El retorno de las 'Streaming Wars' (II)

HBO o con el prestigio no se gana dinero y mucho menos se planta cara a Netflix

La marca que más premios y aplausos ha recibido desde la Edad Dorada de la Televisión, arrastra problemas de definición tras la compra de AT&T en 2018 y las nuevas exigencias de rentabilidad rápida. 

La serie 'Watchmen', producida por HBO; es la gran favorita de los próximos Emmys.
La serie 'Watchmen', producida por HBO; es la gran favorita de los próximos Emmys.
EP

-Al fin y al cabo, aquí se trata de ganar dinero.

-Eso hacemos. Ganar dinero. 

-Sí. Pero no lo suficiente.

La conversación no pertenece a ningún western ni al último documental sobre la caída de Lehman Brothers. Ocurrió en el mes de junio de 2018, cuando el Departamento de Justicia de Estados Unidos autorizó por fin la compra de Time Warner a manos del gigante de las telecomunicaciones AT&T por 85.400 millones de dólares, una de las diez mayores operaciones corporativas de la década. El escenario sí es muy de película, porque se desarrolló en el coqueto teatro que HBO tiene en la planta 15 de su cuartel general en Nueva York.

El primero que habla es John Stankey, CEO y director actual de AT&T; el segundo, Richard Plepler, un alto directivo en HBO durante 27 años y CEO desde el año 2013. Bajo su mando, la cadena ganó 160 Emmys con éxitos como ‘Juego de Tronos’, ‘Big Litlle Lies’, ‘Veep’ o ‘Barry’. En su guardia, la compañía que propició la Edad de Oro de la Televisión no murió de éxito tras el final de ‘Los Soprano’ o ‘Sexo en Nueva York’: siguió reinando incluso en el terrorífico campo de batalla de las series televisivas con el ataque de nuevos contendientes como Netflix o Amazon.

Ocho meses después de aquel duelo dialéctico, mantenido ante 150 atónitos empleados de HBO ante los que se presentaba su nuevo gran jefazo, Plepler dimitió aduciendo que no compartía la manera de llevar la cadena por parte de los nuevos dueños. A principios de este año, firmó con Apple TV un contrato de cinco años para que su nueva creación, Eden Productions, realice contenido exclusivo para la empresa de la manzana.

John Stankey nunca se ha escondido. Tampoco ante Plepler. Cuando AT&T compró Time Warner creó un nuevo emporio de medios y de entretenimiento con productoras cinematográficas, cadenas de televisión y la única marca capaz de competir con el ascenso imparable de Netflix en el mundo del pago por contenidos audiovisuales. Stankey quería que HBO fuera más que Netflix. En aquel verano de 2018, HBO tenía en todo el mundo alrededor de 140 millones de suscriptores y Netflix, algo más de 124. A final de ese año, la empresa de Reed Hastings empató con su rival. Dos años después, HBO apenas ha sumado tres millones de suscriptores más y Netflix roza los 200 millones

En paralelo, Netflix ya es capaz de generar en un solo trimestre tantos beneficios como HBO en medio año. Una diferencia que habla muy bien de la plataforma pero no necesariamente mal de la que fue primera empresa en crear una televisión de pago en Estados Unidos. Porque ya sea cada tres meses o cada seis, son beneficios de unos 1.300 millones de dólares, y HBO suma un lustro logrando más de 2.000 millones de dinero anuales para quien lo posea gracias a su modelo. 

En cualquier caso, y como no le terminaba de convencer el modelo histórico de HBO, Stankey se empeñó en diseñar una nueva plataforma, HBO MAX, lanzada el pasado 20 de mayo, y que es su niña bonita (porque es su empeño empresarial para llegar a más gente en cualquier momento y en cualquier dispositivo). Es, a resumidas cuentas, una aplicación y versión mejorada de la clásica HBO pero incorporando al catálogo otros contenidos exclusivos y adicionales y capaz de integrarse y verse en los dispositivos de competidores como Apple o Amazon. Una oferta integrada y una manera de ir eliminando por el camino las múltiples ofertas dispersas que siempre ha tenido HBO disponibles. 

A explicar el "tremendo éxito" y posibilidades de futuro de su criatura dedicó el CEO buena parte de su intervención en la conferencia con accionistas de la presentación de resultados de hace unos días. La misma exposición que había arrancado dejando claro que AT&T es, en primer lugar, una empresa que ofrece servicios telefónicos y digitales; luego, un suministrador de servicio y, en tercer lugar, una empresa con firmas de entretenimiento cada vez más internacionales (en un intento de repicar el modelo Netflix, se ha lanzado a producir series propias por todo el mundo; también en España con aquel documental sobre Jesús Gil o la 'Patria' que vendrá en septiembre). HBO, de ser la joya de la corona para Warner a ser una máquina de fabricar billetes. 

