El verano de 2023: el tercero más cálido

El cambio climático combustiona la inflación de los alimentos y servicios

El BCE corrobora que el aumento en la temperatura media tiene un impacto directo sobre el IPC de las principales economías europeas. Un alza promedio de 1ºC mensual eleva hasta 0,2 puntos la inflación alimentaria. 

Las temperaturas extremas se ceban con la inflación de las economías europeas
Las temperaturas extremas se ceban con la inflación de las economías europeas
DPA vía Europa Press

La lista de episodios climáticos excepcionales se ha abultado en los últimos años. Si en septiembre la vicepresidenta segunda y ministra de Transición Ecológica en funciones, Teresa Ribera, aseguraba que el verano de 2023 ha sido el tercero más caluroso de la historia; un equipo de investigación del CSIC afirmaba este lunes que el de 2022 ha sido el más cálido en los últimos 700 años. Más allá de lo anecdótico, estas anomalías tienen un efecto directo sobre el gran mal económico de los últimos dos años. El Banco Central Europeo (BCE) detalló este martes en una publicación que un aumento de 1ºC en la temperatura media mensual aumenta la inflación de los alimentos y de los servicios, especialmente en España, que es la gran economía europea más afectada por los vaivenes meteorológicos. 

En concreto, los autores de Las perspectivas son dispares: los efectos asimétricos de las perturbaciones meteorológicas sobre la inflación explican que los cambios son heterogéneos y que dependen de cuándo se produzcan esos shocks. Por ejemplo, concluyen que en verano un aumento de 1ºC en la media mensual aumenta el IPC de los alimentos no elaborados en torno a 0,1 y 0,2 puntos porcentuales en el primer año de la perturbación. Esto se produce debido a que un aumento de las temperaturas limita la oferta de productos frescos, que dependen más de la meteorología, de la productividad agrícola y de la productividad laboral en general. 

No obstante, una perturbación veraniega hace que los efectos sean más persistentes y duraderos sobre estos productos, aunque más en España, Italia o Francia que en una latitud más al norte como Alemania. Del mismo modo, unas temperaturas estivales más elevadas de lo normal encarecen los alimentos elaborados en Francia y en España, lo que muestra "un retraso en la transmisión de la subida de los precios de los alimentos básicos a los elaborados", detallan los investigadores. 

Un caso concreto de esto está recogido en El impacto del calentamiento global en inflación: medias, estacionalidad y extremos, otra investigación de la autoridad bancaria. En él se especifica que la ola de calor de 2022 aumentó la inflación de los alimentos en torno a 0,7 puntos porcentuales en Europa. El papper asegura que, con las temperaturas previstas de aquí a 2035, el aumento de la frecuencia de días extremadamente cálidos amplificará los impactos del clima sobre la inflación en un 50%. "Dado que los veranos muy calurosos serán cada vez más frecuentes y severos, cabe esperar mayores impactos inflacionistas en el futuro", apunta el artículo del BCE. 

En invierno o primavera, la respuesta a las anomalías meteorológicas es más contenida e incluso puede suponer una caída del IPC, aunque con una persistencia menor a cuando esas mismas anomalías se producen en verano. Sin embargo, desde el organismo encargado de mantener embridada la inflación afirma que Italia y España son los países que más expuestos están a estas alteraciones. 

Un amplio abanico de efectos 

El cambio climático presionan al alza los precios de los alimentos, ya que reduce su producción y el suministro de comida; aumenta los costes energéticos, al elevar el consumo para moderar la temperatura; y genera disrupciones en las cadenas de suministros (por ejemplo, desde el BCE explican que la sequía de ríos limita la capacidad de transporte fluvial), por lo que encarece determinados productos.

Y también afectan de manera directa a la inflación de un sector vital en la economía española. El aumento de las temperaturas, sobre todo en verano, aumenta los costes de los servicios, ya que el clima extremo empeora la productividad del trabajo; e impacta sobre la demanda y la oferta de turismo. Los investigadores del BCE aseguran que esto deriva de que la variación de los productos básicos encarece los servicios asociados a ellos, por ejemplo los comercios hosteleros. 

Del mismo modo, el turismo y las actividades recreativas son vulnerables a la variación térmica por ser intensivos en mano de obra. "Está bien documentado en la literatura que cuando las temperaturas superan un umbral crítico, se producen efectos negativos sobre la oferta de mano de obra y la productividad", explican. 

El dilema inflacionario de la transición ecológica

La inversión en la transición ecológica alcanzó la cifra récord de 1,1 billones de dólares el año pasado, según Bloomberg NEF, que calcula que se necesitarán inversiones mundiales anuales de unos 6,7 billones de dólares al año para llegar al objetivo de cero emisiones netas en 2050. La transición energética se presenta como el gran reto de las próximas décadas, pero su implementación serán también inflacionistas. 

El Riksbank sueco concluyó que los precios de la energía aumentarán durante la transición a medida que la eliminación de las tecnologías intensivas en carbono reduzca la oferta agregada y la inversión en otras nuevas refuerce la demanda. Del mismo modo, la demanda mundial y al unísono de metales necesarios para acometer la transición energética, como el litio, hacen prever a las principales instituciones de análisis económico que el cambio de modelo energético hacia uno más sostenible traerá subidas de precios. 

"Los banqueros centrales deben tener en cuenta esta evolución. Al mismo tiempo, la estabilidad de precios es la mejor contribución que podemos hacer para garantizar el éxito de la transición", explicó Sabine Mauderer a Bloomberg, funcionaria del Bundesbank y vicepresidenta de la Red para la Ecologización del Sistema Financiero. 

Didier Borowski, responsable de estudios de macropolítica de Amundi afirmó a la agencia de datos financieros que la labor de los responsables políticos es anclar las expectativas de inflación, pero que los regímenes monetarios podrían tener que adaptarse y estar preparados para permitir cierto crecimiento de los precios derivado de la transición. "Los banqueros centrales no pueden limitarse a decir: 'bueno, este proceso es inflacionista a corto plazo, subiré los tipos'", dijo, calificando esa respuesta de "contraproducente", destaca Bloomberg. 

El BCE ha afirmado que el impacto de una transición ordenada sobre sus políticas debería ser limitado, al tiempo que ha sugerido algunas estrategias para hacerle frente. Entre ellas, hacer hincapié en los indicadores de inflación, excluida la energía, y fijar como objetivo un horizonte temporal más largo.

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