Opinión

Putin, Ucrania y el empleo en España

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Putin, Ucrania y el empleo en España. 
Nerea de Bilbao (Infografía)

La economía española mantuvo la velocidad de crucero en su recuperación el último trimestre de 2021, con un fuerte viento en contra. La economía creció un 8% trimestral anualizado, superior al 7% de EEUU y muy por encima de sus socios europeos. Francia creció próxima al 3% anualizado y Alemania registró una caída del PIB del 2% anualizada. El empleo también avanzó con fuerza con el récord de creación de puestos de trabajo desde la crisis de 2007. Toda la creación de empleo fue privada y la mayor parte a tiempo completo. Los contratos indefinidos, de mejor calidad, crecieron un 3,5% con respecto al último trimestre de 2020 y ya superan en 200.000 personas más que el cuarto trimestre de 2019, antes de la pandemia.

Como era previsible el consumo privado disminuyó. Los salarios no crecen y la inflación provocada principalmente por la crisis del gas y de la energía ha reducido la capacidad de compra de los españoles. Pero la exportaciones crecieron con fuerza y eso provocó un fuerte aumento de la inversión empresarial y también de la inversión de las familias en vivienda, aunque el INE mantiene un modelo de estimación de la inversión en vivienda del milenio pasado que no refleja esa recuperación tan intensa y ayuda a explicar por qué el PIB va más retrasado en la recuperación que el empleo y la recaudación de IVA que es un impuesto proporcional a las ventas de las empresas.

Es una recuperación intensa pero extraña. 840.700 españoles encontraron un empleo en 2021 y más de tres millones de trabajadores en ERTE que temieron por su empleo durante la pandemia ya lo han recuperado. Pero la subida del gas, la electricidad y la gasolina nos ha empobrecido a todos los españoles y no permite mejorar la confianza. Eso facilita la labor de la oposición para negar la recuperación y volver al “que se hunda España que nosotros lo arreglamos" de 2011. Recordar que después de eso vino el rescate internacional, el mayor recorte de gasto en sanidad y educación de la historia y la destrucción de un millón de empleos en 2012 y 2013 ya con su reforma laboral aprobada.

Por esta razón es tan determinante lo que sucede en Ucrania para anticipar si la recuperación en España continuará en 2022 con la misma intensidad, como esperan todos los organismos internacionales y el consenso privado de Funcas. Estamos en invierno, momento de mayor consumo de gas, y los inventarios en Europa. El promedio de la última década es comenzar el año con el 70% de la capacidad de inventarios y hemos comenzado 2022 en el 50%, el mínimo desde 2010. En España el cierre del gaseoducto de Marruecos nos forzó a llenar nuestros inventarios en septiembre y hemos garantizado el suministro de este invierno y a la mitad de precio que en la actualidad. Además España cuenta con la mejor red de regasificadoras de Europa en nuestros puertos que nos han permitido sustituir el gaseoducto por barcos.

La subida del gas, la electricidad y la gasolina nos ha empobrecido a todos los españoles y no permite mejorar la confianza

No es el caso de Alemania. Los alemanes decidieron cerrar sus centrales nucleares y usar el gas como sustituto en la transición energética y esta crisis les pilla en el momento de mayor dependencia del gas ruso de su historia. El gas para calefacciones y para la población no está en peligro, pero el de la industria sí. Si Putin decide invadir Ucrania y se corta el suministro de gas, la industria alemana no podría producir y Alemania entraría en un escenario similar al de 1980 que se denominó estanflación, alta inflación con estancamiento económico. En 1979 Irak e Irán entraron en guerra y se redujo drásticamente el suministro de petróleo que salía por el Golfo Pérsico. La OPEP pasó de producir 30 millones de barriles diarios en 1979 a 16 en 1983. En la década de los años setenta, con la creación del Cartel de la OPEP y la tensión geopolítica en la zona, el precio del barril de petróleo se multiplicó por 15 veces.

Las causas del conflicto de Ucrania son principalmente la ambición de Putin por recuperar la influencia que Rusia tuvo durante el periodo soviético y la Guerra Fría. Por eso sigue tratando a Ucrania como un satélite de Moscú y les prohíbe decidir soberanamente, por ejemplo, entrar en la OTAN. La duda en Washington y en Bruselas es ¿Cuál será el próximo? ¿Las repúblicas Bálticas? ¿Polonia? Chequia? ¿Rumania? ¿Bulgaria? Putin aprovechó la debilidad europea de dependencia del gas para invadir Ucrania pero la reacción de la OTAN ha frenado sus planes, de momento.

Igual que la proliferación de armas nucleares reduce la probabilidad de conflicto, la mayor integración económica tiene los mismos efectos. Si se activa una guerra nuclear ninguno de los dos contendientes sobrevive, por eso aún no ha habido ninguna. Si Putin corta el suministro de gas y provoca una recesión en Alemania, forzaría a los europeos a cambiar radicalmente su estrategia de transición energética. Alemania sigue siendo el país que más emisiones contaminantes genera de Europa. Ningún gobierno soportaría una crisis industrial con fábricas paradas y obreros despedidos por falta de suministro de gas y seguramente volverían a abrir las centrales nucleares.

Putin está construyendo otro gaseoducto con China pero tardará, y si su mejor cliente le deja de comprar su principal bien de exportación y de ingresos públicos tendría una grave crisis económica que podría poner fin a su presidencia. Putin considera que Ucrania es rusa pero no es un ayatola. Putin se alió con Trump para acabar con la OTAN pero con su intento de invasión en Ucrania ha resucitado a la Alianza Atlántica. Biden estaba en mínimos de popularidad y esta crisis le ayudará a recuperarla. En Europa seguimos sin saber a quién llamar cuando hay una crisis; Biden habló esta semana con ocho líderes para consensuar la respuesta a Rusia. Y es cada día más evidente que ni los americanos, ni los chinos, ni los rusos nos respetarán hasta que avancemos hacia una Europa federal más próxima a los Estados Unidos de Europa que la confederación actual.

Los elementos luchan contra Putin. Este invierno ha soplado mucho viento en Europa y producimos más electricidad eólica que reduce nuestra dependencia del gas. Hay que seguir instalando eólica y solar y, por esa razón, la Comisión Europea debería modificar el sistema de fijación de precios de electricidad para reducir la volatilidad que provoca la crisis del gas que nos hace más vulnerables frente a Putin. De momento, todos mantienen que España tendrá fuerte crecimiento y creación de empleo en 2022. Putin puede dejar en evidencia esos pronósticos, aunque con un coste demasiado elevado para él personalmente y para los rusos. Veremos.

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