El paro y la crisis ponen en jaque al nuevo Gobierno y condicionan la legislatura

Pedro Sánchez hubiera deseado la dimisión de Rajoy.
Pedro Sánchez hubiera deseado la dimisión de Rajoy.
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El próximo Gobierno echará a andar con los indicadores del mercado laboral en rojo y la amenaza de otra crisis como telón de fondo. Los últimos datos de paro, especialmente sensibles para el puntal del consumo interno, y el nefasto desempeño de la zona euro en el segundo trimestre del año auguran una tormenta perfecta para la economía española a la vuelta del verano. Capear la que se avecina en el terreno económico se presenta, sin duda, como el máximo reto de la próxima legislatura, ya le toque a Pedro Sánchez si supera con éxito una segunda oportunidad de investidura el 23 de septiembre o al Ejecutivo que salga de las urnas –y de las negociaciones posteriores– tras la eventual repetición de las elecciones generales, que se celebrarían el 10 de noviembre.

Las negociaciones para lograr el apoyo a la investidura de Sánchez antes de que expire la fecha para la convocatoria de otros comicios están en 'stand by'. El presidente en funciones está de vacaciones, una decisión que le ha valido las críticas de la oposición en bloque, pero que ha defendido su equipo porque "es un ser humano y también tiene derecho a unos mínimos días de descanso", dijo la ministra Magdalena Valerio.

Mientras tanto, la economía empieza a dar señales alarmantes, sobre todo por el lado del mercado laboral, y no hay que olvidar que, pese a la recuperación de los últimos años, el paro sigue siendo la principal preocupación de los españoles, según recogen uno tras otro todos los barómetros del CIS. Garantizar el empleo será, por tanto, uno de los mayores retos del próximo Gobierno, si no el principal. 

Los analistas coinciden en que los peores presagios podrían materializarse a la vuelta de vacaciones. El paro pinchó en julio con el menor descenso en ese mes desde el año 2008, y ello a pesar de que el dato coincide con la campaña veraniega en la que el incremento de la demanda turística suele animar la contratación de trabajadores, aunque sean temporales. 

Antes ya se había conocido la Encuesta de Población Activa (EPA) del segundo trimestre, que también defraudó. España creó entre abril y junio 333.800 nuevos empleos, un dato alejado de los 469.900 puestos de trabajo generados un año antes y que se sitúa por debajo de la media de unos 400.000 empleos que se venían registrando en esta época del año desde el inicio de la recuperación económica. 

Así, tanto en términos EPA como en los registros de las oficinas del Servicio Público de Empleo Estatal sigue habiendo más de tres millones de personas que quieren trabajar y no pueden, pese a que el mismo Sánchez aseguró poco antes de conocerse el dato de paro de julio que España lograría bajar de esa cota por primera vez en más de una década.

No fue así y la tasa de desempleo sigue por encima del 14%, es la segunda más elevada de toda la eurozona, solo por detrás de la griega, y lo más importante: el ritmo de creación de empleo se ha estancado y los analistas no esperan que se acelere en pleno frenazo económico. "El comportamiento de la economía española depende en gran medida del consumo interno y éste es más sensible al empleo que a los salarios. Si tenemos dos datos seguidos de caída del empleo tendríamos que empezar a preocuparnos", comentaba a La Información el director de Coyuntura y Análisis Internacional de Funcas, Raymond Torres.

Esta opinión coincide con el análisis de BBVA Research, que ya advierte una "presión a la baja" sobre el crecimiento económico y la creación de empleo en el arranque del tercer trimestre. Es más, según sus estimaciones el paro podría repuntar entre julio y septiembre, lo que supondría "el primer incremento trimestral del paro registrado desde el segundo trimestre de 2013", avisa la entidad en su último informe.

A la espera de conocer los datos de paro y afiliación a la Seguridad Social de lo que queda de verano y la EPA del tercer trimestre, que no verá la luz hasta finales de octubre, las sombras que se ciernen sobre el mercado laboral español se agravan con las señales que llegan de los países del entorno más cercano. El debilitamiento del desempeño económico de la eurozona, lastrada por Alemania, que está a un mal dato de entrar en recesión técnica, ya es más que evidente. Y aunque los expertos descartan un impacto inmediato en la economía española sí advierten de que las amenazas internacionales impactarán de lleno en el PIB en pleno agotamiento del ciclo. 

Presupuestos 'made in Montoro', también para 2020

Cuándo llegará el golpe de gracia a la economía española es la gran duda. De momento, los principales organismos nacionales e internacionales mejoran las perspectivas para nuestro país y apuntan a un rango de crecimiento de entre el 2,2% y el 2,5% para este año. En este contexto, el Ejecutivo en funciones tiene la intención de elevar su previsión hasta el 2,3%, y ello a pesar de no contar con un Gobierno a pleno rendimiento.

La ministra de Hacienda, María Jesús Montero, ha reconocido que la prolongación de la actual situación de inestabilidad política puede ralentizar la marcha de la economía este año y el próximo. Recientemente aseguró que, tras el fracaso de los Presupuestos Generales del Estado para 2019, ya tiene preparado el esqueleto técnico de los de 2020. Pero la realidad es que al igual que todavía no cuentan con el respaldo necesario para sacar adelante la investidura tampoco tienen garantizado el apoyo a la ley más importante para cualquier Gobierno.

Así las cosas, las Cuentas que elaboró el exministro de Hacienda Cristóbal Montoro para 2018 se prorrogarán no solo este año, sino también en 2020, algo insólito en la historia de la democracia española. De momento el paso previo para sacar adelante unos nuevos Presupuestos es la aprobación del techo de gasto, una labor que no puede llevar a cabo un Gobierno en funciones. Lo que sí quiere Montero es aprobar por real decreto la actualización de las entregas a cuenta a las comunidades autónomas, que suponen unos 4.500 millones de euros. 

Pero eso pretende hacerlo una vez que haya Gobierno, y en estos momentos no está nada claro cuándo sucederá tal cosa ni de qué color será el mismo. Lo que sí es evidente es que con la amenaza de una nueva recesión como telón de fondo la agenda del próximo Ejecutivo tendrá que priorizar los asuntos económicos y abordar las reformas estructurales que no se han llevado a cabo durante los años de recuperación. 

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