OPINION

Bocachanclas y provocadores entre dos leones de bronce

Leones del Congreso de los Diputados
Leones del Congreso de los Diputados
Europa Press - Archivo

Provocador, agitador, perturbador, incitador, alborotador, lenguaraz, malhablado, desbocado, desvergonzado, insolente, maldiciente, mala lengua, descarado, deslavado, atrevido, descocado, bocachanclas. El español es rico. ¡Vale, lo admito! La RAE -Real Academia Española- no recoge el término bocachanclas, pero es estruendosamente sonoro y, más pronto que tarde, los sabios de la Lengua terminarán aceptando el palabro, que refiere el claqueante sonido de las chanclas o chancletas al caminar cuando golpean la planta del pie. Según el vulgo, ese molesto ruido se asemejaría al de una verborrea gruesa e inapropiada. Si bien es cierto, como digo, que la RAE no contempla el término sí que define ‘soltar la chancleta’ como una voz coloquial cubana que expresa el comportarse o expresarse de forma grosera o vulgar. El idioma le permite a uno desbeberse* en el buenismo* y callar a un bocas* preso de aporofobia* instalado en la posverdad* como si le declarase amor eterno.

Bocachanclas hay en el Periodismo, que alista, cada vez más, a oscuros provocadores de tertulia de medianoche que esputan basura entre sus dientes. Los hay de derechas, de izquierdas y del Atlético de Madrid, obviando que informar es contar lo que sucede, revelar lo que se desconoce y si molesta a alguien, mejor; la ideología, que se la introduzcan por donde amargan los pepinos. Famosos bocachanclas y provocadores hay en los grandes negocios, en el deporte de élite, en el arte y en el artisteo, en la nobleza. Anidan también en las bancadas pulcras y desinfectadas con hidroalcohol del Congreso y el Senado, en las sedes de los partidos, en eso que convenimos en llamar política.

El Parlamento de cualquier país es un templo legislativo y un santuario para la oratoria. Hay sesiones en las Cortes que pueden ser un auténtico pestiño pero, adornadas con el verbo certero, pasan entre bostezos. En el Parlamento español han sentado sus posaderas hombres y mujeres con flechas en la lengua y arietes en sus palabras, pero vestidos con capas de educación, de templanza, de equilibrio, de senzatez. Hoy, parte de los electos son profesionales de la política, aunque los DNI ya no diga a lo que te dedicas. Han mamado del Estado parte de su vida laboral con sueldos que no son ni por asomo paguitas o propinas y la intención que se atisba es seguir ordeñando la ubre. Algunos tienen ademanes suaves, timbres armoniosos, gestos adustos o sencillas vestimentas. Otros no se separan de la americana y una parte lucen malencarados. Pero cada vez es más difícil escuchar la música de la oratoria que no implique bajonazos o calificativos ofensivos. O hirientes.

Esta semana el vicepresidente segundo, Pablo Iglesias, y la portavoz del Grupo Popular en el Congreso, Cayetana Álvarez de Toledo, protagonizaron un duelo que manchó el ambiente de la Cámara Baja. La diputada popular contestaba al líder morado:

Cayetana Álvarez de Toledo

Álvarez de Toledo, a Iglesias

  • "Usted es el hijo de un terrorista"
"Ha hecho usted referencia a mi título de marquesa (…) Como usted muy bien sabe, los hijos no somos responsables de nuestros padres; ni siquiera los padres somos del todo responsables de lo que vayan a hacer nuestros hijos. Por eso se lo voy a decir por primera y última vez: usted es el hijo de un terrorista. A esa aristocracia pertenece usted, a la del crimen político”.

Iglesias encajó el golpe recostado en su escaño. Ya en la tribuna, reaccionó hierático, conteniendo su rabia:

EFE

Iglesias, a Álvarez de Toledo

  • "Usted acaba de cometer un delito aquí"
"Si piensa usted que llamando terrorista a mi padre me va a provocar y va a conseguir que pierda la compostura, se equivoca. Usted acaba de cometer un delito aquí, y solo alguien con títulos nobiliarios es capaz de creerse con la impunidad de poder llamar terrorista a alguien y que le salga gratis”

Veamos. Cayetana Álvarez de Toledo y Peralta-Ramos es, efectivamente, la XIII marquesa de Casa Fuerte. Pablo Manuel Iglesias Turrión es hijo de Francisco Javier Iglesias, que al principio de los 70 del siglo pasado se alineaba en la lucha antifranquista. El título de nobleza de Álvarez de Toledo no le confiere ningún beneficio parlamentario y no interfiere de forma alguna en su actividad política. Su acta como diputada la ha ganado en las urnas. El título nobiliario tendrá sus efectos y relevancias en el marco en el que se desenvuelve su marquesado. Ni más ni menos. Ser marquesa no le convierte en más señoría que otra señoría de la Cámara.

El padre de Pablo Iglesias vivió en el antifranquismo como muchos otros ciudadanos de este país; en el arco político ha habido siempre perfiles que militaron en la clandestinidad del PSOE y del PCE, de UGT o de CCOO. También de grupos, algunos ya extinguidos o minoritarios de extrema izquierda, con tintes marxistas, leninistas, maoístas, trotskistas, prosoviéticos. Álvarez de Toledo señala al padre de Iglesias como militante de Frente Revolucionario Antifascista Patriota (FRAP), grupo que cometió atentados con muertos; el progenitor del vicepresidente segundo afirma que no estaba bajo ese paraguas cuando se cometieron los viles ataques terroristas. Haber sido antifascista no convierte a nadie en delincuente. Al padre de Iglesias, tampoco.

