Ante la posible amenaza

Búnkeres antinucleares: los políticos ponen a punto su refugio ante la guerra

Un misil intercontinental tiene capacidad para golpear en cualquier parte de la Tierra en solo unos minutos. Con este parámetro, muchos gobiernos han construido instalaciones para proteger a su equipo político. 

Búnker antinuclear
Búnkeres antinucleares: los políticos ponen a punto su refugio ante la guerra. 
EFE

Un misil nuclear lanzado desde Rusia tardaría quince minutos en impactar en el centro de Londres, veinte minutos en pulverizar Madrid y unos 30 minutos en alcanzar la Casa Blanca. Desde que Vladímir Putin, presidente de Rusia, amenazó con desencadenar una guerra nuclear, la exagerada idea de construir búnkeres antinucleares, ahora se ve como una necesidad. La razón salta a la vista: un misil intercontinental puede viajar miles de kilómetros y golpear en cualquier parte de la Tierra en cuestión de minutos.

Al poco de comenzar la guerra en Ucrania, cuando Rusia amenazó con emplear sus armas nucleares, saltó a las redes un corto video que simulaba qué pasaría en el mundo en caso de una guerra atómica. El lanzamiento de misiles intercontinentales con ojivas nucleares por cualquier potencia sería respondido inmediatamente con otros misiles de otros países. En 45 minutos, 90 millones de personas habían muerto, pues estos misiles están ahora apuntando hacia las ciudades más pobladas del mundo: Nueva York, Londres, París, Moscú, Berlín, Madrid... Conociendo esos parámetros, los gobiernos occidentales han construido en las últimas décadas refugios antinucleares para sus principales representantes políticos. He aquí una lista de búnkeres contra un ataque nuclear.

Emmanuel Macron tiene a su PC Jupiter

En Francia, el presidente Macron cuenta con uno de los mejores refugios de Europa. Se llama PC Jupiter (Puesto de Comando Jupiter). Está enterrado 60 metros bajo tierra en una esquina del Palacio del Elíseo, sede del gobierno. Era un antiguo búnker de la Segunda Guerra Mundial construido durante el mandado de Albert Lebrun en 1940. Fue reformado en 1978 por Valéry Giscard d’Estaing hasta convertirlo en un refugio nuclear. En 1978, Giscard d'Estaing autorizó a la televisión a filmarlo. Consistía en un laberinto de pasillos subterráneos que daban a unas puertas blindadas. Ahí está el centro del mando francés: una sala con paredes forradas con mapas del mundo. Hoy no hay muchas imágenes. No se puede acceder con móviles, por si alguien siente la tentación de sacar una foto. Pero el presidente Macron mantuvo una reunión en el búnker y publicó una foto en Twitter. Solo se ve una sala de reuniones.

Boris Johnson tiene a su Píndaro

En cuando a Boris Johnson, la prensa británica ya ha sacado varias veces imágenes del búnker construido para proteger al gobierno inglés de una catástrofe nuclear. Se llama el búnker de Píndaro, en honor del poeta lírico griego Píndaro, cuya casa, según la leyenda, se salvó cuando Alejandro Magno saqueó Tebas en el 335 antes de Cristo. El fotógrafo David Moore se coló en el búnker y obtuvo unas fotos en 2008 que se airearon en la prensa británica. Tiene, como todos los búnkeres, un interior con estilo utilitario, como los de la Guerra Fría de la década de 1980, más parecido a novelas de espías. El búnker está bajo el ministerio de Defensa, a seis minutos caminando desde el número 10 de Downing Street, la residencia del primer ministro. En teoría, le sobrarían nueve minutos a Boris Johnson para salvar la vida, pues un misil nuclear ruso tardaría 15 minutos en impactar Londres, según los expertos.

