Las víctimas de la crisis

Pensionistas invisibles en las colas del hambre: "Solo me llega para el alquiler"

En España hay alrededor de 10 millones de pensionistas, la mayoría jubilados. Aunque existe otro grupo menos conocido: personas con prestaciones no contributivas o mínimas afectadas por la Covid-19.

Ismael frente al comedor social de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl
Ismael frente al comedor social de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl.
Beatriz Jiménez Nácher

Saturnino lleva desde los 19 años siendo un topo de tierra. Y gracias a eso, mucha gente no ha pasado frío en su casa. Se ha metido en zanjas de todo tipo, ensamblando tuberías de gas, reparando instalaciones y soldando cuando la excavadora arañaba un socavón. Le gusta Ciudad Real, porque había "cuatro con mi nombre", y porque una vez instaló todo el gas a un pueblo. Acepta lo que hay. Es la primera vez que tiene que acudir a un comedor social, el de las Hijas de la Caridad, donde, desde el mes de marzo, recoge su bolsa de 'picnic' a las 13:00h.

Recuerda que de abril a agosto la cola del comedor de Martínez Campos daba la vuelta a la manzana. El personal de la orden de San Vicente de Paúl no daban abasto esos meses: "Llegábamos a dar comida hasta a 600 personas. Recibíamos ayudas pero tuvimos que tirar de nuestros fondos", explica Vicky, trabajadora social del centro. Durante el pico de la pandemia, este comedor se convirtió en uno de los principales puntos de recepción de personas con necesidades, algunas con nuevos perfiles: afectados por ERTE, empleadas de hogar... y otros, como Saturnino, que llegan perjudicados por la mala suerte. Poco a poco, han ido distribuyendo a las personas en diferentes centros para afrontar la demanda. Actualmente hacen dos turnos de comedor y reparten bolsas con bocadillos.

Cola frente al comedor de las hermanas de San Vicente de Paúl.
Cola frente al comedor de las hermanas de San Vicente de Paúl.
Beatriz Jiménez Nácher

"Voy haciendo, a veces me llaman para revisar contadores o calderas. Se me acabó el paro en marzo y tuve que engancharme a la ayuda para mayores de 55 años", explica con los brazos cruzados el extécnico de Gas Natural, hoy Naturgy. Dejó de cobrar el paro tras ser despedido y con 40 años cotizados y 59 primaveras se encontró en el peor momento para empezar de nuevo: una pandemia mundial. Ahora vive con 190,27 euros al mes, porque el alquiler de su habitación se lleva la mitad de su subsidio.

Saturnino podría decir que le sobran estos cinco años de espera a la edad de jubilación, que está curtido por la tierra, que vaya mala suerte. Pero solo recuerda Ciudad Real y sonríe detrás de la mascarilla al recordar cómo se ensamblan las tuberías de conexión que van de la calle a los hogares. Pisa la acera a gusto a pesar de haber vivido bajo suelo muchos años. Como él, la mayoría de los que acuden al comedor viven de unos subsidios que solo les permiten pagar el alquiler. Enfrente de la puerta del centro, Ismael, que también es nuevo en el comedor, cobra una pensión por enfermedad con la que tiene que sustentar a sus dos familiares. Ha llegado a un acuerdo con el casero: "No me sube el alquiler, de 480 euros, y a cambio yo pago el IBI y las reparaciones". Acaba de comprarse una lavadora Bosch de segunda mano y luce un polo rosa impoluto: "Va estupenda", enfatiza.

Como ellos, actualmente hay otras 50.000 personas que también reciben prestaciones, aunque por paro, y otras 600.000 afectadas por un expediente de regulación temporal de empleo, los famosos ERTE, una novedad en la regulación laboral generada por la Covid-19. Aunque si bien es cierto que, según los datos de octubre publicados por los ministerios de Trabajo y Seguridad Social, hay un alza de la afiliación media respecto a septiembre de 113.974 cotizantes, el número 18 de Martínez Campos sigue recibiendo a gente que nunca antes había pedido un plato caliente.

Como explica Antonio: "Aquí viene gente de clase media que no tiene ni para comer". Tiene 74 años y era albañil. Con los 500 euros de la pensión podía vivir porque iba haciendo "trabajillos" a particulares, pero con el confinamiento se le han acabado los ingresos extra. Lleva un mes yendo al comedor porque no tenía otra. "Solo me llega para el alquiler", dice cabizbajo. Aunque su sector, la construcción, haya reducido la tasa de paro en 365 trabajadores el pasado mes de octubre, Antonio ve que sus años cotizados no le llegan ni para vivir con lo justo.

Llegan las 14:00h y sale el último turno del comedor. Ismael le dará las ciruelas de su bolsa a su hijastro. Antonio se marcha a la parada de autobús y Saturnino viaja al subsuelo. Esta vez en metro.

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