De cara a 2023

China y la covid, el pulso con EEUU y la guerra: los interrogantes para España

Con un endeudamiento público de más de 1,5 billones, el equivalente al 116% del PIB, la economía nacional mira de reojo los desafíos globales que podrían poner en un aprieto la recuperación de los niveles precovid

Pedro Sánchez y Nadia Calviño
Pedro Sánchez y Nadia Calviño
CONTACTO vía Europa Press

A lo largo de este año una niebla densa ha impedido a las principales economías del mundo contar con una perspectiva medianamente clara a futuro. Los organismos y firmas de análisis han tenido que reajustar casi de forma constante sus perspectivas para adaptarlas a cada cambio que se ha ido produciendo en medio de una coyuntura rabiosamente volátil. El shock energético, la inflación, la guerra en Ucrania, el alza sin precedentes del precio de los alimentos, la rotura de las cadenas de suministro, las secuelas de la crisis de la covid y el endurecimiento de la política monetaria por parte de los bancos centrales han marcado el paso a las principales potencias -que venían de una década de liquidez muy barata y de inflación anémica-. En el caso concreto de España la vicepresidenta económica, Nadia Calviño, ha venido haciendo hincapié en hasta qué punto este contexto de elevada incertidumbre apunta a una ralentización del crecimiento económico y obliga a extremar la prudencia.

De los muchos interrogantes globales que acechan a la economía nacional hay tres que pueden ser determinantes los próximos meses: la política de ‘tolerancia cero’ con la covid impuesta por el Gobierno chino, su pulso comercial con Estados Unidos -y la derivada de Taiwán-, así como el modo en que se desarrolle la guerra en Ucrania en invierno y, sobre todo con el posible rearme en primavera, si es que para entonces persiste el conflicto. En el caso de la segunda economía del planeta, China va camino de registrar su menor expansión en cuatro décadas, excluyendo solo el año 2020, en plena pandemia. "La desaceleración de su economía parece inevitable", apunta Aurelio García Barro, doctor en Ciencias Económicas y director del Global MBA con especialización en Finanzas del IEB.

Las restricciones fijadas por el Gobierno de Pekín se habían ido endurecido en un entorno de circulación de cepas más contagiosas y de menores ratios de vacunación entre la población mayor. Las protestas contra estas políticas draconianas han estallado en muchas ciudades del país. Ahora, habrá que ver si el gobierno chino atiende a las demandas de los manifestantes y suaviza las normas de confinamiento -como parece que estaría dispuesto a hacer dado el anuncio reciente de flexibilización de algunas de sus medidas de cuarentena y confinamiento- o si las refuerza para sofocar definitivamente los disturbios y el aumento reciente de los casos de Covid. Este segundo escenario afectaría de forma muy severa a la economía global. 

Una reapertura incierta

En un artículo reciente publicado en la revista 'Asia Times', Alicia García-Herrero, economista jefe de Natixis para la región de Asia-Pacífico apuntaba que una interrupción prolongada de la industria manufacturera china supondría una "conmoción" a nivel global, dado que el gigante asiático exporta un tercio de los bienes intermedios del mundo. Ese escenario afectaría, además, al transporte marítimo en forma de nuevos aumentos del coste de los fletes. Desde la gestora Schroders no descartan que el Gobierno de Xi Jinping apueste por un camino intermedio "que implique un cierre estricto para contener el actual pico, con la promesa de una política más relajada en el futuro". 

Pekín no lo va a tener fácil puesto que, como recuerda Juan J. Fdez-Figares, si bien es cierto que en las últimas semanas ha habido un cambio sustancial en la forma de afrontar la pandemia en China, también lo es que las limitaciones de su sistema sanitario hacen muy complicada la labor y van a ralentizar el proceso de reapertura económica. Es la misma tesis que sostienen desde PIMCO, la mayor gestora de renta fija del mundo. Una recuperación significativa de la actividad económica china hasta 2023 ayudaría a impulsar el panorama de crecimiento a nivel mundial, en opinión de Geraldine Sundstrom, gestora de la firma. Pese a ello, la cautela sigue estando a la orden del día, ya que su camino hacia esa reapertura "no está nada claro", apunta.

Ladrillo, paro juvenil, natalidad... los otros problemas de China

Sin embargo, el verdadero desafío para China es otro, puesto que al gigante le está tocando lidiar con varias crisis simultáneas. Desde el punto de vista interno debe hacer frente al derrumbe del mercado inmobiliario, al shock energético, al nivel récord de desempleo juvenil y en un plano más estructural, al envejecimiento de la población y al hundimiento de la tasa de natalidad. De cara al exterior mantiene muy viva la guerra comercial y arancelaria con EEUU y, al mismo tiempo, se encuentra cada vez con más restricciones en el acceso a la tecnología occidental. 

Según García Barro, la economía china crecerá un 4,7% en 2023, un ejercicio en el que todo apunta a que las políticas monetarias y fiscales seguirán siendo laxas y en el que la inflación se situará en el entorno del 2,5%, lejos de los niveles que registra en Occidente. Los analistas están esperando nuevas medidas de estímulo económico por parte del Banco Popular de China que, en realidad, tiene un margen de maniobra limitado. No tanto por su inflación, que sigue muy contenida, como por el contexto de endurecimiento monetario global, dado que podría hacer sufrir más al yuan, recuerdan desde la consultora de análisis de mercados MacroYield.

La guerra en Ucrania y el endurecimiento financiero

Y si a España pueden afectarle de forma negativa tanto un frenazo mayor de lo previsto en China como su pugna con la primera economía del planeta -que tiene en medio a Europa convertida en saco de boxeo-, el desarrollo de la guerra en Ucrania es otro punto de fricción de consecuencias imprevisibles. Europa ya está percibiendo efectos de primera ronda, derivados de restricciones en productos energéticos, alimentarios y materias primas cuya escasez (o expectativa de escasez) dispara sus precios, deteriora el sistema productivo y amenaza el crecimiento y la estabilidad social. Y se está viendo afectada, a la vez, por efectos de segunda ronda, sobre la inflación general (por la vía de la energía y los alimentos) y los tipos de interés, que encarecen los costes de financiación empresarial y amenazan la sostenibilidad de las finanzas públicas. 

En el caso de España, con un endeudamiento público en máximos históricos -por encima de 1,5 billones, el equivalente al 116% del PIB- esta segunda derivada puede ser clave y podría comprometer la recuperación de los niveles de crecimiento previos al estallido de la pandemia. Desde el IEB recuerdan que, de momento, los principales riesgos inmediatos para la economía europea están relacionados con el shock de oferta provocado por el aumento de los precios del petróleo y el gas, por la dependencia de Europa de la energía rusa, el efecto dominó en los suministros agrícolas y los mercados de productos básicos y del impacto de las amenazas geopolíticas en la confianza de los hogares y el sentimiento de los inversores. 

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