Como consecuencia de la crisis de la Covid-19

El BdE augura daños permanentes en sectores clave y una década de ajustes

La institución da por hecho que nada volverá a ser igual para sectores como el comercio, el turismo, el ocio o el transporte y pide al Gobierno un plan decidido para compensar ese cambio estructural.

Pablo Hernández de Cos, gobernador del Banco de España en su comparencencia en la Comisión de Asuntos Económicos en el Congreso de los Diputados.
Pablo Hernández de Cos, gobernador del Banco de España en una comisión parlamentaria.
EFE

La economía española no volverá a ser la de antes cuando la pesadilla de la Covid-19 llegue a su fin. Así lo advierte el Banco de España en su último Informe Anual, en el que augura que la crisis provocada por la pandemia dejará daños permanentes en la economía española y que éstos afectarán a sectores clave para nuestro tejido productivo como el turismo o el comercio minorista, e insta al Gobierno a poner en marcha lo antes posible un plan decidido de reconstrucción para reubicar a las decenas de miles de trabajadores que serán expulsados de esos sectores en otros que tengan mayor potencial de crecimiento en la fase de recontrucción.

El equipo de analistas del supervisor, bajo la dirección de Óscar Arce, da por seguro que la crisis "producirá cambios permanentes en el porcentaje del gasto en consumo que los hogares efectúan a través de Internet, con implicaciones para el sector de comercio minorista, - o en su demanda de servicios vinculados con desplazamientos internacionales o aglomeraciones, con implicaciones para sectores como los del transporte, el turismo y el ocio, cuyo peso específico en España es crítico no sólo en términos de crecimiento sino sobre todo en creación de puestos de trabajo.

El gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos, ya advirtió la semana pasada en su comparecencia ante la Comisión de Reconstrucción del Congreso de los Diputados que este singular perfil sectorial del patrón de crecimiento español había amplificado el impacto de la crisis sobre la economía española en relación a sus países vecinos, hasta el punto de que según el informe del organismo en el eventual caso de que España hubiera adoptado medidas de confinamiento más suaves en la fase más crítica de la crisis sanitaria - como hicieron otros países europeos - los daños sobre la economía hubieran sido igualmente más graves en España. El Banco de España entiende, asimismo, que esa composición sectorial lastrará del mismo modo a la economía española en su afán por recuperar el pulso en la ya conocida como fase de reconstrucción.

Los analistas del banco concluyen que España saldrá de esta crisis con daños relevantes en su capacidad para crecer. El turismo, como ocurrió con el sector inmobiliario tras la Gran Crisis, ya no aportará esa capacidad de arrastre sobre otros sectores y ese punto extra que permitía a España crecer por encima de sus socios europeos y el Gobierno debe actuar, y de forma urgente y decidida, para poner sobre la mesa un plan de reconstrucción que resuelva los desequilibrios estructurales de la economía y dé un nuevo impulso al modelo de crecimiento doméstico para situarlo incluso por encima de dónde estaba antes de la crisis. 

Un menú de reformas para que España 'vuelva' más fuerte

El relato del Banco de España a este respecto ha cogido tal fuerza tras la últimas comparecencias del gobernador y los informes publicados desde la institución que se ha convertido, en ausencia de un plan gubernamental, en la principal referencia de la hoja de ruta que debe seguir el país para salir de la pandemia como una economía más fuerte y moderna. La institución considera que hay que actuar en dos niveles. Por un lado, atacando las debilidades estructurales que anquilosan y lastran el modelo de crecimiento español desde hace años. Ahí se señala el reducido tamaño relativo de las empresas españolas respecto a lo que se ve más allá de los Pirineos (el 78% de las empresas españoles tienen menos de cinco trabajadores, en tanto que la Europa del euro es del 69%); la menor cualificación del capital humano; un capital tecnológico menor al de las economías de nuestro entorno; o un mercado laboral más desestructurado.

Unos déficits que se resuelven con reformas estructurales: la del mercado de trabajo para poner fin de una vez por todas a la endémica dualidad del empleo en España, que levanta un muro infranqueable entre el núcleo duro de los trabajadores indefinidos y el nicho de precariedad de los tres o cuatro millones de trabajadores que encadenan relaciones laborales por tiempo definido y que las reformas laborales aprobadas en los últimos 30 años no han conseguido resolver; la modernización de los servicios públicos de empleo; una reforma educativa integral, que según el Banco de España no debe limitarse a actualizare los currículos sino también los sistemas de aprendizaje - al compás de las nuevas obligaciones de separación impuestas por la pandemia -; y también la reforma de las pensiones, que la institución señala como clave para echar un lazo a la disparada evolución del gasto público en España.

Del tino de las medidas que ponga en marcha el Gobierno en la fase de reconstrucción dependerá el nivel de sacrificio que tenga que asumir el país en los próximos años, según ha deslizado el director de Economía y Estadística del Banco de España, Óscar Arce. En su opinión, en esta fase será esencial que el Gobierno ponga lo antes posible sobre la mesa un plan de reconstrucción que debe ir acompañado de un plan de consolidación fiscal. Y es esencial que esos planes sean creíbles, ya que de ello dependerá la confianza de los inversores en el proceso de reconstrucción".

Una década de ajustes si no hay reformas estructurales

El Banco de España ha perfilado los escenarios hacia los que se mueve desplazar la economía doméstica en el futuro en función de las medidas que se adopten. Si España opta por mantener el actual nivel de gasto, la deuda pública se estabilizará en unos niveles próximos al 130% del PIB y eso redundará en la consolidación de las vulnerabilidades de la economía española. Si se opta por ajustarse al mandato del Programa de Estabilidad y Crecimiento a España le esperará una década de ajustes, en la que tendrá año tras año que reducir su abultado déficit estructural en 0,5 puntos, un reto que es más complicado de lo que parece como lo demuestra que ni el Gobierno de Rajoy ni el de Pedro Sánchez lo hayan conseguido con crecimiento por encima del 2% del PIB. 

El tercer escenario, el preferido por el Banco de España, es el que combina el respeto a las normas del Programa de Estabilidad y Crecimiento con las reformas estructurales planteadas por el banco. En ese escenario, los cálculos del Banco de España apuntan a que el proceso de ajuste sería mucho más rápido y España volverá a poner sus cuentas más o menos en orden en un periodo de seis o siete años, librándose de tres o cuatro años de ajustes. 

Respecto a los ajustes, el Banco de España es partidario de incrementar la eficiencia del gasto público aprovechando las recomendaciones salidas del 'spending review' de la Autoridad Fiscal y alinear las medidas en materia de impuestos con el gap que nos separa de Europa. Un plan en el que la institución prioriza medidas como la reducción de la cesta de productos con tipos reducidos en el IVA o el desarrollo de la fiscalidad verde para conseguir ingresos, por delante de subidas en el IRPF o Sociedades o la creación de nuevos impuestos como la 'Tasa Google' o la 'Tasa Tobin'.

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