El navajeo dialéctico en el Congreso ha hablado feo en un momento en el que el país está inmerso hasta las fosas nasales en problemas sanitarios, sociales y económicos que harán que nuestras casas -la suya y la mía, también- tiemblen. Lo de doña Cayetana y don Pablo ha sido un pasaje para el olvido, al margen de que puedan abrirse las acciones legales que se consideren oportunas. Pero la trituradora de la política no se ha detenido. El mismo Pablo Iglesias que respiraba hondo para no saltar ante los ataques a su padre acusaba horas después a Vox, en la Comisión de Reconstrucción, de querer una involución en España:

Pablo Iglesias Congreso de los Diputados

Iglesias, a Espinosa de los Monteros

  • "A ustedes les gustaría dar un golpe de estado"
"Yo creo, señor Espinosa de los Monteros, que a ustedes les gustaría dar un golpe de estado pero que no se atreven. Porque para eso, además de desearlo y de pedirlo, hay que atreverse”

El dirigente de la formación que lidera Santiago Abascal se revolvía en su asiento visiblemente enfadado e incómodo:

El portavoz de Vox en el Congreso de los Diputados, Iván Espinosa de los Monteros

Espinosa de los Monteros, a Iglesias

  • "Yo no voy a tolerar esto"
"Esta Comisión de Reconstrucción es una vergüenza; es una vergüenza lo que están haciendo ustedes. Usted [en referencia al vicepresidente segundo del Gobierno] continúe con su diatriba (…) pero yo no voy a tolerar esto”.

Espinosa de los Monteros, airado, recogió sus papeles y se encaminó a abandonar la sala. “Cierre al salir, señoría”, remató Iglesias que no ocultaba su satisfacción con una sonrisa socarrona. Patético. Rozar el esperpento hace un daño descomunal a esas paredes y techos que agujerearon el 23 de febrero de 1981 las balas de un golpe fracasado.

Se podrá o no comulgar con las ideas de Vox que millones de españoles han ratificado en las urnas votando. Más valdría preguntarse qué ha pasado en España para que un partido de extrema derecha vuelva a entrar en el Parlamento, como ha venido ocurriendo en otros estados vecinos en Europa. Y, de paso, analizar también por qué una formación de extrema izquierda ha acabado sentándose en un Consejo de Ministros. La polarización de la política es dramática y la moderación se pierde de manera inversamente proporcional al crecimiento de los planteamientos más radicales, a uno y a otro lado del arco parlamentario.

Hay pobreza en nuestros políticos, pero no económica. El que no cambia de piso es porque tiene chalé, mientras otros presentan rentas por inversiones que engordan cuentas corrientes. Hay altivez, chulería. Los fantasmas del edificio que custodian los dos leones de bronce se apoderan de muchos de aquellos que osan pisar sus suelos. Insisto. Tenemos en todos los partidos -sin excepción, probablemente- representantes mediocres, vacíos, poco formados. Justo ahora que el país es un barco con vías de agua que huelen a muerte. Da repelús ver al Gobierno cambiar cromos con el País Vasco y con Cataluña para lograr bocanadas de oxígeno para revalidar el estado de alarma, que es necesario y que no debiera requerir pellizcos de un botín. Da pena ver que el poder y quienes aspiran al poder están infectados con un extraño virus que no da fiebre, solo da asco. Es descorazonador ver que los apoyos se compran y se venden; que con 30.000 muertos oficiales en los cementerios por la pandemia del coronavirus haya individuos pensando en clave electoral, partidista, provinciana.

Encuentro en internet un vídeo del recientemente desaparecido Julio Anguita, alcalde de Córdoba, parlamentario andaluz, diputado nacional, coordinador general de Izquierda Unida, secretario general del Partido Comunista de España y orador elegante.

Julio Anguita, en una imagen de archivo.

Julio Anguita y la dialéctica del lenguaje

  • "La sensatez ha desaparecido"
"La irracionalidad del discurso oficial y algunos que no son oficiales es de una visceralidad tremenda. Oyendo declaraciones sobre asuntos económicos, sociales, políticos o culturales no entiendo qué está pasando y qué se ha apoderado del lenguaje de mucha gente que nos gobierna o que incluso está en una hipotética oposición. Hay un alto índice de irracionalidad. La categoría, el arte de sopesar las razones, la dialéctica del lenguaje, la sensatez han desaparecido”

Que ustedes, señorías, se machaquen bien.

(*) P. D.

Desbeber. Coloquialmente, orinar.

Buenismo. Actitud de quien ante los conflictos rebaja su gravedad, cede con benevolencia o actúa con excesiva tolerancia.

Bocas. Coloquialmente, bocazas.

Aporofobia. Fobia a las personas pobres o desfavorecidas.

Posverdad. Distorsión deliberada de una realidad, que manipula creencias y emociones con el fin de influir en la opinión pública y en actitudes sociales.

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