Posibles recortes de oferta

JP Morgan advierte de los problemas a futuro de un petróleo a más de 85 dólares

Las economías soportarán las subidas, siempre que sean temporales, estén impulsadas por la demanda y no se combinen con otros efectos, como el endurecimiento monetario, la calidad del crédito y la inestabilidad financiera.

JP Morgan advierte de los problemas a futuro de un petróleo en 85 dólares.
JP Morgan advierte de los problemas a futuro de un petróleo en 85 dólares.
Europa Press

Una gran cantidad de economistas está poniendo la lupa en un sector que, para muchos, estaba olvidado: el energético y, más en concreto, el petróleo. Del oro negro depende en gran medida la evolución de la inflación y la posibilidad de que se consiga el objetivo de inflación por parte de los bancos centrales en el umbral del 2% a largo plazo. La materia prima por excelencia se dio un respiro en 2023, pero ahora vuelve el ruido de si repuntará con mucha más fuerza en los próximos meses.

El barril de crudo Brent ha pasado de cotizar en el suelo de los 72 dólares del último año, hasta escalar a los 88 dólares en los mercados. ¿Cuál es el contexto y qué rango de precios se puede barajar en el contexto actual? Desde JP Morgan han elaborado un informe detallado sobre la situación de la commodity y sus derivados, centrándose en otros momentos del pasado para extrapolarlos al entorno actual.

Por ejemplo, la entidad bancaria estadounidense comenta que la fuerte expansión económica de la década de 2000, impulsada por la entrada de China en la Organización Mundial del Comercio en diciembre de 2001, requirió mucho petróleo para crecer, lo que a su vez provocó un fuerte crecimiento del PIB y una subida de los precios del petróleo.

“Por el contrario, una perturbación negativa de la oferta de petróleo que dispare los precios y merme el poder adquisitivo de los consumidores pesará sobre el crecimiento económico y deprimirá la demanda de petróleo”, explica el banco llevando ese ejemplo a la actualidad.

El embargo petrolero árabe de 1973, la revolución iraní de 1978-79, la Guerra del Golfo de 1990 y la invasión rusa de Ucrania en 2022 son ejemplos de subidas del precio del petróleo impulsadas por la oferta. La velocidad del movimiento de los precios también importa. “Una subida brusca y rápida del precio del petróleo tendrá un mayor efecto en la confianza y el gasto de los hogares, ya que los consumidores tienen menos tiempo para adaptarse”, asegura.

Para JP Morgan las economías pueden soportar las subidas del petróleo, siempre que sean temporales, estén impulsadas por la demanda y no se combinen con otros efectos indirectos, como el endurecimiento monetario, la calidad del crédito y la inestabilidad financiera. “Nuestras perspectivas optimistas sobre la demanda y la limitada producción de la OPEP+ (antes del anuncio de Rusia) deberían hacer que el Brent alcanzara los 90 dólares en mayo y una media de 85 dólares en el segundo semestre de 24 meses, una horquilla de precios cómoda tanto para los productores como para los consumidores”, analiza.

“No obstante, la decisión de Rusia de intensificar su recorte de la producción podría llevar el precio del Brent a 90 dólares ya en abril, a mediados de 90 dólares en mayo y a cerca de 100 dólares en septiembre”, advierte la firma bancaria estadounidense. Esta aceleración de los precios podría verse amplificada por la posibilidad de que la alianza OPEP+ amplíe la reducción voluntaria de la producción hasta finales de año. “La subida de precios resultante se produciría por el lado de la oferta, con consecuencias negativas para la demanda”, en su opinión.

La afectación en gasolina a gasóleo

JP Morgan sostiene que, dada la fortaleza del dólar estadounidense y los elevados costes de endeudamiento, los precios del petróleo muy por encima de los 90 dólares pueden provocar graves perturbaciones en la demanda mundial de petróleo, como ocurrió en marzo-junio de 2022 y en septiembre-octubre de 2023. “Esto a su vez se traduciría en un descenso de los precios”, describen los expertos del banco norteamericano.

