Un panorama nuevo en 2021

Las empresas que mueven los hilos en la energía afinan el giro de sus estrategias

Iberdrola, Acciona, Endesa, Energy, Repsol… Las grandes compañías del sector se preparan para cambiar de aires en 2021 con el paso inminente de la generación convencional a la renovable que se espera.

Proyecto de Capital Energy
Las empresas que mueven los hilos en la energía afilan el giro de sus estrategias.
CAPITAL ENERGY

El mundo de la energía ha cambiado y lo ha hecho mucho durante 2020. Al igual que en el resto de sectores, la transformación del tejido empresarial energético se ha visto golpeado por los efectos de la pandemia, tanto en el lado de la oferta como en el de la demanda.

Aun con todo, la energía vuelve a cumplir su ciclo virtuoso. Ni se crea ni se destruye, simplemente se transforma y, para cumplir este principio, la generación convencional ha virado 180 grados y se ha convertido en renovable. Sin duda este ha sido su año. En el conjunto del mismo, la generación renovable, compuesta por la hidráulica, hidroeólica, eólica, solar fotovoltaica, solar térmica y otras renovables, ha superado todos los récords. Las energías verdes han crecido notablemente, superando ampliamente los dos dígitos de crecimiento porcentual con respecto a 2019.

Algo realmente positivo, si tenemos en cuenta que este dato representa más de un 40% del mix eléctrico nacional y se encamina con gran decisión al 20% sobre el total de producción final.

Son sin duda muy buenos datos, pero están aún a años luz del 42% de cobertura de la demanda final que establece el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC), que más que una hoja de ruta se está convirtiendo en la auténtica Biblia para entender cómo será la energía del futuro en España. La UE confía plenamente en el poder renovable europeo y, por esta razón, ha modificado el objetivo de recortar las emisiones de CO2 hasta el 55%, un dato que, según los analistas, obligará a replantear el Evangelio energético. 

Si en el pasado las grandes empresas de generación convencional dominaban económica y estratégicamente el mercado, la irrupción de las renovables está permitiendo la entrada de nuevos actores en un teatro cada vez más complejo y atomizado. Las empresas parecen haber entendido, aun con reparos, que el futuro de la energía en este país (y en el mundo) será verde y autóctona, permitiendo así que España pueda reducir los más de 20 puntos de diferencia con respecto a la media de la Unión Europea, en lo que a dependencia energética se refiere.

Los grandes beneficiados por el cambio de color de la energía son aquellas empresas a las que la transición energética les ha pillado con los deberes más o menos hechos. Iberdrola aparece en todos los rankings como la favorita para liderar el proceso de cambio de modelo energético. Sus múltiples inversiones y proyectos en gran parte de los mercados internacionales le dan una gran ventaja frente al resto de competidores españoles. Los molinillos verdes que protagonizaban los anuncios de los espacios dedicados al tiempo en la televisión hace 10 años comienzan a dar sus frutos, puesto que su mix energético aparece como uno de los menos contaminantes. 

Por otra parte, la rebaja en el coste marginal de las energías renovables, especialmente la eólica, ha favorecido sustancialmente las previsiones de crecimiento, tanto en Bolsa como en el conjunto de operaciones en curso en Estados Unidos o Reino Unido. Todos estos datos le han permitido anunciar el lanzamiento de 75.000 millones de euros hasta 2015, siendo, hasta la fecha, la mayor inversión realizada por una compañía española en el mundo. Sin embargo, no todo son luces sobre su gestión, ya que tendrá que afrontar el recorrido judicial de una investigación que mezcla intereses públicos y privados, algo que los mercados no suelen perdonar, especialmente los anglosajones.

Además de la compañía que dirige Sánchez Galán, Acciona puede ser la gran ‘tapada’ en el baile energético de 2021. La empresa de José Manuel Entrecanales, tradicionalmente lastrada por sus negocios en infraestructuras, cuenta en su división energética con importantes activos renovables en España, así como en más de 12 países. La opinión de los analistas, según refleja su propia página web, recomiendan apostar por la empresa de forma mayoritaria. El 88% de estas opiniones se resumen en la compra y el mantenimiento, en su caso, de la acción, algo que no ha pasado desapercibido para los inversores que han hecho revalorizar la cotización bursátil de Acciona en un contexto marcado por la incertidumbre económica. 

En un segundo escalón de posibles ganadores surgen las tradicionales Endesa o Naturgy. En este caso, las peleas del pasado se centran no tanto en negar el cambio de modelo energético, sino más bien en arrimar el ascua a su sardina para asegurar un calendario de transición que les permita llegar con un mix energético, lo más depurado posible, en 2035. De ahí los grandes movimientos de ventas de ‘activos negros’, considerados ahora no estratégicos y la apuesta por la inversión renovable que, en ambos casos, ha alcanzado miles de millones de euros en compras en mitad de la denominada fiebre renovable.

Como en cada carrera siempre puede haber perdedores. En el caso del sector energético, hay compañías a las que el calendario de transición no les está, precisamente, beneficiando. Las grandes compañías energéticas que en el pasado basaban su poder en los combustibles fósiles están siendo muy castigadas en Bolsa. 

Repsol comenzaba 2020 con una valoración de 12.8 euros por acción, cerrando el mismo ejercicio a 8,34. Un precio objetivo realmente alto si consideramos los 5 euros con los que marcó suelo en los peores momentos de la segunda ola de la pandemia. Repsol, con energías y estructura renovadas, tendrá que ajustar cuentas y acelerar su apuesta renovable durante 2021 para cumplir así las exigencias del mercado. La segunda opción, nada descartable, será afrontar por sí misma una peligrosa situación que puede favorecer la aparición de nuevos inversores dispuestos a comprar a precios de saldo. 

Repsol, que en el pasado pudo hablar español con acento mexicano o incluso ruso, tendrá que diseñar su propia vacuna en forma de implantación de su plan estratégico, presentado en noviembre, y que quizá pueda ser actualizado conforme a la nueva situación a partir de enero de 2021. 

Además de ganadores y perdedores, 2021 nos dejará profundos cambios estructurales en el desarrollo del marco legislativo y económico del sector energético. Los irresolubles problemas del autoconsumo, estancado pese a sus continuos incentivos, la reforma o creación de un sistema de fijación de precios eléctricos capaces de responder al desafío de la generación distribuida, la electrificación de la economía, más un deseo que una realidad alcanzable, la eterna promesa del vehículo eléctrico como vector de almacenamiento y gestión del sistema eléctrico, la esperanza del hidrógeno verde o la reconfiguración de la temida fiscalidad verde, tendrán que ser abordadas como siempre se ha hecho en el sector energético, asumiendo que, para dar a unos, es imprescindible quitar a otros. 

Así ha ocurrido en el último episodio de la ‘limpia’ de la factura de la luz, donde los 28 millones de consumidores eléctricos, que financiaban las renovables hasta hace un mes, pasarán a ser sustituidos por las más de 500 empresas que venden electricidad, gas o gasolina en España. De nuevo la energía se transforma, pero su coste nunca se destruye, simplemente se desplaza.  

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