Cuaderno de venta

Fuego al fuego y la dolorosa vía para apagar la inflación

Incendio en Guadalix de la Sierra
Fuego al fuego y la dolorosa vía para acabar con la inflación
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El uso del 'fuego técnico' sigue sorprendiendo a más de uno como vía para controlar los incendios forestales. Observar a los bomberos prender matorrales y monte es contraintuitivo, inquietante incluso. Pero cuando las llamas son inextinguibles, no hay vías tan efectivas para recuperar el control. Se elimina biomasa que seguiría alimentándolas con un contraincendio que choca contra el foco principal para apagarlo por inanición. En la economía de 2022 se está intentando algo similar para sofocar la inflación, un verdadero monstruo que arrasa y se retroalimenta con todo aquello que toca, ya sea energía, alimentos, suministros industriales, transportes, materiales, salarios…En EEUU, el IPC de junio se elevó al 9,1% y en España acaba de conocerse que en julio creció al 10,8%. La recesión en ciernes sería ese contraincendio y la vía dolorosa a la que se está invocando para quitar el oxígeno al alza de precios es la eliminación de parte de la demanda.

El rol de bombero en la lucha con el incendio de la inflación lo tienen los bancos centrales, que se están encargando de propagar su 'fuego técnico' (subidas de tipos) pese a que la desaceleración económica es un secreto a voces desde Washington a París, pasando por Moscú y Pekín. También tienen una responsabilidad ineludible los gobiernos al mantener o elevar la presión fiscal en este momento, al tiempo que aplican políticas de reducción de demanda como con la energía debido a que sus altos precios son una fuente de combustible para la inflación general. Para muestra, los nuevos impuestos en España la actividad de la banca y las energéticas. No a los beneficios, sino a los ingresos. Bajo la bandera de gravar a quienes mejoran su negocio en la actual crisis, en realidad hay otras motivaciones que tienen que ver y mucho con la inflación. El riesgo de que se trasladen al consumidor final no hace sino desincentivar la marcha económica en un momento, cuando menos, delicado. ¿Es un palo en la rueda adrede?

La Reserva Federal (Fed), por ejemplo, defiende a las claras desde hace meses que el mercado laboral estadounidense está demasiado tenso por la carestía de mano de obra y alzas salariales, de modo que vería con buenos ojos cierta destrucción de puestos de trabajo. Tal como suena lo dice y actúa en consecuencia endureciendo las condiciones de financiación a su mayor velocidad en décadas. De hecho, EEUU está al borde del pleno empleo (todo el que quiere y puede trabajar, lo está hace- y su tasa de paro es la más baja en medio siglo. En cambio, su economía acaba de entrar en recesión técnica tras registrar dos trimestres consecutivos de contracción. Tres cuartos de lo mismo ocurre en Europa aunque en una situación mucho peor. El BCE subió los tipos hace apenas diez días y buena parte de los países del euro ya estaban sumergiéndose en modo recesivo desde el arranque de año.

¿No es paradójico que solo 48 horas antes de conocerse el dato del PIB en EEUU, la Fed haya ejecutado un alza de tipos de 0,75 puntos? Sin inmutarse, el gobernador Jerome Powell descartó ante la prensa que considere coherente con una recesión el escenario actual. Los datos han dicho otra cosa. En reuniones anteriores defendió que no es la intención del banco  inducir una contracción en la economía. Probablemente no lo es, pero sí que menciona de forma explícita que el objetivo del endurecimiento monetario es conseguir un 'aterrizaje suave', un eufemismo para evitar la temida palabra de la recesión... Más fuego técnico contra la inflación.

Vía subidas de tipos (coste de financiación) y presión fiscal (impuestos), la desaceleración gana fuerza mientras que la inflación no deja de ganar fuerza. En Europa, la debilidad de la divisa frente al dólar sigue propagando en la mayoría de los sectores el aumento de los costes de la importación. La historia nos dice que la recesión cumplirá con su misión de apagar la inflación pero el coste puede ser insoportable en tiempo y dinero. La estadística en EEUU rememora que el episodio inflacionario de 2008 se apagó en cuestión de solo cinco meses. Eso sí, la memoria nos recuerda que cayó una especie de meteorito con Lehman Brothers & cía que provocó un cataclismo financiero. En 2001, se empleó durante un año en devolver al IPC por debajo del 2%. El factor guerra y shock energético de 2022 acompañados de subidas de tipos nos retrotrae a los años 80, cuando la estabilidad de precios no llegó hasta pasados cuatro años desde la primera recesión.

Para matar cuanto antes y con el menor coste posible al monstruo de la inflación, hay que entender bien de dónde procede y cuál es su origen. Un nuevo negacionismo político en Europa se escuda en Vladimir Putin como fuente de todos los males, o buscan culpables en las empresas, grandes y pequeñas, que solo intentan sobrevivir trasladando sus costes al consumidor. Aunque no les falta razón en parte, sigue siendo una media verdad y, por tanto, mentira. La raíz inicial de la ola inflacionaria se remonta a 2020 con los masivos estímulos monetarios (tipos cero, compra de deuda) y fiscales (subvenciones, ayudas, bajadas de impuestos que degeneraron en una fiesta sin control. Tanto bancos centrales como gobiernos fueron de la mano entonces y ahora deben volver a hacerlo. Probablemente, el punto de partida para recuperar el control de precios es cuadrar las cuentas públicas, en el caso de los estados, y equilibrar los balances, para las autoridades monetarias. La cuestión es si les interesa porque, como todo economista sabe, la inflación 'paga' la deuda.

 

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