Nuevo plan estratégico hasta 2025

Las claves del plan Repsol: dos años de ajuste, control de deuda y clientela fiel

La petrolera pone en marcha un programa de fidelización de clientes (35 millones en 2025), de los que la cuarta parte serán 100% digitales.

Josu Jon Imaz, consejero delegado de Repsol.
Josu Jon Imaz, consejero delegado de Repsol.
Repsol

"Entorno complicado, de marcada incertidumbre". Los estrategas de la petrolera Repsol describen así el escenario al que se enfrenta una compañía obligada a la reconversión y "prisionera" de la promesa que lanzó a los mercados en 2019: en 2050, sus negocios no contaminarán el medio ambiente. La apuesta es alta. Con ocho meses de retraso respecto al calendario previsto, la compañía ha presentado un nuevo plan estratégico para el periodo 2021-2025 que prevé dos años de ajuste, autofinanciación de nuevos proyectos para controlar la deuda en torno a los 3.000 millones y un programa de fidelización de clientes (35 millones en 2025), de los que la cuarta parte, más de ocho millones, serán 100% digitales.

La compañía ha establecido dos períodos en su planificación a cinco años. Los dos primeros años se centrará en asegurar la fortaleza financiera y priorizará medidas de eficiencia, reducción de inversiones y optimización del capital. El ajuste -el consejero delegado Josu Jon Imaz utilizó el término "sostenibilidad"- afectará a las actividades más tradicionales, como la exploración y producción de petróleo. Extraerá menos petróleo (650.000 barriles día, 50.000 menos) y reducirá su presencia de 20 a 14 países. "Valor por encima de volumen" resumió Imaz.

El capítulo "más agujeros en el cinturón" afectará a los accionistas en 2021. El dividendo previsto se reducirá a 0,6 euros por acción, un 35% inferior al de 2020, con la promesa de pagos crecientes y en efectivo en los años siguientes. El nivel del euro por título se recuperará en 2025 contando con posibles recompras de acciones. Para que se cumpla la previsión, el precio del crudo -la base del negocio- deberá mantenerse en torno a los 50 dólares el barril. El tijeretazo al dividendo de Repsol puede marcar la pauta de lo que van a hacer otras grandes empresas industriales.

Gráfico Repsol
Gráfico Repsol
Nerea de Bilbao (Infografía)

La petrolera espera recuperar el crecimiento sostenido y acelerado -apoyado en el negocio eléctrico y renovable- a partir del año 2022. Es la forma de cumplir con los retos que tiene por delante y que se pueden resumir en cuatro grandes apartados: mantener y contentar a los inversores; avanzar en la descarbonización con 200 millones anuales de inversión; sujetar la deuda con disciplina financiera y mantener el empleo. 

Para encauzar el proceso, la compañía trabajará con cuatro áreas de negocio (Upstream, Industrial, Cliente y Generación baja en emisiones). El modelo plantea la entrada de socios o inversores en el área de renovables o incluso su salida a Bolsa. Según la petrolera, supondrá un importante impulso para la consecución de objetivos y garantizará un mayor beneficio de las operaciones. 

Entre los pliegues del plan se recoge también uno de los programas clave en el futuro: la fidelización de clientes. Repsol lanzará el próximo año un Programa Transversal de Fidelización cuya esencia es la venta cruzada de servicios múltiples a una base de clientes que quiere aumentar de 24 millones en este momento a 35 millones en 2025. No se trata de cantidad, sino de calidad. Con el programa, la petrolera quiere captar ocho millones de clientes 100% digitales. Es ahí donde se esconde la mejor veta de beneficios.

El documento explicativo del plan enviado por la petrolera a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) lo explica así: "La digitalización" sostiene "jugará un papel fundamental en la nueva organización, gracias a la inteligencia artificial, la automatización de operaciones o las soluciones en la nube".  El plan a cinco años prevé que el impacto positivo de los proyectos de digitalización supere ya en 2022 los 800 millones de euros anuales respecto al inicio del programa de digitalización que la compañía puso en marcha hace dos años. 

Si las previsiones se cumplen, la petrolera logrará sortear una de las etapas más complejas en su historia. La transformación es obligada y la palanca son los 18.300 millones de inversión que prevé el plan a cinco años. Sobre esa base, Repsol pretende incrementar la capacidad de generación renovable a un ritmo superior a 500 MW anuales. El gran objetivo es alcanzar una capacidad de generación de 7,5 gigavatios (GW) en el año 2025 y duplicarla en los siguientes cinco años hasta llegar a los 15 GW.

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