En total, HBO lleva casi 50 años (los cumplirá en 2022) reinventado el sector de la televisión de suscriptores. Empezó como un pequeño servicio en la zona de Nueva York y su primera emisión fue un partido de hockey. Los deportes, de hecho, fueron su gran y principal nicho en los primeros años. La pasión por la ficción vendría mucho después, al mismo tiempo que cambiaba de manos y compradores en no pocas ocasiones. A principios de los 80, ya emitía las 24 horas y en 1983 produjo su primer programa infantil: ‘Fraggle Rock’. Ya en manos del grupo Time, para 1987 tenía 16 millones de clientes en todo Estados Unidos y en 1988 dio el golpe cuando fue la única cadena que, durante una huelga de guionistas de seis meses que dejó casi en blanco a todas las cadenas convencionales, tiró de fondo de armario. 

Esa fama derivó en 1989 en una pelea de titanes entre Warner y Paramount (los dos estudios mastodónticos del cine) por hacerse con la pieza más codiciada del género pequeño. Ganó la primera por 14.900 millones de dólares y abrió la puerta a la década de los noventa y a la cada vez mayor producción de contenido propio, la mayoría en comedia y bendecido por la crítica y los premios de todo tipo (Emmys, Globos de Oro…) Porque parece que HBO siempre estuvo ahí, pero su primer drama, ‘Oz’, no se estrenó hasta 1997, dos años antes de ‘Los Soprano’.

El resto es una historia más o menos conocida de series rompedoras, reinvención de la ficción televisiva y respeto. Sobre todo, de esto último. Da lo mismo si se hace una lista de 10, 20 o 50 mejores títulos del siglo XXI: es bastante probable que HBO logre un tercio de las posiciones y si hay un consenso entre los entendidos es que los tres dramas canónicos en esta época son ‘Los Soprano’, ‘The Wire’ y ‘Breaking Bad’, con lo que en el podio indiscutido ya coloca dos de tres. 

Más o menos igual han pensado los académicos en los dos pasados decenios cuando tocaba entregar premios. Como con los Oscar, un galardón no tiene por qué otorgar el carné de excelencia, pero la industria del entretenimiento americana vive obsesionada con ellos. En la televisión, los Emmy marcan la pauta y HBO ha liderado gala tras gala, al menos, en número total de nominaciones y, casi siempre, en los ganadores. 

La primacía en candidaturas ya es historia en este 2020 (lo segundo habrá que esperar, aunque se antoja más complicado), después de que Netflix vaya a la gala con 160 opciones frente a las 107 de HBO. En 2019, Netflix vendió como un éxito alcanzar las 117, su máximo histórico, pero se tuvo que conformar con ver a su rival de prestigio desde abajo. El final de ‘Juego de Tronos’, el fenómeno ‘Chernobyl’ o el nuevo objeto de admiración para la crítica (‘Sucession’) lograron sumar 137 opciones. 

Luego, a la hora de la verdad, HBO barrió en premiados, precisamente, con las tres grandes bazas con las que iba a la guerra. Netflix, de momento, acumula mucha artillería, pero no termina de cuajar. Acaso, va tomando posiciones poco a poco en las interpretaciones, pero todo apunta a que la excelente y oportunísima (habló del racismo y de la brutalidad policial meses antes de George Floyd) ‘Watchmen’ será la vencedora de esta edición. Y si gana otra no parece que sea una de Netflix. 

El prestigio. En sus casi tres décadas en la empresa, Plepler supo mantener la pátina de calidad y respetabilidad que nombres como ‘A dos metros bajo tierra’, ‘Deadwood’ o ‘Entourage’ habían otorgado a las siglas de Home Box Office. Tampoco despreciaban, como es lógico porque se trata de una empresa, el público y también ha sumado éxito tras éxito, como 'True Blood' o 'Sexo en Nueva York'. Él continuó y amplió el legado y con él desembarcarían cada vez más estrellas del cine al hermano pequeño (el 'Boardwalk Empire' de Scorsese, ‘True Detective’ o la misma ‘Big Little Lies’). Si HBO comenzó su impacto global atrayendo a Steven Spielberg y Tom Hanks al proyecto de 'Hermanos de sangre' a principios de su andadura, Plepler normalizó este viaje de ida y vuelta. Todos en Hollywood querían trabajar en HBO. Ahora, se mete en polémicas como cuando retiró temporalmente de su catálogo 'Lo que el viento se llevó' por racista.

El dinero. Siempre el dinero. Fue lo que desencadenó el desagradable desencuentro de aquel día ante la plantilla en Nueva York. Vino después de que el entonces jefe de HBO pidiera un aplauso a la promesa del mandamás de AT&T de destinar más dólares a las producciones. A Stankey no le hizo mucha gracia que se tomaran tan a la ligera lo que debería ser el principal objetivo de toda empresa: ganar dinero. A Plepler, que nunca tuvo problemas de financiación para pagar las carísimas producciones que amparó bajo su mandato, se le había olvidado que HBO, también, es una empresa. Quizá debería haber prestado más atención a cualquiera de las alegorías sobre el capitalismo que nunca terminan del todo bien y que solía hacerle su creador más prestigioso, David Simon: para conocer la verdad, siempre hay que seguir al dinero.

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