Debilidad ante los resultados corporativos

Las señales de 'amplitud negativa' en bolsa señalan más turbulencias para el S&P 500

El pinchazo de Wall Street tras los máximos alcanzados en julio y el comportamiento negativo generalizado de las acciones después de los resultados apuntan a un cierre de año aún más débil para la bolsa estadounidense.

Operadores de la Bolsa de Nueva York observan las pantallas de cotizaciones.
Operadores de la Bolsa de Nueva York observan las pantallas de cotizaciones.
NYSE vía L. I.

La bolsa ha pasado del color de la euforia en el primer semestre, donde el S&P 500 llegó a cosechar casi los 4.600 puntos en Wall Street, al rojo pesimista con un descenso del 10% desde los máximos de julio. A pesar de que los datos macro no adelantados son positivos, con una expansión del PIB en el tercer trimestre del año en EEUU más fuerte de la esperada –un 4,8% en términos anualizados– a los mercados empiezan a no gustarles demasiado ese esquema de 'tipos más altos por más tiempo'. Se empieza a pensar que los bancos centrales se pasarán de frenada.

Es el punto en el que se encuentra el responsable de bolsa de Morgan Stanley, Mike Wilson. En su informe firmado este fin de semana, sostiene que las posibilidades de un repunte de la bolsa en el cuarto trimestre “han disminuido considerablemente”. Su análisis sobre el estrechamiento de la amplitud de mercado, la cautela del liderazgo sectorial, la caída de las revisiones de los beneficios y el desvanecimiento de la confianza de los consumidores y las empresas contarían una historia diferente a la del consenso, que ve un repunte a finales de año basado principalmente en el sentimiento bajista y las tendencias estacionales.

“Aunque reconocemos que el sentimiento se deterioró en septiembre, se recuperó este mes ante la expectativa de mejores beneficios en el tercer trimestre y la fortaleza estacional de cara a finales de año... En nuestra opinión, la configuración fundamental es diferente de lo normal este año, con expectativas de beneficios demasiado altas para el cuarto trimestre y 2024, incluso en una economía que está funcionando bien”, comenta Wilson.

A su modo de ver, es poco probable que la política monetaria y fiscal proporcione alivio, sino que podría endurecerse aún más. Más concretamente, como opinan desde la entidad estadounidense, aunque la Reserva Federal quizá haya dejado de subir los tipos por ahora, estaría muy lejos de relajarse. Además, el endurecimiento de la Fed en los últimos 18 meses está empezando a notarse en toda la economía.

Para Wilson la bolsa se habría percatado de ello, y algunos de los sectores más sensibles a la economía y a los tipos de interés, como el de automoción, la banca, el transporte, los semiconductores, el sector inmobiliario y los bienes de consumo duraderos, han registrado unos resultados muy inferiores en los últimos tres meses.

Más recientemente, muchos sectores y valores defensivos han empezado a obtener mejores resultados, junto con la energía, lo que respalda su visión de “final de ciclo” y la combinación de crecimiento defensivo y valores cíclicos de ciclo tardío que siguen recomendando. “Creemos que este telón de fondo refleja un mercado cada vez más preocupado por el crecimiento que por el aumento de los tipos de interés y las valoraciones per se”, apunta el experto de Morgan Stanley.

Aunque la Reserva Federal ha endurecido su política monetaria al ritmo más rápido de los últimos 40 años, sigue enfrentándose a unos datos laborales y de inflación rígidos, que han sido un obstáculo a la hora de señalar un final definitivo del ciclo de endurecimiento o cuándo empezará a relajar su política. Estas limitaciones son exactamente la razón por la que la institución monetaria ha indicado una postura "más alta durante más tiempo".

En opinión de Wilson, la solidez de los datos laborales principales oculta las dificultades a las que se enfrentan las empresas y los hogares de clase media y que la Fed no puede abordar de forma proactiva. Esta es una de las razones por las que la amplitud del mercado sigue mostrando una notable debilidad. 

Se trata de un indicador que viene a medir qué están haciendo en su conjunto las acciones cotizadas y no tanto el comportamiento de los índices. Si hay más empresas que suben frente a las que bajan, la amplitud es positiva. Si es al revés -más acciones bajistas que alcista- es negativa. Este sería el caso ahora de Wall Street, que sigue un comportamiento aún positivo pero solo al son de los grandes valores tecnológicos.

"Aunque algunos podrían interpretarlo como una señal alcista, es decir, una situación de sobreventa, nosotros creemos que refleja más bien nuestra opinión de que aún nos encontramos en un contexto de ciclo tardío en el que los beneficios siguen estando en riesgo para la mayoría de las empresas (...) Esta opinión se ve corroborada por la amplitud de las revisiones de beneficios, que vuelve a caer con fuerza a terreno negativo y tiende a liderar las previsiones de beneficio por acción a futuro”, sostiene Wilson en su análisis.

Otro indicio de que esta amplitud negativa de las revisiones es una señal de alerta temprana para los beneficios del cuarto trimestre y de 2024 sería, a su juicio, que las acciones cotizan mal después de los informes de resultados de las empresas de Wall Street, ya sean buenos o malos. De hecho, la temporada de resultados del tercer trimestre está provocando un comportamiento incluso más débil tras la ronda de publicaciones de las cuentas empresariales.

En concreto, la reacción media en los mercados al día siguiente de la presentación de resultados de las cotizadas es de una caída del 0,7% hasta ahora, frente al descenso medio del 0,5% del trimestre pasado. “Observamos que el porcentaje de reacciones positivas también es inferior, del 45% frente al 47% del trimestre pasado”, afirma Wilson. “Y lo que es más importante para el S&P 500, la mayoría de los líderes de las compañías de gran capitalización que han presentado sus informes hasta ahora no han cotizado bien tras sus resultados del tercer trimestre”, agrega.

“Dado que estas empresas son incapaces de invertir la corrección que sigue vigente en los mercados y mantener el índice por encima de los niveles técnicos clave, esta es una razón más por la que nos parece más improbable que se produzca un repunte a finales de año”, ahonda el experto de Morgan Stanley. En consecuencia, el impulso de los precios suele dictar la opinión de los inversores sobre los fundamentales y, por tanto, su confianza y posicionamiento.

En resumidas cuentas, el máximo responsable de renta variable del banco norteamericano cree que es más probable que la cotización del S&P 500 a finales de año descienda hasta el nivel en el que cotiza el valor medio, en lugar de repuntar hasta niveles más altos, ya que la amplitud suele guiar a los precios.

“Sobre la base de nuestro análisis fundamental y técnico, seguimos estando cómodos con nuestro objetivo a largo plazo de 3.900 puntos para el S&P 500, que implica un múltiplo de 17 veces las ganancias del índice sobre nuestra previsión de beneficios por acción para 2024 de aproximadamente 230 dólares”, concluye.

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