Sin Vestager y con Calviño mirando al BEI

La incursión saudí en Telefónica presiona a Bruselas en la fusión Orange-Másmóvil

La compra de hasta el 9,9% por STC deja patente la toma de posición de grupos árabes en un momento de debilidad de las telecos por la dura competencia. Debe decidir en semanas si impone fuertes restricciones.

Vestager se aparta temporalmente de la CE para alzarse con la presidencia del BEI
La incursión saudí en Telefónica presiona a Bruselas en la fusión Orange-Másmóvil.
DPA vía Europa Press

La irrupción del gigante saudí STC, controlado por el Estado a través de su fondo soberano, en el accionariado de Telefónica no sólo supone un terremoto para la operadora española. Las réplicas se sentirán en Bruselas, sede de la Comisión Europea. El departamento de Competencia tiene estos días sobre la mesa la operación de fusión de Orange y Másmóvil, el segundo y cuarto grupo del sector en España. Deberá decidir si mantiene su política de consolidar un cuarto contendiente fuerte a través de restricciones a la transacción bajo la alargada sombra de este primer movimiento en una de las mayores compañías europeas.

El aterrizaje en Vodafone del operador emiratí e& (antigua Etisalat) podía ser obviada pues sucedía en un país fuera de la UE (Reino Unido), aunque fuera una compañía con posiciones relevantes en mercados clave como Alemania o la propia España. El de STC en Telefónica es en el corazón de la Unión. Ambos llegan en un momento en el que en los despachos nobles del Ejecutivo europeo se habla de "soberanía europea" y "autonomía estratégica" en áreas como la ciberseguridad y las redes 5G ante compañías extranjeras como Hawei. Todas las fuentes del sector consultadas coinciden en que este movimiento mete más presión a Bruselas ante la inminente decisión de Orange y Másmóvil. Pero la mayoría no tiene grandes esperanzas de que implique un giro agresivo en la posición mantenida hasta ahora.

Estos días se mantienen conversaciones con todas las partes por parte del equipo de Vestager. El plazo marcado se fijó el 4 de septiembre pero justo antes de que arrancara agosto se paró el reloj 'sine die'. El regulador reclamó más información a las compañías. Ya en su pliego de cargos eliminó sus preocupaciones sobre los efectos de la concentración en el mercado mayorista, pero mantuvo los del minorista, con potenciales subidas de precio. Todo apuntaba a medidas correctoras significativas -desde ventas de activos fijos a acceso prioritario a redes a otros operadores más pequeños-. 

Ahora todos, tanto los protagonistas de la transacción como el resto de grandes rivales, confían en que este giro de guión con el grupo saudí contribuya a una cierta relajación de esos 'remedios' -la mayoría de analistas dan por hecho que seguirá habiendo estas medidas, aunque sean menos duras-. Unos 'remedios' que tendrían a la temida Digi -el operador 'ultra low cost' que rompe el mercado- como potencial destinatario (aunque también presentan credenciales otros como Avatel o Finetwork). Esto construiría lo que en el argot se considera un 'Maverick', un cuarto contendiente fuerte que mantenga el pulso comercial.

La CE y la pugna Calviño-Vestager

Como era previsible, las primeras reacciones de la Comisión ante la operación saudí no han sido especialmente llamativas. La portavoz del Ejecutivo en materia de comercio, Miriam García Ferrer, no quiso comentar nada sobre "transacciones individuales de esta naturaleza por razones de confidencialidad". Sin embargo, sí que recordó que la Unión Europea cuenta con un mecanismo de control de inversiones extranjeras desde 2020 cuyo objetivo es "identificar y abordar posibles riesgos para la seguridad". Ese mecanismo permite al país 'tirar' de él y también consultar a la propia Comisión.

A esto hay que añadir la situación que ha generado la batalla entre Margrethe Vestager, la comisaria de Competencia y cabeza visible de esta posición frente a las fusiones de operadoras, y la vicepresidenta primera de España, Nadia Calviño, por la presidencia del BEI. La primera ha dejado de manera temporal su posición -en pleno estudio de la fusión- mientras se dirime la ganadora de la carrera. La segunda sigue en el Gobierno, pero con ese 'enfrentamiento' en ciernes. Calviño ha sido una de las grandes aliadas de las telecos españolas. No sólo en territorio local, con guiños continuos en materia fiscal o en la gestión el espectro o los fondos europeos, sino también en Bruselas. El propio Gobierno prometió fomentar la consolidación en el sector durante la presidencia hasta final de año.

Momento crítico

Los analistas coinciden que este es uno de los momentos más delicados para la industria de las telecos -especialmente estratégica- en España y en Europa. Las cotizaciones, salvo el excepcional caso de Deutsche Telekom gracias a su apuesta por el mercado estadounidense con T-Mobile-, caen entre el 40% y el 60% en los últimos cinco años en los grandes nombres. Las compañías argumentan que esta 'hipercompetencia' ha sido un factor importante. Sea como sea, la caída de Telefónica en bolsa ha contribuido al aterrizaje de STC  -con apenas 2.000 millones podría casi duplicar al siguiente accionista y contar con hasta dos sillones en el consejo-. Se suma al movimiento de los emiratíes de e& (antigua Etisalat) en Vodafone. Operadores extranjeros tomando posiciones ante un más que previsible baile de fusiones, que lleva años atascado precisamente por esta regulación impuesta por Margrethe Vestager desde Bruselas.

El propio Álvarez-Pallete ha pedido en reiteradas ocasiones que se permita una consolidación del sector para reducir el número de operadores y rebajar esa pugna comercial. Ya en 2015, a través de una carta firmada por los primeros ejecutivos de diez multinacionales relevantes -entre ellas Deutsche Telekom, Orange o Telefónica- se pedía que se abriera la mano. "Nuestro sector necesita aumentar su escala y los mercados deben funcionar a niveles óptimos", apuntaban. A partir de ese momento se ha convertido en una súplica, que tiene su último capítulo en el pasado Mobile World Congress en Barcelona. Pero la posición de Bruselas, que teme una fuerte subida de precios de los servicios en caso de que hubiera uniones dentro de los países, apenas se ha movido hasta esta misma semana.

Quedan apenas unas semanas para conocer el veredicto definitivo sobre la 'joint venture' española Orange-Másmóvil. Ésta se ha convertido en una transacción emblemática para el resto de sector en Europa, interpretándose como un termómetro que medirá si se ha rebajado la agresividad del regulador. Muchas otras firmas también aguardan ante potenciales operaciones futuras. La irrupción con fuerza de un operador extranjero en uno de los antiguos monopolios europeos llega en un momento decisivo

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