Impacto social de la crisis

Del agujero del gas a Marruecos: los 15 días en que Sánchez perdió su 'estrella'

Es la primera vez que vemos como un estratega experto en medir los tiempos y los mensajes ha perdido la habilidad que le caracteriza para estar en el momento justo con el planteamiento más conveniente.

Pedro Sánchez
Del transporte al agujero del gas: los 15 días en que Sánchez perdió su 'estrella'.
Agencia EFE

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, se las prometía felices el pasado 14 de marzo cuando anunció que aún tenían que pasar 15 días, hasta el Consejo de Ministros del martes 29 y tras una cumbre europea con las espadas en alto por el precio del gas y la electricidad, para tomar medidas que ayudasen a las familias y las empresas a compensar el recibo de la luz, la subida de los carburantes o los problemas derivados por la subida generalizada de los costes y los precios. Parecía poco tiempo, pero ha dado tiempo incluso a poner sobre la mesa una crisis diplomática histórica con Marruecos y Argelia, tutelada desde la UE y EEUU, que daba un giro radical a la postura española sobre el Sáhara 46 años después. Sin una solución clara para ninguno de esos problemas encima de la mesa, los españoles han pasado un calvario para llegar a final de mes y la sensación de caos y miedo ante la falta de soluciones se ha apoderado del escenario político, incluso entre las propias filas del Ejecutivo. Es la primera vez que vemos cómo un estratega experto en medir los tiempos y los mensajes como Pedro Sánchez, por mal dadas que le vengan, ha perdido la ‘estrella’ que le caracteriza para estar en el momento justo con el mensaje más conveniente.

Si hay algo que nadie comprende a estas alturas, con cumbre europea incluida, es cómo se han llevado tan al límite para el bolsillo de los españoles las subidas de precios sin haber anunciado un mínimo acuerdo para solventarlo en alguno de los múltiples frentes abiertos, más allá de las reuniones con las petroleras y las eléctricas 'in extremis' para rogarles que subvencionen parte del coste de la luz o el gasóleo y se conviertan en parte de la solución, aunque eso les suponga un coste millonario. Sánchez, escoltado por la vicepresidenta económica, Nadia Calviño, y la titular de Transición Ecológica, Teresa Ribera, ha apostado por poner límites al precio internacional del gas, que es la clave de la subida de la luz auspiciada desde Rusia que ahoga a los españoles, pero se conformaba este viernes con el reconocimiento de la "singularidad" de la Península Ibérica y la opción de tomar medidas propias para bajar los precios de la luz, siempre bajo el control legal de la Comisión, a la que habrá que pedir permiso para todo y que se ha comprometido a "contestar con rapidez", nada más. 

La reunión de jefes de estado y de gobierno de este viernes, sin que haya sido un éxito para la delegación española, sí ha servido de gran excusa a Sánchez y sus ministras económicas para frenar durante estos quince días todas las medidas de su plan de choque, en busca de un aval europeo a su intención de topar el precio del gas y compensarlo con los beneficios 'caídos del cielo' que las eléctricas obtienen por vender al precio marginal del gas, la electricidad que obtienen con métodos 'verdes' mucho más baratos. Pero el fracaso en el 'roadshow' previo que el presidente español hizo para contrastar sus propuestas no hacían augurar nada halagüeño de esa cumbre para España y los países del sur, sobre todo por el rechazo alemán y holandés a tocar un mercado del gas en el que dependen de Rusia. 

Mientras esto ocurría en Europa, han tenido que pasar doce días de huelga del transporte para articular una subvención de 20 céntimos el litro de carburante para este colectivo, junto a unas ayudas transversales de más de 1.000 millones, para calmar a las grandes patronales y dejar el problema centrado en los supuestos representantes minoritarios que convocaron los paros, que todavía se resisten a aceptarlo y que van seguir con sus movilizaciones, a la espera de que se les garantice que no pueden trabajar a pérdidas aunque sea con un "decreto ley provisional", una figura legal que tiene poca cabida en un Estado de Derecho. En cualquier caso, las propuestas que el Ministerio ha puesto sobre la mesa y que no necesitan el aval europeo se podían haber hecho con mucha más antelación aunque su entrada en vigor se retrase a abril, al igual que han hecho otros países europeos, como Italia o Francia con su sector del transporte.

El nuevo frente marroquí

El que tenía que ser el año del reparto millonario de los fondos europeos para hacernos olvidar la pandemia, ha empezado como uno de los peores que se recuerdan desde la gran crisis de 2008, tanto por la masacre de la guerra de Ucrania y los efectos perversos que tiene en la energía europea, como por los errores de cálculo de un Gobierno que ha dejado que todo pase hasta la fecha ‘mítica’ de este martes. De una forma o de otra, al dejadez del Ejecutivo en la toma de decisiones, criticada 'sotto voce' incluso por algunos círculos muy cercanos al gabinete del presidente, ha puesto a la población a la defensiva frente al plan de choque previsto. 

A medida que se va afrontando cada uno de los choques económicos y las eléctricas preparan su batalla legal ante unas medidas que les pueden suponer un coste superior a los 250 millones de euros al mes, según las primeras estimaciones, desde los ministerios de Exteriores e Interior se preparan para dar cobertura al otro foco de atención que ha surgido en el mismo entorno de incertidumbre internacional: el reconocimiento del Sáhara como una autonomía de Marruecos, al hilo de los postulados del reino alauí, que ha puesto en guardia a todos los socios de izquierda de Sánchez, que confiaban en un referéndum para esa zona. 

Nadie esperaba abrir esa cuestión en plena batalla por el gas ruso, pero la presión de EEUU y la UE para que España normalizara sus relaciones con Marruecos, aunque le pese a Argelia, ha obligado a sacar a la palestra un tema que busca asegurar la zona ante la influencia rusa en plena guerra. El Gobierno español, esta vez con Albares a la cabeza, se ha afanado en asegurar que el suministro de gas de Argelia -tradicionalmente enfrentada a Marruecos- no va a sufrir por esta toma de postura en su contra, que era la esperada por los aliados de Occidente por la estabilidad que supone para la zona. 

De entrada, José Manuel Albares y su equipo viajarán el próximo 1 de abril a Rabat a certificar el nuevo posicionamiento español, mientras que Fernando Grande Marlaska no faltará a la cumbre sobre seguridad que se celebrará el mes que viene en los Emiratos Árabes, al lado de su homólogo marroquí. En cualquier caso, de nuevo desde Moncloa ha habido que improvisar y reaccionar ante un tema más por la presión exterior que por iniciativa propia, algo inusual en un presidente que incluso en los tiempos más duros de la pandemia ha sabido administrar los tiempos y los mensajes con buenas dosis de acierto. 

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