En el 112 Consejo Ejecutivo de la OMT

El turismo sale a la caza de 'unicornios' verdes para levantarse... y sobrevivir

La Organización Mundial calcula que hacen falta inversiones internacionales en destinos turísticos por valor de 2,5 billones al año para acompasar la recuperación del sector con el respeto al medio ambiente. 

Joe Pérez-Orive, responsable de marketing de Live Nation en España, en su intervención en la reunión de la OMT.
Joe Pérez-Orive, responsable de marketing de Live Nation en España, en su intervención en la reunión de la OMT.
La Información

Joe Pérez-Orive, máximo responsable de marketing en España de Live Nation (la firma multinacional organizadora de eventos musicales), lleva americanas con corazones rojos, deportivas de colore y enseña diapositivas que decora con perros para llamar la atención de la audiencia (no dice nada de su paso como jurado en 'Operación Triunfo'). En Tiflis, capital de Georgia donde la Organización Mundial del Turismo ha celebrado su 112 Consejo Ejecutivo para demostrar que se puede viajar, habla ante más de un centenar de empresarios, la mayoría de ellos con americanas de corte clásico y ellas con vestidos de alta costura, separados todos por un metro y medio entre sí, en esa nueva disposición de los auditorios que exige la Covid-19. Curiosidad, repite insistentemente como receta del éxito y de los negocios. 

Porque ha llegado el momento de hablar de negocios. La cita presencial de la OMT, de donde han salido anuncios más bien burocráticos como que el próximo encuentro será en Madrid en el primer trimestre de 2021 o que Arabia Saudí tendrá la primera oficina regional de la organización, ha terminado con un colofón en forma de colecta para el futuro. Hace falta inversión no solo para volver a poner de pie la tercera industria mundial tras el cataclismo pandémico, sino para que el reseteo sea sostenible para la humanidad y el planeta. Y en este camino, la caza y captura de unicornios (en su acepción económica como 'startups' innovadoras) se ha vuelto prioritaria.

El giro al verde del turismo ha sido una muletilla recurrente durante toda la semana en todas las intervenciones (incluidas las del secretario general de la ONU, Antònio Guterres, que intervino en la inauguración), pero queda grabada en la Declaración final del encuentro: "La crisis es una oportunidad de repensar cómo el turismo interactúa con nuestras sociedades, otros sectores económicos y nuestros recursos y ecosistemas naturales y culturales, de forma que puedan medirse y usarse mejor, asegurándonos una justa distribución de sus beneficios, avanzando en la transición hacia la neutralidad ambiental y hacia una economía turística más resiliente e inclusiva". 

En este sentido, en el mismo texto oficial se establece el "compromiso de trabajar hacia un turismo más sostenible" y se fijan un total de 20 objetivos repartidos en tres grandes bloques de interés: las personas, el planeta y la prosperidad, y en el que se destacan metas como una mejora en las condiciones laborales del sector (con especial atención a mujeres y jóvenes), atraer la atención de los gobiernos y el sector privado para que otorguen al turismo la importancia que realmente tiene, una mejor ligazón con la sanidad y desplegar todas las capacidades tecnológicas para avanzar en esa deseada recuperación menos invasiva en recursos.   

Para aquilatar este cruce de caminos entre nuevas tecnologías y respeto ambiental, la OMT ha querido cerrar su Consejo Ejecutivo con un Foro de Inversión en el que sentar a empresarios de todo tipo, representantes institucionales y analistas de todo corte. A ese público, precisamente, habló Pérez-Orive, ante la atenta mirada de su jefe, el también mediático Pino Sagliocco, o el no menos conocido Joan Gaspart, presidente de HUSA hoteles y ex del FC Barcelona. Pero también había representantes del Financial Times, Mastercard, Hyatt, EY... Venidos de España o de Estados Unidos, de Japón o del Congo. 

El dinero puede estar en cualquier parte y prueba de ello es que las inversiones directas en turismo en terceros países logró poner en marcha 613 proyectos 'verdes' en 2019 que generaron 140.000 empleos y que levantaron 57.000 millones de dólares, en cifras de la OMT que considera que este tipo de vehículos "se han convertido en un factor importante para atraer capital, así como empleos, tecnología y capacidad de gestión a tantos países en desarrollo. También juega un papel fundamental en la financiación para lograr los objetivos de Desarrollo Sostenible a la vez que se mejora la calidad de vida".  

Con todo, las cifras de 2019 son un escuálido aperitivo de las verdaderas ambiciones de la OMT. Además de que se afronta un periodo repleto de adversidades y dudas debido a la extensión de la pandemia, la organización calcula que una industria a plena capacidad y respetuosa con el planeta precisaría de nada menos que 2,5 billones de inversión cada año para no desparejar desarrollo económico y ambiental. 

"Las inversiones son un elemento crucial para recuperar y fortalecer el ecosistema turístico. Más allá de los instrumentos financieros para facilitar liquidez y apoyar la cadena de valor turística en el corto plazo, necesitamos desarrollar vehículos de inversión para acelerar la difusión de la tecnología, la inclusión y la sostenibilidad cara a la resiliencia del sector tras la Covid-19", ha señalado el secretario general de la OMT, Zurab Pololikashvili.

Sostenibilidad,, recuperación, optimismo... y resiliencia. La última palabra ha sido la palabra de este 112 Consejo Ejecutivo de la OMT. Habida cuenta de que se trata de un término que va un paso más allá de la resistencia, por cuanto requiere de probar la capacidad de mejora tras una adversidad, no es casualidad su uso y abuso en las sesiones oficiales y en los corrillos. En Georgia, en un extremo tan hacia Oriente de Europa que hay muchos que consideran que esto es Asia, el turismo busca algo más que unicornios inversores de color de los árboles; en esta tierra donde los locales atestiguan (y enseñan estudios de la Universidad de Pensilvania) que se ha encontrado la cepa de vino más antigua de la humanidad (8.000 años de añada), apuestan por el reinicio de una industria que empleaba a finales de 2019 a una de cada diez personas en el mundo. Mientras tanto, en Madrid (o en media Europa), vuelven las restricciones estrictas.    

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