81.000 millones de dólares

El aviso a las telecos por la puja del 5G en EEUU: pagos récord y enorme deuda

La puja duplica las previsiones de los inversores y obliga a las operadoras a buscar financiación extra para afrontar el pago. El Gobierno espera ingresar más de 2.000 millones en la española.

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La subasta de 5G se celebrará, previsiblemente, en marzo.
EFE

Todos los ojos en el sector de las telecomunicaciones están puestos en dos puntos muy concretos: la consolidación a través de la reducción de jugadores en Europa y la nueva generación de redes móviles ultrarrápidas 5G. La primera sigue fraguándose. Y la segunda está tomando forma a través de unas subastas del espectro radioeléctrico, clave para los despliegues de esta infraestructura, que van a suponer un golpe muy duro para los balances de las telecos. El último ejemplo supone un aviso a navegantes en toda regla. La puja en Estados Unidos de la banda de frecuencias media ha roto todas las previsiones, con una inversión récord de más de 80.000 millones de dólares de las grandes operadoras del país, lo que obligará a sacar toda la artillería financiera en forma de deuda para afrontarlo. En España, la cuenta atrás para la licitación ha comenzado con las compañías temiendo el 'afán recaudatorio' del Gobierno.

A comienzos del pasado mes de diciembre, la Comisión Federal de Comunicaciones (FCC) de Estados Unidos lanzó la subasta. Ahora se formaliza el resultado provisional, que supera todos los récords registrados en los últimos años. En concreto, tras decenas de pujas, las grandes operadoras han puesto sobre la mesa un total de 80.900 millones de dólares (66.700 millones de euros al cambio actual) para la adquisición del espectro ofertado en lo que se conoce como banda C, es decir las frecuencias medias que se sitúan entre los 3,7 y los 4,2 gigahercios. A esta cantidad hay que sumar, según publicaba The Wall Street Journal, más de 13.000 millones de dólares (10.700 millones de euros) en costes vinculados la compensación para ayudar a mover a los operadores de satélites a nuevas frecuencias.

Aún no hay datos cerrados definitivamente de la subasta, pero las diferentes previsiones de cómo ha sido el reparto da una idea del importante esfuerzo económico para las operadoras. Los analistas creen que AT&T y Verizon pagaron más, porque necesitaban más infraestructura para desplegar. El primero promedió unos 22.000 millones de dólares y el segundo unos 42.000, incluidos esos costes de compensación. Verizon gastó bastante menos, debido a que ya contaba con mucho activo procedente de su fusión con el rival Sprint. Los dos primeros apretaron más en la licitación y eso, junto con la rivalidad con otros operadores, ha elevado el precio final.

Esos 80.900 millones de dólares es un hito para el mercado norteamericano pero, sobre todo, representa más del doble de lo que la mayoría de analistas esperaba que se iba a pagar por cada uno de los megahercios de los diferentes bloques ofertados. Según publicaba en diciembre la agencia de noticias Bloomberg, los expertos planteaban que el desembolso colectivo inicial se situara en los 47.000 millones. El que más se han desviado de esa previsión, precisamente, son AT&T y Verizon. Esto ha obligado a todos ellos a contactar con los principales bancos de inversión para contratar miles de millones de deuda con la que afrontar el pago inicial. 

Todos esperan al Gobierno

En España no hay una previsión concreta hecha por las diferentes firmas de analistas, pero sí que hay una que el propio Gobierno ha colocado en los Presupuestos Generales del Estado (PGE). En concreto, eran más de 2.000 millones de euros, una cifra rechazada por las operadoras por ser excesivamente alta. Y una cifra que, incluso, se podría quedar corta en caso de que se produzca un frenesí pujador como el que se vivió en Estados Unidos. La diferencia en los números respecto al mercado americano es evidente y se debe no sólo al tamaño del espectro subastado -en el caso de EEUU es muy amplio y además de las bandas de frecuencias más altas, ya subastadas en el caso de España- sino también al precio fijado. Pero enseña esa tendencia a la fuerte competencia en este tipo de licitaciones.

Telefónica y el resto han presentado todas sus alegaciones a las condiciones de la subasta que se dieron a conocer en consulta pública antes de la Navidad. La mayoría de ellas se quejaban de tres puntos concretos. Por un lado, el precio de salida, de casi 1.200 millones de euros, que consideraban demasiado alto. Por otro, los compromisos de cobertura, que son especialmente ambiciosos, pues deberá estar disponible al 100% en poblaciones de más de 50.000 habitantes a partir de 2023. Y, por último, la exigencia de cesión del acceso mayorista a su red de terceros operadores para "fomentar la disponibilidad de la red" en el inicio de los despliegues.

Lo que sucederá en España, donde se repartirán paquetes de frecuencias en la banda de 700MhZ -incluida en el grupo de las bajas y más indicada para hacer entrar la señal en el interior de los edificios y en las zonas rurales- es una incógnita, pero está claro que el caso de Estados Unidos demuestra el apetito que hay entre las operadoras por este espectro para el despliegue de redes en el futuro. En este país, el papel de Másmóvil va a ser claro. En el caso de Euskaltel, todo apunta a que no participará, pues cuenta con un importante acuerdo mayorista con Orange. El cuarto operador ha dicho en varias ocasiones que no participaría en caso de que no hubiera condiciones preferentes para ellos. Esto no ha sucedido. Además, todo apunta a que será una de las piedras angulares de las fusiones y compras en España, por lo que no tendría mucho sentido adquirir activos caros si finalmente se une a otro operador que cuente con ellos. 

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