Más de 8.000 efectivos desplegados al día

"Nunca vi nada así": el 'shock' frente al virus de militares que vienen de la guerra

  • Las Fuerzas Armadas multiplican su 'faceta social' en la guerra contra el Covid-19 pero sus integrantes admiten la dureza de lo que afrontan.
Entre muchos de los cometidos de los militares se encuentra colaborar en repartos de comidas
Entre muchos de los cometidos de los militares se encuentra colaborar en repartos de comidas
EP

Han estado en algunas de las zonas más peligrosas del planeta en tiempos de guerra: Afganistán, Irak, Kosovo, o Líbano. Buena parte de los más de 8.000 militares españoles que se despliegan a diario por toda España acumulan misiones en el exterior y décadas de contemplación directa de horrores de todo tipo. Y, pese a ello, lo que se le viene a la cabeza al cabo primero Prieto al salir de la Casa de la Beneficiencia de Valladolid, donde había acudido para su limpieza junto a sus compañeros y se encontraron con varios fallecidos, fue una confesión de incredulidad: "Nunca había vivido algo así". 

La historia de este integrante de la Agrupación de Apoyo Logístico nº 61 la cuenta el Ejército de Tierra en su propia página web. Junto a su testimonio, el del teniente coronel Calvo y dos hombres de su equipo que salvaron la vida de una anciana que se moría ahogada mientras desarrollaban labores de desinfección en una residencia de Zaragoza. Cambiando de arma, el Ejército del Aire narra en primera persona el largo trayecto de tres días del avión A-400M que fue a China para traerse a España cuanto antes 14 toneladas de material sanitario. Y la Armada difunde vídeos e imágenes de la llegada a Melilla del buque de asalto 'Galicia', reconvertido de urgencia como hospital de campaña para apoyar a la sanidad de la ciudad autónoma y trasladar, de ser necesario en su helicóptero medicalizado, a pacientes graves hasta Málaga.   

"Fue al volver cuando vimos la repercusión que había tenido nuestro trabajo. Estábamos sin internet en los móviles y ajenos a todo eso", comenta el comandante Navarro, del Ala 31 del Ejército del Aire y al frente de la tripulación que viajó durante tres largos días a China de ida y vuelta para traer material sanitario a España. En total, 38 horas de vuelo y 60 de operaciones (a la vuelta, fueron necesarias dos escalas para repostar por el peso) repartidas entre cuatro pilotos y cuatro tripulantes para turnarse en un ida y vuelta que era también una contrarreloj. "Al llegar a casa solo pensaba en abrazar a mi familia, una buena ducha y llamar a mis padres", apostilla el comandante. A la vuelta, también fue consciente del impacto de su misión para su país de origen.

El despliegue social de las Fuerzas Armadas está siendo mucho más real y profundo de lo que podría pensarse cuando así lo definió, como acción social, la ministra de Defensa, Margarita Robles, al inicio de la denominada 'Operación Balmis'. Ese mismo día lo dejó tan claro que hasta unas horas después, el vicepresidente social del Gobierno de coalición, alguien tan poco afín a la milicia como Pablo Iglesias, dijo sentirse "emocionado" por la reacción de ejércitos y Armada.

Y eso que, en aquel momento, la Operación apenas contaba con el primer bloque de militares que salieron a las calles: los de la Unidad Militar de Emergencias, un conjunto formado por unos 3.000 efectivos de los distintos cuerpos, conocidos por su respuesta inmediata en momentos de urgencia y que empezaron por las localidades más cercanas a sus siete batallones en suelo español. Poco a poco, el dispositivo se fue incrementando con otras unidades de respuesta rápida, como la Infantería de Marina (en Cádiz, Galicia y Murcia), la Legión (en Almería y Málaga) y, una a una, ya se sumaron de todos los cuarteles posibles.

