Por la guerra contra Ucrania

España teme la falta del turismo ruso y de su gasto como compradores de lujo

Las restricciones del visado ruso dentro del paquete de sanciones que prepara Bruselas pone en jaque al sector de los viajes, ante la imposibilidad de recibir este verano a un turista con alto poder adquisitivo.

Puerto Banús, segunda zona de España preferida por los turistas rusos para sus compras
España teme la falta del turismo ruso y de su gasto como compradores de lujo. 

Una nueva amenaza se cierne sobre el turismo español. Tras dejar atrás los peor de la sexta ola, el sector encara la Semana Santa como su verdadera puesta de largo en la nueva normalidad después de dos años de pesadilla. Perspectivas que pueden verse alteradas a raíz del ataque de Putin a Ucrania. Si bien la mayoría del sector intenta hacer un llamamiento a la calma y aseguran que todavía es “precipitado” para hacer balance, las sanciones económicas que ultima la Comisión Europea al Kremlin incluyen la restricción de visados a la población rusa, lo que supondría otro mazazo para una actividad que comenzaba a despegar.

En términos de volumen, Rusia nunca ha sido uno de los principales destinos emisores, pero sí destaca por el alto nivel de gasto que genera. En 2019, el último año sin pandemia, llegaron algo más de 1,3 millones de viajeros procedentes de ese país, lo que representa el 1,3% del total. Si bien la cifra dista con diferencia de otros mercados como Alemania Reino Unido o Francia, su presencia era más que notoria en cuanto a impacto económico en determinadas zonas de la costa española. Como muestra de botón, los rusos gastaron de una media diaria de 175 euros al día en su viaje durante 2019, frente a los 136 euros de británicos o los 138 euros de los alemanes. La cifra incluso se llegó a disparar en 2020, cuando se situó en los 198 euros, según recoge el INE. 

Desde la Asociación Empresarial Hotelera y Turística de la Comunidad Valenciana (Hosbec), destacan el “importante” trabajo que el sector realiza desde hace más de una década en el mercado ruso, con una estrategia que pone el foco en el auge de la incipiente clase media y alta de esta comunidad. El sol y la compra de artículos ‘premium’ como yates, viviendas de lujo, vehículos de alta gama o relojes, son las principales bazas de estos turistas que en la vida prepandemia ya se colocaban como los segundos clientes más importantes en lo que a turismo de compras en España se refiere, solo por detrás de los chinos.

En 2021 pisaron suelo español más de 133.000 personas procedentes de ese país (14,1%), cifra distorsionada por el hecho de que las autoridades españolas solo dejan entrar a todos aquellos visitantes que hayan recibido la pauta completa de una vacuna reconocida por la Agencia Europea del Medicamento (EMA) o la Organización Mundial de la Salud (OMS). Por el momento, Sputnik no cuenta con el plácet de Bruselas, lo que condujo a agencias de viajes rusas a organizar viajes a Croacia en busca de una inyección que les abriera las puertas del Europa occidental.

“Si el conflicto es de corta duración, el impacto sobre los movimientos turísticos hacia España no tendrían por qué verse afectados”, señala a este medio el presidente de Exceltur, José Luis Zoreda, quien advierte de que si, por el contrario, el enfrentamiento armado se prolonga y se genera “una grave sensación de inestabilidad entre Rusia y la UE” podría generar un “efecto disuasorio” sobre la movilidad y los viajes intraeuropeos que repercutiría directamente en una caída de ingresos y de la demanda turística. Todo un jarro de agua fría para un sector castigados por los sobresaltos de los últimos 24 meses. 

En este sentido, el foco está puesto en Cataluña, región que concentra alrededor 60% de la demanda, seguida de la Comunidad Valenciana, que acapara el 14% de los visitantes con pasaporte ruso, influidos por la relevante colonia de residentes que antes de la llegada del coronavirus ya contaba con potencial para crecer en el mercado de invierno y contribuir a la desestacionalización. Hasta la fecha, casi la mitad de los viajes se producen durante la temporada de verano. “La situación económica y social se puede complicar mucho si tenemos en cuenta que todavía no hemos salido de la crisis de la Covid, la más importante y devastadora que ha sufrido todo el mundo desde la Segunda Guerra Mundial”, subraya el presidente de Hosbec, Antonio Mayor.

Efectos de segunda ronda

A esta gran posible ausencia de viajeros, caracterizados por su gran poder adquisitivo, se une otra consecuencia que también va a repercutir gravemente en los balances de las empresas: el aumento del coste de las materias primas. El primer día del inicio del conflicto, los mercados energéticos han vivido una jornada de máximos históricos, que han disparado el precio del barril de crudo por encima de los 100 dólares por primera vez en ocho años, en línea con los contratos de futuros de gas natural en el Viejo Continente, que se han disparado más de un 50% hasta rebasar el umbral de los 130 euros. Este encarecimiento presiona todavía más la inflación, que se encuentra desbocada, entre otros factores, por los altos precios del gas en los mercados internacionales.

Los expertos consultados por este medio ya descuentan que esta subida “considerable” se trasladará a otras industrias como la agroalimentaria, dibujando un “escenario de inestabilidad” que acentuará la caída de los resultados empresariales de las empresas dedicadas al turismo. A falta de conocer el dato del IPC de febrero, este indicador cerró el mes de enero en el 6,1%, y todo apunta a que el incremento del coste de la vida desencadenará efectos de segunda ronda con un aumento de tarifas en un sector que no ha terminado de remontar el vuelo.

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