En las imágenes se ven habitaciones trufadas de moderna tecnología. Hay salas de reuniones, recintos de descontaminación y oficinas de comunicación y mando y control. Boris Johnson podría lanzar misiles Trident desde los submarinos Vanguard de la Royal Navy apretando un botón en el búnker. En teoría, se hizo para el primer (o la primera) ministro y su familia. Pero en realidad cabe todo el gobierno británico. Junto con militares (hasta 100 personas) podrían vivir aisladas varias semanas del mundo exterior. Tiene su propio sistema de ventilación. Posee, según las fotos, utensilios de baño, una trituradora de documentos y habitaciones con litera. Tardaron diez años en construirlo, se terminó a mediados de los 90 y costó 126,3 millones de libras esterlinas de entonces.

Joe Biden y su nuevo refugio

Cuando los alemanes comenzaron a construir sus bombas volantes en los años cuarenta, los primeros misiles de la historia, los asesores de la Casa Blanca se dieron cuenta de que aparte de Londres, también podrían llover sobre Washington. De modo que ya a principios de los años cuarenta construyeron un búnker debajo de la Casa Blanca para el presidente Franklin D. Roosevelt. Lo llamaron PEOC, 'Presidential Emergency Operations Center' (Centro de Operaciones de Emergencia Presidencial). Las instalaciones fueron mejorando con los sucesivos presidentes, pero apenas se le dio uso porque la guerra nuclear aún se veía como una amenaza lejana. Cuando dos aviones derribaron las Torres Gemelas en 2001, el servicio secreto trasladó inmediatamente a la familia Bush y miembros del gobierno al búnker presidencial, pues el presidente se encontraba en un colegio en Florida.

Durante la administración Obama, los asesores pensaron que la Casa Blanca necesitaba otro refugio más acorde con los tiempos: un verdadero búnker antinuclear. Así que se iniciaron las obras para construir en secreto un refugio justo debajo de los conocidos jardines Norte de la Casa Blanca. Poco se sabe de esta construcción porque apenas se ha filtrado información. Los expertos afirman que está conectado con otros recintos cercanos mediante una red de túneles y galerías construidos en la Segunda Guerra Mundial y la Guerra Fría. Bajo el búnker de la Casa Blanca fue donde se refugió Donald Trump, Melania Trump y su hijo Barron, en el peor momento de las manifestaciones en Washington de Black Lives Matter. Estas protestas se sucedieron por todo EEUU en represalia por la muerte de un ciudadano de raza negra.

Olaf Scholz y el búnker alemán

El gobierno alemán diseñó un búnker en la ciudad de Bonn, capital política, en la década de 1950. En su origen era un búnker de la Primera Guerra Mundial, con una red de túneles de 17 kilómetros, el más grande del mundo y a media hora de Bonn. Pronto se vio que la tecnología bélica había cambiado. ¿Resistiría una bomba de 20 kilotones? Al final se pensó que sí, y que sería un buen abrigo para las jerarquías políticas y militares. Podría albergar a miles de personas del gobierno, con provisiones para 30 días. El búnker se desmanteló en 1997, años después de que cayera el Muro, desapareciera la amenaza nuclear y el gobierno federal se mudara a Berlín. Desde 2008 es un museo y tiene un archivo histórico. Recibe 12.000 visitas al mes. Los alemanes pensaron que el canciller no necesitaría un refugio nuclear nunca más.

Tras los atentados del 11-S en Nueva York se pensó transformar de nuevo el búnker de Bonn como refugio atómico. Pero claro; está a muchos kilómetros de Berlín. Por eso hoy la cancillería alemana diseñó y construyó un búnker en Berlín en tiempos de Angela Merkel, que se terminó en 2009. Pero nadie sabe dónde está ubicado. Lo lógico es que esté situado debajo del imponente edificio de la cancillería alemana. Esa obra fue construida durante cuatro años y se inauguró en 2001. Es el mayor edificio de un gobierno en el mundo y tiene diez veces el tamaño de la Casa Blanca. La cancillería ocupa 64.000 metros cuadrados y fue construida por la empresa española ACS. En teoría, el búnker atómico tendría que estar en algún lugar entre la cancillería y el Bundestag (el Parlamento), separados por una caminata de doce minutos.