Del esfuerzo operativo de tener a más de 8.200 efectivos desplegados (de los que un tercio son personal sanitario militar) en casi 300 municipios de todo el país un día tras otro puede dar cuenta un dato, como son los 3.000 militares que como máximo había tenido España desplegados al mismo tiempo en las operaciones en el exterior. Ahora, esa actividad se ha reducido (pero no eliminado del todo) porque la prioridad es acudir a donde se les necesite en suelo español. El despliegue 'Balmis' (nombrado en honor del médico militar Francisco Javier Balmis, que estuvo al frente de una expedición a principios del siglo XIX para la erradicación de la viruela) es ya considerada y calificada por el Estado Mayor de la Defensa como "la operación con más medios y capacidades puestas a disposición de España en su historia".

También, obviamente, están asistiendo a Policía Nacional, Guardia Civil y todo cuerpo uniformado en sus labores de vigilancia y control de la cuarentena, así como en la custodia de infraestructuras críticas (centrales nucleares, aeropuertos, estaciones de alta velocidad) y en el transporte de material y personal esencial. Pero todo ello no les impide que, como señala el propio Ministerio de Defensa, se haya atendido en estas semanas a un total de 15.000 personas "para conocer sus necesidades y ofrecerles el apoyo social que precisen". Aunque sea sosteniéndole la bolsa con el pan y la fruta a un anciano de vuelta a casa.

No obstante, la acción militar va mucho más allá. Hasta el pasado jueves, se habían desinfectado un total de 3.300 instalaciones de todo tipo, desde residencias de ancianos (más de 2.000) a edificios públicos de todo tipo y se ha colaborado en el montaje de una veintena de hospitales de campaña, entre los que destacan los de Ifema, la Fira de Barcelona o en Sabadell. Además, el Hospital Militar Gómez Ulla ha añadido medio millar de camas a las que ya disponía para atender a enfermos por el Covid y cada día son más los traslados de cadáveres que deben realizar los militares tras los colapsos de las funerarias. Esta misma semana, a todas estas acciones se han sumado algunas acciones concretas en Murcia, Madrid, Cádiz o Canarias de entrega a lugares necesitados de material recopilado por los Bancos de Alimentos.

Todo ello supone un reto de coordinación que, como siempre ha sucedido en cualquier guerra, requiere de una logística medida al milímetro. Para ello, se ha elegido el acuartelamiento San Cristóbal del Ejército de Tierra en Madrid, que funciona desde hace una semana como órgano logístico centralizado de las Fuerzas Armadas para la recepción, almacenamiento y distribución de todos los recursos adquiridos o donados para la operación de lucha contra el coronavirus. 

En su primera semana de funcionamiento como órgano logístico central de la operación Balmis, el Parque ha recibido más de 3,5 millones de mascarillas, 120.000 batas desechables, 80.000 monos de protección desechable, 10.000 litros de lejía y 10.000 de otros desinfectantes. Todo el material que se recibe está preparado para su reparto en menos de 24 horas a la unidad que lo requiera. Una especia de Amazon para tiempos de guerra.

La mayoría de ese material ha sido adquirido por la Dirección de Adquisiciones del propio Ejército de Tierra, pero otra parte procede de donaciones de empresas vinculadas al ámbito de la industria de la defensa como UROVESA, Nortech, Iberdorla y EXPAL, que han aportado material como mascarillas o monos desechables; Jalsona y Proquibasa, que han proporcionado, respectivamente, quince mil esponjas jabonosas y cuatrocientos litros de Polietilen-glicol; u Orero, que ha proporcionado vestuario de agente de autoridad y materias primas. Y del mundo financiero, como las mascarillas donadas por Banca March o Banco Santander.

Cuanta el cabo Prieto que, tras tres décadas y múltiples misiones en frentes bélicos, llega a casa y sus hijos intentan acercarse: "Temes poder contagiarles algo, a pesar de que cumplimos en todo momento con los protocolos y las medidas de seguridad". Aun así, el miedo es algo que afecta a todo el mundo. "Estaré donde me manden, cumpliendo con mi obligación y las horas que sean necesarias. Eso no es ser un héroe, y lo digo con el corazón", añade de inmediato para espantarlo.

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