.
Agencia EFE

La macroeconomía, como disciplina científica, parece encontrarse en una encrucijada. El análisis económico de la crisis de la Covid-19 está proporcionando conclusiones muy diferentes al de recesiones anteriores. Tras la llamada Gran Recesión de 2008-2014 causada por el estallido de la burbuja inmobiliaria y las crisis de deuda pública en Europa, se instaló un discurso favorable al control del gasto público bajo el lema “austeridad fiscal expansiva”. Ahora, el relato dominante es justamente el contrario. Organismos internacionales y Gobiernos de uno y otro signo claman por expandir el gasto público como principal respuesta a las consecuencias económicas de la crisis de la Covid-19. Incluso entre los economistas académicos, tan propicios a las guerras entre “escuelas de pensamiento” y a debates enconados, las discusiones ya no son tanto acerca de si ese aumento del gasto público se debería producir, sino sobre si está siendo suficientemente elevado. En este contexto, uno de los grandes popes de la macroeconomía, Paul Krugman, Premio Nobel en 2008, ha declarado: “No hay discusión. Los keynesianos han ganado”.

En Estados Unidos, el impulso fiscal durante la presidencia de Trump ha continuado con el nuevo programa de emergencia (America Rescue Plan) de Biden que inyectará 1,9 billones de dólares en ayudas directas a las familias. En Europa, las ayudas directas a las familias han sido algo más escasas, pero solo porque los ERTE, los créditos blandos a las empresas y los fondos comunitarios puestos a disposición de los Gobiernos bajo el programa Next Generation EU han tenido más peso. En nuestro continente tampoco han faltado los mensajes rotundos sobre cómo debería ser la política fiscal en respuesta a la crisis de la Covid-19. Por ejemplo, Mario Draghi, expresidente del BCE y reconocido artífice en la solución de la crisis anterior, ahora como Primer Ministro del Gobierno italiano, ha declarado que es el momento de gastar y no de preocuparse por la deuda pública.

¿Estamos, en realidad, ante un cambio de paradigma en la macroeconomía? Según la RAE, un paradigma es una “teoría o conjunto de teorías cuyo núcleo central se acepta sin cuestionar y que suministra la base y modelo para resolver problemas y avanzar en el conocimiento”. Pues bien, resulta que los principios fundamentales que subyacen al análisis y a los modelos que ahora justifican una política fiscal expansiva son los mismos que se utilizaban en el pasado. La diferencia es que, por la propia naturaleza de la crisis económica causada por la pandemia, los problemas son diferentes.

Ante una recesión económica normal, para estabilizar la economía los libros de texto recomiendan una bajada de tipos de interés y un aumento del déficit público (que no ponga en peligro la sostenibilidad de las finanzas públicas). Así, se impulsa el consumo y la inversión y la economía encuentra su senda de recuperación. Sin embargo, ahora no se trata tanto de estabilizar la economía como de proporcionar ayuda de emergencia ante una catástrofe que limita las posibilidades de consumo y de inversión de familias y de empresas por las restricciones de distanciamiento social impuestas por la lucha sanitaria contra la pandemia y que persistirán mientras no se encuentra una solución definitiva con un programa universal de vacunación eficaz. Se trata pues de sostener las rentas de las personas y empresas que no pueden desarrollar una actividad económica por dichas restricciones.

No obstante, aun resultando ineludible tal aumento del gasto público, hay que tener en cuenta que en el futuro postcovid-19 aguardan dos amenazas: inflación y deuda pública excesiva. En caso de materializarse (más probable lo segundo que lo primero), para enfrentarse a ellas no hay alternativas, por ahora, a la misma teoría o conjunto de teorías que se utilizaron que en el pasado y sobe las que se construye y desarrolla la macroeconomía moderna.

En definitiva, ni cambio de paradigma, ni victoria de ninguno de los equipos enfrentados. Todavía queda mucho partido. Y luego vendrán otros

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