Putin y su refugio de montaña

No se sabe muy bien dónde está el 'escondite' de Putin. A principios de marzo, 'The Daily Mail' se hizo eco de una entrevista a un profesor ruso que ubicaba su refugio atómico en el macizo de Altai, en Siberia, cerca de Mongolia, China y Kazajstán. “El fin de semana, la familia del presidente Putin fue evacuada a un búnker especial preparado en caso de guerra nuclear”, dijo el profesor Valery Solovey, 61 años, ex profesor en el Instituto Estatal de Relaciones Internacionales de Moscú (MGIMO). “De hecho, no es un búnker, sino toda una ciudad subterránea, equipada con la última ciencia y tecnología”, afirmó Soloviev. Los analistas occidentales creen que se refiere a una enorme casa de campo construida por la empresa estatal Gazprom hace una década en el distrito de Ongudaysky de la República de Altai. Pero no se sabe mucho más.

Pedro Sánchez solo tiene que bajar escaleras

Si se desatara ahora un conflicto nuclear, el gobierno de España se refugiaría en un búnker debajo del palacio de la Moncloa. Lo mandó a construir Felipe González durante su mandato. Ningún presidente español lo ha usado. Daría cabida a 200 personas. Está equipado con un centro de comunicaciones y hospital para el presidente del Gobierno y los acompañantes que logren entrar antes del fin del mundo. Desde que se construyó, no se sabe mucho de este refugio que es revisado periódicamente por la Guardia Civil.  Precisamente en Madrid está uno de los mejores refugios atómicos de España. En el parque de El Capricho existe un refugio subterráneo adonde se trasladó el gobierno de la Segunda República y que hoy se muestra como atractivo turístico. Sus gruesas paredes y sus aislamientos permitirían aguantar bombas de gran calibre pues está excavado a 15 metros bajo tierra. Podría albergar a cientos de personas porque tiene 2.000 metros cuadrados, una cifra escasa para una ciudad de más de tres millones de habitantes. Ahora bien, si una bomba atómica cae justo encima, no tendría protección suficiente, según los expertos.

Suiza, el paraíso de los búnkeres

Puede parecer increíble que un país que no tiene una guerra desde hace siglos sea uno de los países con más búnkeres antinucleares del mundo. Desde 1963, en plena Guerra Fría entre Occidente y el bloque del Este, los gobernantes suizos empezaron a construir refugios nucleares por todo el país. La idea era que todos los suizos pudieran encontrar un refugio en caso de guerra. Así que el gobierno de la federación, el Consejo Federal, tiene miles de sitios para refugiarse. Algunos son como la fortaleza subterránea de Davos. Unas dos mil personas entre políticos, empresarios y periodistas, acuden allí todos los años en invierno en esa ciudad suiza rodeada de montañas, nieve y café caliente.

Otros son túneles que se usan como autopistas, pero que en caso de conflicto atómico pueden convertirse inmediatamente en abrigos atómicos. Por ejemplo, los túneles de Sonnenberg, por donde discurre la autopista A2, están diseñados para albergar a 20.000 personas. En 2011, el parlamento suizo quiso revocar la ley por la cual el estado estaba obligado a dar refugio nuclear a todos los suizos. Los artículos 45 y 46 de la Ley Federal de Protección Civil de Suiza, dicen: “Todo habitante debe tener un lugar protegido al que se pueda llegar rápidamente desde su lugar de residencia”; ”Los propietarios de bloques de apartamentos están obligados a construir y equipar refugios en todas las viviendas nuevas”. Ya no había Guerra Fría. No tenían sentido. 

Cuando se esta discutiendo esta moción, sucedió el desastre de Fukushima en Japón, que inutilizó su central nuclear y lanzó una ola de pánico por todo el mundo. Entonces, los parlamentarios suizos cambiaron de opinión. Hoy los suizos cuentan con unos 300.000 refugios situados en residencias, instituciones y hospitales suizos. A eso hay que añadir 5.100 refugios públicos, que brindan protección a un total de 8,6 millones de personas.

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