La herramienta para marcar la agenda

Los bulos del 4-M: "Los políticos saben que funciona y es una tendencia al alza"

La competencia por la hipérbole está cada vez más disputada porque la verdad cada vez importa menos. La desinformación vive su edad de oro y " va a durar mucho tiempo porque la polarización social es acusada".

Podemos plató
Los bulos del 4-M: "Los políticos saben que funcionan. Es una tendencia al alza". 
Europa Press

Fueron 180 minutos de debate televisivo, pero no todos transparentes. Rocío Monasterio arrancó su alegato el miércoles mostrando el cartel que compara a una pensionista con un menor extranjero no acompañado - "Un mena, 4.700 euros al mes. Tu abuela, 426 euros de pensión/mes", reza, pese a que la cifra no se corresponde con la realidad-. Pablo Iglesias afirmó que Madrid era la tercera comunidad con más desahucios, cuando fue en realidad la duodécima en 2020. La CAM fue la segunda autonomía con más mortalidad por coronavirus durante la primera ola, con datos superiores a otras comunidades, en contra de lo que afirma Isabel Díaz Ayuso. Ángel Gabilondo dijo que en Madrid se habían cerrado 70 centros sanitarios en la pandemia, dato que es falso. Y son el 9,3% los contribuyentes los que se han beneficiado de la bajada de impuestos del PP de Ayuso, según Hacienda, y no 0,8%, como afirmó Mónica García.

La competencia por la hipérbole en campaña está cada vez más disputada porque la verdad cada vez importa menos. Los bulos, las medias verdades y la desinformación viven su edad de oro pero nadie les pone freno. Están a la orden del día y " van a durar mucho tiempo porque la polarización social es acusada", advierte Myriam Redondo, experta en verificación digital y a la cabeza de VerificaRTVE. El uso del bulo dentro de la comunicación política empieza a ser efectivo en la medida que marca la agenda. "Esa es la clave de las elecciones, de qué temas se habla. Si no fuera por ese bulo probablemente no conseguirían que el debate se haya llevado a los 'menas'. 'Menas' y seguridad son temas de la ideología de Vox, les viene bien discutir en el barro de la seguridad. Como a Podemos de la desigualdad", explica a La Información. 

Hay un precedente: Donald Trump. La campaña presidencial de 2016 en Estados Unidos inició un modo nuevo de hacer política. "Ese es el momento en el que una persona se hace verdaderamente popular a través de mentiras. Y por eso hay muchos actores que dicen 'esto puede funcionar', y le empiezan a imitar". Un modo de liderar que fuerza los límites de lo aceptable y sobrepasa lo que en teoría política se denomina 'Ventana de Overton', que es el marco en el que se mueven las ideas respetadas, , en principio, por todos. Unos 'límites' que se ponen en duda con bulos para "acceder al sistema, para hacerse hueco con otras claves", como explica Redondo, "se ponen el jersey más llamativo para que los medios les atiendan. Y ese jersey es el gran bulo".

En la difusión de bulos intervienen factores previos. Manuel R. Torres, Catedrático en el Área de Ciencia Política y autor del libro 'Desinformación: poder y manipulación en la era digital', evita hablar de debate político porque, explica, "no hay intercambio de argumentos". Defiende que el coste social de difundir datos erróneos o manipulados es muy bajo, "porque lo hacen todos los participantes". La lógica de los bulos obedece a dirigirse allí donde este ubicado el voto de un partido: "Se lanza para la audiencia del grupo, no se piensa en los indecisos". Se trata de política de 'hooliganismo', como describe Torres, confrontación de frentes o juego de "partidos de fútbol", como pincela Redondo. El factor previo es no acudir a un debate electoral "con ojos críticos". Funciona el bulo porque "uno se lo toma como una broma 'de los míos'. Aunque sepas que puede no ser verdad", concluye Redondo. 

De esta forma, los bulos 'fidelizan' a los electores y asientan el voto. También por la información previa sacada del rastro digital del usuario.  Así lo ratifica Pablo Lara, Profesor de Ciencias de la Información de la UOC y  ponente asiduo de la Cátedra de Transparencia y Gestión de Datos de la Universidad de Valencia. "De fronteras conceptuales se pasa a filtros de algoritmos. Usan el bulo porque conocen que estás desinformado y forma parte de la estrategia política". Google y Facebook generan un perfil de datos que queda registrado, de manera que existen diferentes públicos objetivos. "El bulo mantiene el voto, entra en el marco conceptual de ese público, y se acepta en milisegundos porque es la misma forma de pensar. Se utiliza la desinformación a favor", describe Lara, quien advierte de un gran riesgo: "El concepto de democracia basada en medias verdades hace que cualquier razón sea verdadera y es difícil de discutir, quien pierde es la democracia". 

Hay una explicación de la incidencia de los bulos a nivel cognitivo. Dar más credibilidad a la información que concuerda con nuestras creencias o ideología en psicología se denomina "sesgo de confirmación", y hace que creamos más fácilmente los bulos mencionados por nuestro candidato, explica Ángel Nevado, profesor del Departamento de Psicología Experimental de la Complutense e investigador en el Laboratorio de Neurociencia Cognitiva.

"El concepto de democracia basada en medias verdades hace que cualquier razón sea verdadera y es difícil de discutir, quien pierde es la democracia"

Explica que "el bulo puede recordarse mejor porque suele ser más sencillo que la información correcta" y que, luego, esa primera impresión no es tan fácil de desmontar. Para combatirlo, lo primero es no utilizar un lenguaje que choque con la ideología contraria, porque puede generar fácilmente el efecto adverso y que las personas acaben creyéndose aún más el bulo. "La recomendación es empezar por lo que es cierto", avanza el profesor. 

La pandemia ha generado una audiencia mucho más receptiva a ese tipo de información engañosa: "La incertidumbre lleva a las personas a consumir más datos e información, y lo especulativo ha ganado mucho protagonismo", confirma Manuel R. Torres. Este año de pandemia deja un terreno abonado para que la desinformación fluya, asomándose a la palestra nuevos contenidos que, como explica el catedrático, calan "por tener un carácter fuera de circuito y alardear de tener credibilidad".  La información sanitaria en este sentido ha sido motivo de debate diario: vacunas, medidas, incidencia, cepas, y contagios han estado en el foco del debate público, y también de bulos. 

En este sentido, Ricardo Mariscal, consultor especializado en Comunicación de Salud y responsable de 'Salud sin Bulos' afirma en los últimos meses ha habido una proliferación de 'revistas depredadoras'. Estudios con apariencia científica con datos falsos o sesgados: "Contienen grupos de muestra no representativos y un diseño muy parecido a la gráfica de las revistas oficiales. Luego las revisamos y no están registradas en los directorios, no tienen ningún control por parte de ningún tribunal". El contraste informativo es el gran reto para un mundo donde los datos fluyen más rápido que los recursos capaces de contrastarlos. La verificación cae así sobre las espaldas de organismos dedicados a dicha labor y, aún más, sobre las conciencias. 

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