Marca de agua

Los sindicatos, última carta de la izquierda contra Díaz Ayuso

Isabel Díaz Ayuso
Los sindicatos, última carta de la izquierda contra Díaz Ayuso
Europa Press

Las manifestaciones sindicales del 1 de mayo son la última bala de la izquierda para impedir su derrota a manos de Díaz Ayuso. Fracasadas todas las triquiñuelas de crispación puestas en escena para movilizar a sus frustrados votantes, al sanchismo ya sólo le queda la "marcha sobre Madrid", en palabras de la CGT, como alerta final antifascista. Eso explica que el Gobierno no haya puesto ninguna restricción a los sindicatos, pese a que la incidencia acumulada sea un 60% más alta ahora que el 8-M, cuando a las feministas les impuso severas restricciones, entre ellas que las concentraciones no superaran los 500 manifestantes.

Pedro Sánchez y la ministra Darias deberían explicar por qué 501 feministas ponían en peligro la salud de los madrileños cuando la incidencia acumulada del virus era de 236 por 100.000 habitantes y ahora, con una incidencia del 406, resulta inocua la concentración de 5.000 liberados sindicales en la Puerta del Sol. O por qué restringen drásticamente la asistencia al Open de Tenis y a la corrida de toros de las Ventas, la primera en casi dos años, mientras UGT y CCOO anuncian eufóricos que quieren "recuperar plenamente la movilización presencial en las calles" como en 2019. Fracasada la estrategia de la crispación desatada por Pablo Iglesias, a la que de manera incomprensible se ha entregado Ángel Gabilondo, al sanchismo ya sólo le queda el herrumbroso sindicalismo como herramienta de propaganda, a la que acaba de aceitar con la despenalización de los piquetes violentos y multimillonarias subvenciones.

Pero confiar en los liberados sindicales como si fueran el pelotón Spengler que pondrá fin a 26 años de "infierno fascista" en Madrid sólo puede llevar a Sánchez e Iglesias a la melancolía el 4 de mayo. Hay demasiado colesterol en las arterias de un sindicalismo que a falta de afiliados sobrevive a costa del sablazo subvencionado y las comisiones por ERE. Si con estas huestes aspira el sanchismo a librar la última batalla para destronar a Díaz Ayuso, le saldrá el tiro por la culata y la reforzará aún más.

Quien ya ha perdido irremisiblemente es Gabilondo, el juguete roto de una izquierda cuyos profetas del apocalipsis proclaman que el fin de la democracia se acerca y estamos en pecado. Lo peor que le ha podido pasar al votante socialista es la devaluación de Gabilondo a mitinero de saldo. El patetismo de Iglesias invocando las llamas del infierno fascista puede resultar hasta gracioso porque parece un jeremías de "La vida de Brian", pero en un catedrático de Metafísica resulta ridículo y bochornoso. Además de electoralmente catastrófico. Al variar radicalmente de estrategia, de pasar de la moderación al histerismo de balas y navajitas, Gabilondo ha refrendado la estrategia de Iglesias y se ha convertido en su vicario. Con lo cual deja perplejos a unos votantes socialistas, ya de por sí desconcertados, a los que se obliga a elegir entre el original podemista o la copia sanchista.

Como es natural, Díaz Ayuso se frota las manos. Entre Iglesias y Sánchez le han hecho la campaña. Al sacrificar la apuesta del soso y serio Gabilondo por el voto centrista, huérfano pese al encomiable esfuerzo de Edmundo Bal, el sanchismo le ha regalado a la presidenta popular ese puñado de votos que necesita para superar a PSOE, Más Madrid y Podemos juntos. Fruto de su sectarismo y su culto al rencor, la izquierda ha cometido la torpeza de poner a Vox en el centro de la diana, como si fuera la bestia que se cierne sobre la confiada comunidad, lo cual refuerza el papel de Ayuso como aglutinante del centro y la derecha y revaloriza la utilidad de sus votos.

Lo más letal, sin embargo, para el ensoberbecido sanchismo no es que el 4 de mayo el PSOE coseche sus peores resultados madrileños de la historia o que calcine las expectativas de Gabilondo como un Defensor del Pueblo de consenso, eso se la trae al fresco. La rotunda victoria de Díaz Ayuso desvelará a ojos de toda España el andamiaje de cartón piedra en que se apoya el Gobierno de Sánchez, su farfolla de mentiras y ocultaciones. Dicho de otro modo, demostrará que sobrevive gracias a sus pactos con los golpistas catalanes y con los que homenajean a los terroristas de ETA. Y eso abre un camino de no retorno hacia su desguace.

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