Además, la subida del 18% de los precios del petróleo desde que tocaron fondo a mediados de diciembre ha disparado los precios en los surtidores. En Estados Unidos el precio medio nacional de la gasolina alcanzó los 3,53 dólares el galón en marzo, más de un 15% desde mediados de diciembre y 9 céntimos por encima del nivel de hace un año. Los precios nacionales del gasóleo en el país alcanzaron los 4,03 dólares por galón en el pasado mes, lo que supone una subida del 3,1% en lo que va de 2024.

En términos reales, tanto los precios de la gasolina como los del gasóleo en Estados Unidos se mantienen muy por debajo de sus máximos de junio de 2008, de 5,74 y 6,64 dólares el galón, respectivamente.

Del mismo modo, los precios de los carburantes se mantuvieron sistemáticamente en los niveles actuales o por encima de ellos entre 1979 y 1981 y 2011 y 2014. “Pero incluso si los precios de los productos derivados del petróleo han sido históricamente mucho más altos sobre una base ajustada a la inflación, es poco probable que los consumidores tomen como referencia lo que pagaban por el combustible hace 10 o 15 años para sus decisiones de gasto actuales”, dice JP Morgan.

El impacto del coste de los carburantes

Las decisiones sobre el trabajo y los desplazamientos, los planes de vacaciones y la compra de vehículos se toman teniendo en cuenta precios más recientes. En otras palabras, el comportamiento del consumidor tiende a ser bastante miope.

A casi 3,53 dólares el galón de gasolina, un estadounidense que recorra una media de 13.489 millas en un vehículo con un consumo medio en 2022 de 23 millas por galón gastaría 2.070 dólares al año, o unos 172 dólares al mes. Los costes se multiplican para las familias con menos ingresos, especialmente las de zonas rurales, ya que tienen vehículos menos eficientes y recorren distancias más largas para ir a trabajar.

“Para un trabajador estadounidense en el primer cuartil de ingresos, que gana unos 740 dólares a la semana, el 5,4% de los ingresos se gastaría hoy en llenar el depósito, suponiendo un coche con un índice de eficiencia medio”, exponen los analistas de JP Morgan. Eso sería casi lo mismo que se gastó el año pasado, pero más que el 4% que se empleará en 2021.

Aunque es posible que los precios actuales del combustible no se acerquen al umbral de dolor de los consumidores observado en 2022, hay indicios preliminares de que los consumidores podrían estar reduciendo ya el consumo de combustible, según JP Morgan.

La demanda de gasolina en Estados Unidos creció 93.000 barriles diarios en enero, en gran medida como consecuencia de la caída interanual de los precios de la gasolina. A esto siguió una contracción interanual de 150.000 barriles diarios en febrero y una escasa expansión de 15.000 barriles en lo que va de marzo.

Los viajes semanales realizados por los conductores estadounidenses revelan que los viajes de entre 3 y 100 millas han seguido una tendencia a la baja desde finales de enero, coincidiendo con el periodo en que los precios de la gasolina en el país empezaron a subir.

Los coches estadounidenses consumen por sí solos el 30% de toda la gasolina del mundo y el 9% del petróleo mundial, por lo que la trayectoria de la demanda de gasolina en Estados Unidos es uno de los parámetros más importantes para determinar la dirección tanto de la demanda mundial de petróleo como de los precios mundiales de esta materia prima.

“Eso sí, la lección de la crisis energética de 2022 nos enseñó que hay múltiples palancas que pueden mitigar con bastante eficacia el impacto de los altos precios... El mecanismo de reequilibrio más obvio a corto plazo es la respuesta política en forma de reducción de las reservas de petróleo”, dicen desde la entidad.

“Aunque ha disminuido, la reserva todavía contiene suficiente crudo para proteger las necesidades estratégicas del país y ofrecer un colchón contra las crisis de precios: estimamos que la administración estadounidense tiene margen para liberar hasta 60 millones de barriles de crudo, lo que supondría un aumento de la oferta de 0,5 mbd al mes si se repartiera en cuatro meses”, ahonda.

Su opinión sigue siendo que, dada la fortaleza del dólar estadounidense y los elevados costes de endeudamiento, unos precios del petróleo sustancialmente superiores a 90 dólares pueden provocar graves perturbaciones en la demanda mundial de petróleo, lo que a su vez se traduciría en una bajada de los precios.

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