OPINION

A veces oigo voces y leo bulos

Guardia Civil
Guardia Civil
Europa Press

El confinamiento se me está haciendo duro. Paso la mayor parte del tiempo frente al ordenador, trabajando, me duele la espalda y tengo agarrotado el cuerpo. También el alma, por la crueldad de esta pandemia que nos ha caído como una plaga. Tras los muros de nuestras casas dice el presidente del Gobierno que se está librando una guerra que vamos a ganar, pero yo de momento solo veo cómo caen soldados: centenares de muertos por el coronavirus cada 24 horas, miles de infectados nuevos... Y eso usando las estadísticas de Sanidad, que tienen más maquillaje que una perfumería. Si usamos los otros datos, los de los registros civiles, los de los enterrados o cremados, la tragedia se multiplica.

Sí. Está siendo tenso el confinamiento; lo peor es que la prisión preventiva que Pedro Sánchez va alargando por quincenas me está provocando serias y peligrosas alucinaciones. Durante el día, oigo voces. Sonará a coña, pero es como una sesión continua de 'El sexto sentido'. Y da miedo; acojona la cosa. No son voces de ultratumba que sobresalen entre una maraña de ruidos y golpes. Son palabras, frases claras, rotundas, concretas. Unas veces dan órdenes, otras, sueltan sonidos ininteligibles y se escuchan carcajadas. ¿Por qué los malos y los demonios siempre se ríen? En ocasiones no se oye nada, mantengo la respiración para que mis pulmones no interrumpan la captación del sonido... y vuelven. Las dichosas voces siempre están ahí. Cambian de tono: ahora es un hombre, luego una mujer. Por suerte, por las noches no se escucha nada. El silencio es tal que se oye el crepitar de las tablillas del parqué con los cambios de temperatura. Cuando el sueño me vence todo se acaba. Cuando amanece, las voces vuelven.

No suenan como las psicofonías que nos ponía el barbudo doctor Fernando Jiménez del Oso en la TVE de la Transición y que ahora saca a la luz el carismático Iker Jiménez (qué casualidad, ente 'Jiménez' anda el juego parapsicológico) No, no. Son voces reales, verdaderas. Y no se marchan. No descansan y no dejan descansar.

Pasa también algo raro en el televisor. En la vida anterior al confinamiento, en casa parábamos poco, no se encendía casi nunca. Pero desde que se implantó el aislamiento hay muchos fines de semana que como un autómata agarro el mando, pongo el canal 24Horas, y ahí está hablando el presidente del Gobierno. Es como el día de la marmota pero con Pedro Sánchez como eje de la acción. Está bien escuchar al presidente. Durante ese momento largo que nos dedica a los españoles va contando qué pasa con la pandemia en el país y qué medidas va a adoptar, sin concretar, que es lo que más le gusta.

Este sábado creí oírle decir que se iba a estudiar la posibilidad de que los niños abandonen la cuarentena un ratito cada día para que sobrelleven mejor el encierro. Hay que tener fe para imaginar a los niños del barrio guardando la distancia social de seguridad mientras los padres chafardean a dos metros los unos de los otros, todos pertrechados tras mascarillas. También dijo que se verá la manera en que se pueda salir a hacer deporte controladamente. A mí Sánchez no me engaña; eso lo hace para que Mariano Rajoy pueda caminar deprisa sin rendir cuentas a nadie, que le han pillado como a un gazapo saliendo de la madriguera.

Claro, que a lo mejor todo lo que dijo el presidente es un bulo, que ahora están a la orden del día en las redes sociales y en los periódicos. Si hasta el propio Tezanos ha escrutado en su última encuesta del CIS si hay que cortar alas a la libertad de prensa. «¿Cree usted que en estos momentos habría que prohibir la difusión de bulos e informaciones engañosas y poco fundamentadas por las redes y los medios de comunicación social, remitiendo toda la información sobre la pandemia a fuentes oficiales, o cree que hay que mantener libertad total para la difusión de noticias e informaciones?». Esa ha sido la pregunta, que más bien es un aviso a navegantes. ¿Para qué tener información libre e independiente si todo puede centralizarse en los sótanos de La Moncloa? Aunque la encuesta del CIS también podría tratarse de un bulo que habla sobre los bulos; vaya usted a saber.

Es tal el miedo a las mentiras malintencionadas que se cocinan en España que hasta la Benemérita ha entrado en juego. El jefe de la Guardia Civil nos lo ha dejado claro: "Nosotros estamos trabajando con nuestros especialistas en dos direcciones. Una, a través de la Jefatura de Información con el objetivo de evitar el estrés social que producen toda esta serie de bulos; y otra de las líneas de trabajo es minimizar ese clima contrario a la gestión de la crisis por parte del Gobierno. Todos estos bulos los tratamos de desmentir a través de nuestras redes sociales". Vamos, que de lo que se trata es de cerrar bocas y que no se hable mal de las decisiones del Ejecutivo. Y yo que pensaba que la democracia nos había traído un régimen de libertades que, entre otras cosas, permite cuestionarlo todo siempre que se respete lo marcado por las leyes y la Constitución.

El Gobierno de coalición tiene que gobernar. Gobernar es decidir y las decisiones pueden ser buenas, malas o mediopensionistas. Pretender amordazar la información no es propio de un Estado como España. Creo. Pero ya tenemos polémica para despistarnos del coronavirus.

¡Vaya, otra vez las voces! Esto es un delirio. La que habla como una mujer acaba de decir ¡Ya está la paella! Le pregunto a mi mujer si ella también lo ha escuchado. Asiente: "Hoy los vecinos se van a poner ciegos". Maldito confinamiento que me va a hacer perder la cabeza.

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